Getting your Trinity Audio player ready...
|
Las placas tectónicas sobre las que se asienta la política mundial, o la geopolítica —para utilizar un término que se ha generalizado como nunca—, siguen sacudiéndose con fuerza. Los personajes que intervienen lo han conseguido: Donald Trump, Vladimir Putin y Xi Jinping están imponiendo no solo el peso de sus países, sino el de sus personalidades respectivas.
Con alianzas visibles y menos evidentes, no es fácil definir las coincidencias y las discrepancias. El mundo no es unipolar, pero los centros de poder tampoco son muchos.
También hay personajes oscuros, a veces caricaturescos, como Volodomir Zelenski, y otros obstinados criminales como Benjamin Netanyahu.
Y suceden episodios inesperados, como el viaje de Trump a Oriente Medio, con superjets de regalo por una parte (“Solo un tonto no aceptaría esto”) y multimillonarios contratos por otra. Y resuenan las acusaciones de corrupción. Puede ser, por supuesto. Pero no hay duda de que es su estilo, una nueva escuela de realismo transaccional en la política exterior, ante la cual han caído viejos temas de la política de su país.
No se habla en las reuniones de Trump con las grandes y pequeñas monarquías del Golfo Pérsico de la excepcionalidad estadounidense. Se habla de negocios.
No es poca cosa. De hecho, comerciar es una forma muy antigua de hacer política en la región. Las primeras muestras de escritura cuneiforme no fueron para definir qué lugar ocupábamos en el mundo, sino para asentar cuánto trigo se le debía a un vecino asentamiento humano en la vieja Mesopotamia sumeria. O para que nadie pudiera llamarse a engaño sobre lo que el rey, en este caso Hammurabi, consideraba correcto o incorrecto en su sociedad.
Vi por CNN a una de sus periodistas estelares, Becky Anderson, que escandalizaba inquiriendo al primer ministro y ministro de relaciones exteriores de Qatar, Mohammed bin Abdulrahman bin Jassim Al-Thani, sobre el regalo del avión a Trump evaluado en 400 millones de dólares.
El ministro parecía sorprendido: ¿cómo que no se podían hacer regalos para privilegiar un negocio? “Una ‘transacción simple de Gobierno a Gobierno’ entre el Ministerio de Defensa de Qatar y el Departamento de Defensa de EE. UU.”.
Así ha funcionado durante milenios su mundo, donde los cheques suelen tener muchos ceros.
El inevitable Netanyahu
¿Una guerra con Irán para satisfacer a un genocida imparable como Netanyahu? ¿Usted habla en serio? ¿Incendiar la región después de convenir en contratos de cifras siderales con los ricos países árabes que rodean a Israel? De Trump solo ha visto Netanyahu la espalda.
El periodista Thomas Friedman, recurrente en mis artículos, ha titulado su última entrega en el New York Times “Este gobierno israelí no es nuestro aliado”.
El artículo está escrito en forma de carta a Trump, quien nunca ha sido santo de la devoción de Friedman:
“Hay muy pocas iniciativas que usted haya emprendido desde que asumió el cargo con las que estoy de acuerdo, excepto en el Medio Oriente. El hecho de que usted viaje allí la próxima semana y se reúna con los líderes de Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Qatar —y que no tenga planes de ver al primer ministro Benjamin Netanyahu en Israel— me sugiere que está empezando a entender una verdad vital: que este gobierno israelí se está comportando de maneras que amenazan los intereses incondicionales de Estados Unidos en la región. Netanyahu no es nuestro amigo”.
Agrega: “Es por eso que estoy impresionado por la forma en que le ha señalado a través de sus negociaciones independientes con Hamas, Irán y los hutíes que él no tiene nada que ver con usted, que usted no será su chivo expiatorio”.
Y concluye: “Porque este es el primer gobierno en la historia de Israel cuya prioridad no es la paz con sus vecinos árabes y los beneficios que traería una mayor seguridad y coexistencia. Su prioridad es la anexión de Cisjordania, la expulsión de los palestinos de Gaza y el restablecimiento de los asentamientos israelíes”.

