En vísperas de la apertura de la nueva cárcel migratoria Alligator Alcatraz en los Everglades de Florida, cientos de ambientalistas, indígenas y activistas se congregaron en el Parque Natural de los Everglades para protestar contra lo que consideran una amenaza sin precedentes para el ecosistema y un retroceso en los derechos humanos de los migrantes.
La instalación, que podría comenzar a recibir hasta 3000 migrantes a partir del próximo martes, ha sido construida a toda prisa en un antiguo aeropuerto abandonado, en medio de una fuerte ofensiva migratoria impulsada por la administración federal y el gobierno estatal de Florida.
La protesta, que se desarrolló bajo un sol implacable, reunió a manifestantes portando carteles con consignas como: “Esta estafa nos costará 450 millones de dólares y arruinará nuestros preciosos Everglades”, “Continuar con el Alligator Alcatraz es criminal” y “Estos son campos de concentración en tierras indígenas”, recoge un despacho de la agencia española EFE.
Los activistas advirtieron que la construcción y operación de la cárcel migratoria tendrá consecuencias irreversibles para una de las reservas naturales más importantes de Estados Unidos, hogar de 36 especies nativas de animales y plantas amenazadas o en peligro de extinción.

El impacto ambiental es una preocupación creciente
La zona donde se erige Alligator Alcatraz —un área de poco más de 100 kilómetros cuadrados, situada a unos 70 kilómetros al oeste de Miami— forma parte del sistema de humedales más extenso del país y está reconocida internacionalmente como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Los Everglades son un frágil ecosistema que ya enfrenta presiones por el desarrollo urbano, la contaminación y el cambio climático.
La rapidez de la construcción es uno de los motivos de preocupación de los ambientalistas. El proceso, que apenas comenzó a mediados de junio, ha avanzado a un ritmo acelerado, con la instalación de tiendas de campaña y remolques.
Esas estructuras, según el fiscal general de Florida, James Uthmeier, permitirán albergar hasta 5 000 migrantes en total cuando se sume otro centro de detención anunciado para el campo de entrenamiento de la Guardia Nacional, al suroeste de Jacksonville.
Today I joined hundreds outside “Alligator Alcatraz.” Don’t use the Everglades as a backdrop for your cruel political theater. Thank you Betty Osceola for organizing us.
Enough is enough, DeSantis and Uthmeier. pic.twitter.com/hRl32jxjo6
— José Javier Rodríguez (@JoseJavierJJR) June 28, 2025
La decisión de construir el centro sin realizar una evaluación ambiental previa ha sido objeto de críticas y acciones legales.
Organizaciones como Friends of the Everglades y el Centro para la Diversidad Biológica han presentado una demanda para frenar el proyecto, argumentando que la Ley de Política Ambiental Nacional exige un estudio de impacto ambiental antes de cualquier intervención de esta magnitud.
La ofensiva migratoria: una prioridad nacional
El centro de detención Alligator Alcatraz es parte de una ofensiva migratoria sin precedentes en Florida y en todo el país. El gobernador republicano, Ron DeSantis, y su fiscal general, James Uthmeier, han sido figuras clave en la implementación de políticas duras contra los migrantes, alineándose con la administración federal del expresidente Donald Trump, quien ha ordenado la reapertura de la histórica prisión de Alcatraz y ha promovido la construcción de centros de detención en zonas fronterizas y remotas.
En lo que va de año, las autoridades de Florida han realizado cientos de arrestos de migrantes en lugares de trabajo, carreteras y tribunales migratorios.
El estado ha logrado acuerdos con más de 200 cuerpos de policía locales para colaborar con las agencias federales de inmigración en operativos conjuntos.
El objetivo, según DeSantis, es incrementar la capacidad de detención de migrantes en el país, pasando de 41 000 a un mínimo de 100 000 camas.
Protesta indígena y argumentos estaduales
Los activistas han denunciado las condiciones “inhumanas” que enfrentarán los migrantes detenidos en “Alligator Alcatraz”.
La instalación, rodeada de humedales, pantanos y una fauna peligrosa que incluye caimanes y serpientes, está diseñada para ser temporal y no cuenta con infraestructura permanente. Los migrantes quedarán expuestos al calor extremo del verano en Florida, a los huracanes y a los riesgos naturales del entorno.
“Tenemos que abogar por todos nosotros”, manifestó Betty Osceola, líder indígena del pueblo mikasuki, que habita la región.
“Busquen en su corazón para rezar por todas estas personas detenidas para que puedan volver a ser humanas otra vez”, añadió durante la protesta.
Osceola y otros líderes indígenas han denunciado que la cárcel migratoria se construye en tierras ancestrales y que su operación agravará la situación de vulnerabilidad de las comunidades nativas.
El gobierno de Florida ha defendido la construcción del penal como una medida necesaria para enfrentar lo que describe como una “emergencia” migratoria.
El fiscal general Uthmeier argumentó que la ubicación remota y la presencia de animales salvajes como caimanes y pitones actúan como “barreras naturales” que refuerzan la seguridad del centro.
“No es necesario invertir tanto en la seguridad perimetral. Si la gente escapa, solo se encontrará con caimanes y pitones”, afirmó Uthmeier con aires de cinismo en un video difundido en sus redes sociales.