El Museo Nacional de la Música de La Habana recorrió la vida y la obra de Antonio Gumersindo Garay García (1867-1968), el gran Sindo Garay, uno de los pilares de la trova tradicional cubana.
La Sala María Antonieta Henríquez de la institución acogió este miércoles una nueva edición del espacio Audiciones Comentadas, dedicada a quien es considerado con justicia un genio musical, a pesar de no haber tenido formación académica.
En el encuentro, el museólogo Javier Rodríguez desentrañó obras inéditas, anécdotas y los secretos de las placas grabadas por Sindo y sus hijos, actualmente protegidos en el museo, ubicado en una típica mansión de principios del siglo XX, reportó la agencia Prensa Latina (PL).
Rodolfo Garay, nieto de Sindo, cautivó a la audiencia con revelaciones de historias íntimas detrás de las grabaciones y el papel que jugaron en ellas los hijos del trovador: Guarionex, Guarina y Hatuey.
De acuerdo con Rodolfo, su abuelo se sentía tan cubano —nació en Santiago de Cuba— que a sus cinco hijos con la india dominicana María Pretonila Reyes los bautizó con nombres aborígenes. Además de los tres ya citados, quienes cultivaron la música junto a su padre, también nacieron Anacaona y Caonao.
El mayor, Guarionex, hacía de voz prima a Sindo, formando uno de los mejores dúos de la trova que existieron en Cuba y actualmente se conservan varias grabaciones de ellos en placas de acetato de 78 RPM, detalló el despacho de PL.
Cantado de generación en generación, el catálogo de Sindo Garay contiene clásicos de la canción cubana como “Perla Marina”, “Tardes grises”, “Amargas verdades”, “Retorna”, “Guarina”, “Mujer bayamesa” y “Tormento fiero”, entre otras.
Abierto a todas las corrientes musicales a las que tuvo acceso —gustaba de las óperas wagnerianas—, su tema “Germania” muestra como ninguna su influencia del lied alemán.
Como otros trovadores de su tiempo, Sindo enriqueció varias de sus obras con versos de poetas iberoamericanos: Gustavo Adolfo Bécquer, Pepe Elizondo, Amado Nervo, Lola Rodríguez de Tió.
A estos dos últimos los enlazó para siempre en una de sus composiciones magistrales: “La tarde”. Ernesto Lecuona la llamaría la canción perfecta y Gonzalo Roig confesaría cuánto le hubiese gustado escribirla.
Sindo Garay fue un hombre de mundo. Acróbata y saltimbanqui, sirvió también de mensajero a los patriotas cubanos y se conoce que cruzó varias veces a nado la bahía de Santiago de Cuba.
En su infancia y adolescencia conoció a varias personalidades, entre estas, al general Guillermón Moncada, al famoso violinista Claudio Brindis de Sala, al tenor italiano Enrico Caruso, a Julio Antonio Mella, probablemente a José Martí y, ya, en las postrimerías de su vida, a Fidel Castro.
En 1928 Garay viajó a París junto a Rita Montaner y a otro grupo de músicos cubanos. En la capital gala permaneció unos tres meses, estancia que aprovechó para grabar varios discos, según el musicógrafo y gran conocedor de la trova, Lino Betancourt.
La sesión Audiciones Comentadas, del Museo Nacional de la Música, cerró su programa en la sala Gisela Hernández con un concierto del trompetista Yasek Manzano, una de las figuras más celebradas del jazz cubano contemporáneo.