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El presidente Donald Trump ha congelado más de 2000 millones de dólares en fondos federales para la Universidad de Harvard porque esta no implementará cambios en sus prácticas de contratación, admisión y docencia que, según su administración, son clave para combatir el antisemitismo en el campus.
Barack Obama, exalumno de Harvard, dijo que el hecho era “ilegal y torpe” e instó a otras instituciones a seguir el ejemplo de Harvard y no ceder a las exigencias de Trump.
“Harvard ha dado ejemplo a otras instituciones de educación superior: ha rechazado un intento ilegal y torpe de sofocar la libertad académica, al tiempo que ha tomado medidas concretas para garantizar que todos los estudiantes de Harvard puedan beneficiarse de un entorno de investigación intelectual, debate riguroso y respeto mutuo”, escribió Obama en redes sociales.
El expresidente, quien se graduó de la Facultad de Derecho de Harvard en 1991, rara vez ha criticado ni reprendido a funcionarios o políticas gubernamentales en redes sociales desde que dejó la Casa Blanca hace casi una década.
Obama es una de las pocas figuras políticas que se han pronunciado contra los intentos de la Administración Trump de transformar las mejores universidades del país, mediante la presión para cambiar la enseñanza y la contratación, y las amenazas de recortar el financiamiento a la investigación.
Cientos de profesores de la Universidad de Yale publicaron una carta en apoyo a la decisión de Harvard de rechazar las exigencias de la Administración Trump. “Nos encontramos juntos en una encrucijada”, dice la carta.
“Las universidades estadounidenses se enfrentan a ataques extraordinarios que amenazan los principios fundamentales de una sociedad democrática, incluidos los derechos de libertad de expresión, asociación y libertad académica”, consideraron.
Muchas universidades estadounidenses reciben algún tipo de financiamiento federal, destinada principalmente a la investigación científica en áreas como el desarrollo de fármacos.
Desde que Trump regresó a la presidencia, en enero, instituciones como la Universidad de Stanford han tenido que congelar las contrataciones y recortar presupuestos ante la disminución de los fondos federales.
Parte del financiamiento se ha suspendido para presionar a las universidades a tomar medidas que, según la Administración Trump, combatirán el antisemitismo.
Trump las ha acusado de no proteger a los estudiantes judíos durante las protestas del año pasado contra la guerra en Gaza y el apoyo de Estados Unidos a Israel.
El presidente de Stanford, Jonathan Levin, y la rectora, Jenny Martínez, declararon el martes en un comunicado elogiando a Harvard que “las universidades deben abordar las críticas legítimas con humildad y franqueza”.
“Pero la manera de lograr un cambio constructivo no es destruyendo la capacidad del país para la investigación científica ni mediante la toma del control de una institución privada por parte del gobierno”, escribieron.
“Ningún gobierno, independientemente del partido en el poder, debería dictar qué pueden enseñar las universidades privadas, a quiénes pueden admitir y contratar, y qué áreas de estudio e investigación pueden desarrollar”, declaró el presidente de Harvard, Alan Garber, en un comunicado el lunes.
El Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) siguió el ejemplo de Harvard el lunes y también rechazó las exigencias de la Administración Trump.
A pesar de las críticas, Trump atacó de nuevo a Harvard, amenazando con revocar su exención de impuestos.
Las universidades y muchas organizaciones benéficas y grupos religiosos, están exentas del pago de impuestos federales sobre la renta.