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El ministro de Defensa de Israel, Israel Katz, lanzó este jueves una amenaza directa contra la vida del líder supremo de Irán, el ayatola Ali Jamenei, tras una serie de ataques con misiles iraníes que impactaron un hospital en el sur de Israel y zonas residenciales cerca de Tel Aviv, dejando al menos 240 heridos.
Mientras los rescatistas evacuaban pacientes del Centro Médico Soroka, donde se atienden a los soldados heridos en la ocupación de Gaza, aviones israelíes intensificaron los bombardeos sobre instalaciones nucleares iraníes, marcando un nuevo y peligroso umbral en el conflicto regional.
Katz responsabilizó a Jamenei del bombardeo y aseguró que el ejército “ha recibido órdenes y sabe que para lograr todos sus objetivos, este hombre, absolutamente, no debe continuar existiendo”.
La declaración sin precedentes eleva el tono de la confrontación y plantea la posibilidad de un ataque selectivo contra la máxima autoridad política y religiosa de Irán. Según el presidente Donald Trump, los servicios de espionaje saben dónde se protege.
“Es un blanco fácil, pero allí está a salvo. No vamos a eliminarlo (¡matar!), al menos no por ahora. Pero no queremos que se disparen misiles contra civiles ni soldados estadounidenses. Nuestra paciencia se está agotando”, manifestó recién el mandatario a través de su red social Truth Social.
Por su parte, el máximo clérigo chií de Iraq, Ali al-Sistani, advirtió que cualquier atentado contra la dirigencia religiosa y política iraní tendría “graves consecuencias para la región” y podría conducir a una desestabilización total y al caos generalizado.
Grupos armados iraquíes, como el Movimiento al-Nujaba y Kataib Hizbulá, amenazaron con atacar intereses estadounidenses si Washington golpea a Jamenei o interviene en el conflicto.
Ataques a instalaciones nucleares: un nuevo frente
En paralelo a las amenazas, Israel intensificó sus ataques a instalaciones nucleares iraníes. El jueves, aviones israelíes bombardearon el reactor de agua pesada de Arak y dañaron la planta de producción de agua pesada en Khondab, según confirmó el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
Aunque el reactor no estaba operativo ni contenía material nuclear, OIEA advirtió que el ataque dañó edificios clave, incluida la unidad de destilación.
El reactor de Arak, rediseñado tras el acuerdo nuclear de 2015 para reducir el riesgo de proliferación, se había convertido en un punto de discordia desde que Estados Unidos abandonó el pacto en 2018.
Israel justificó los ataques como una medida para evitar que Irán desarrolle armas nucleares, mientras que Teherán insiste en que su programa tiene fines pacíficos, aunque enriquece uranio hasta 60 %, a un paso del nivel armamentístico, cifrado en 90 %.
Perspectivas diplomáticas y riesgos de escalada
El ministro iraní de Exteriores, Abbas Araghchi, anunció una inminente reunión en Ginebra con representantes de Reino Unido, Francia, Alemania y la Unión Europea, en busca de una nueva iniciativa diplomática. Sin embargo, el clima de amenazas y represalias mutuas dificulta cualquier avance negociador.
La OIEA ha instado a Israel a no atacar instalaciones nucleares iraníes, advirtiendo sobre el riesgo de una catástrofe regional.
“Nosotros no hemos tenido ninguna prueba de un esfuerzo sistemático (por parte de Irán) para avanzar hacia (la fabricación) de armas nucleares”, aseguró el martes el director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), Rafael Grossi, en una entrevista exclusiva con la cadena CNN.
Su declaración contradice las afirmaciones de funcionarios estadounidenses e israelíes, que acusan a la República Islámica de desarrollar un programa nuclear oculto con el objetivo de fabricar armas atómicas, imputación que Irán ha rechazado categóricamente.