Claro, la gran coincidencia es el desprecio hacia el pueblo palestino. Si no se define pronto, y no creo que su sufrimiento amaine, veremos una resurrección, casi una copia al carbón, del odiado y proscrito régimen de apartheid que se estructuró en Sudáfrica muchos años. Volveremos al tema algún día.
Trump negocia con Irán un acuerdo sobre desarrollo nuclear que, entiendo, será parecido al que logró Obama. No será fácil. Dos siglos y medio de imperialismo arrogante se enfrentan a 5 mil años de historia —y de diplomacia— persa.
Pero no parece que, al margen de la retórica que sube y baja, haya nadie más que el irresponsable gobernante israelí interesado en una guerra con un país con un peso extraordinario, tanto en la zona mesoriental como en Asia Central.
Para terminar con el recorrido por los países árabes, la mayor muestra de realismo la dio Trump cuando, echando a un lado la historia y el acoso de los idealistas neoconservadores, se reunió con Abu Mohamad Al Goulani (o Ahmed al Sharaa), proclamado presidente de Siria.
El petróleo sirio no es importante. Pero Siria, por historia y ubicación, es la puerta, el fiel de la balanza, del Oriente Medio.
Trump recibió sin remordimientos a un veterano de Al Qaeda, jefe de Al Nusra, una facción importante de la fundadora del terrorismo yihadista que llegó a su cargo en una conspiración de varios países (Rusia incluida), e interna, para expulsar a Bashar al Assad. Un “hombre joven, atractivo, duro, con un pasado fuerte, un luchador”, dijo Trump al describir a su interlocutor.
Pero este singular país dista de ser un tema resuelto, lo que no quita interés al recibimiento de Trump en Arabia Saudita de un hombre por el cual, incluso días después de su instalación en Damasco, Estados Unidos ofrecía 10 millones de dólares por una pista que condujera a su captura. Horas antes y para aumentar las sospechas y las teorías de la conspiración, se habían eliminado de golpe las sanciones estadounidenses a Siria.

Zelenski solo
Con Ucrania las cosas no sorprenden. La reunión de Estambul, que prometía ser al máximo nivel, se deshizo como el clásico merengue en la puerta del colegio. Creo que Putin nunca pensó seriamente en asistir para propiciar un escenario para la actuación histérica de Zelenski y el beneficio de sus aliados europeos. Sobre la marcha, Trump también declinó.
Zelenski no pudo hacer otra cosa que buscar la salida por el foro y la muy publicitada reunión se convirtió en una sesión de trabajo a nivel ministerial.
Por cierto, el entusiasmo de ingleses, de Macron y de otros países se fue disolviendo al tiempo que la reunión reproducía otra que las dos partes, rusos y ucranianos, con funcionarios del mismo nivel y en el mismo país, Turquía, habían celebrado en el 2022. Sus resultados, si Occidente no los hubiera saboteado, habrían sofocado la guerra y millones de personas aún vivirían.

Nada de esto es definitivo
Nuevas alianzas se están formando. Así parece, al nivel de los líderes del momento. Pero en Estados Unidos el verdadero poder no se ve.
El llamado Estado profundo, es decir, los invisibles dueños del dinero, los barones de los partidos, la tradicional institucionalidad norteamericana, que resiste las embestidas de Trump, no se retirarán de la batalla. Pero no parece que en este momento haya más resistencia a sus políticas que el poder judicial.
El desprecio a Europa, groseramente evidente en las palabras del vicepresidente J. D. Vance ante la Conferencia de Seguridad de Múnich el 14 de febrero de 2025, que generaron reacciones de malestar entre los líderes europeos, se volvió a reiterar.
Europa intenta decir lo suyo frente a Rusia, y se empeña en recuperar poder militar mediante un rearme impopular y costoso, con dinero de los contribuyentes, para una guerra futura que casi nadie espera y mucho menos desea.
En Europa, las elecciones por venir darán más poder a los partidos de ultraderecha, generalmente más cercanos a las tesis de Trump; mientras, en Estados Unidos, encuestas recientes dan cuenta de un derrumbe progresivo de su popularidad.
Y así, la famosa geopolítica se está reconstruyendo día a día. Todavía se mueven las placas tectónicas. Creo que aún no hemos visto lo mejor. ¿O lo peor?
***
PS: Por si no fueran muchas las complicaciones, un viejo y peligrosísimo conflicto reapareció entre dos potencias nucleares: India y Pakistán. Parecen, lo digo con precaución, haberse superado los eventos que lo causaron. Hablaremos de ello.