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La victoria de Zohran Mamdani en las elecciones primarias demócratas para el cargo de alcalde de la Ciudad de Nueva York fue un triunfo para los progresistas y los demócratas más jóvenes, tanto en la Gran Manzana como en todo el país.
Nacido nada menos que en Uganda de padres indios, Mamdani se nacionalizó estadounidense en 2018 tras graduarse en Bowdown College, Maine. Se impuso con una plataforma que aboga por temas tales como la congelación de alquileres, el transporte público gratuito, el cuidado infantil gratuito, nuevas viviendas asequibles, nuevos supermercados municipales y un aumento de impuestos para los multimillonarios.
Fue sin duda una noche memorable para el senador Bernie Sanders y la representante Alexandria Ocasio-Cortez, quienes desde el principio lo apoyaron. Y para grupos progresistas como el Partido de las Familias Trabajadoras de Nueva York y los Socialistas Demócratas de América de la Ciudad de Nueva York.
Y lo más importante: varios analistas coinciden en señalar que los resultados de esas elecciones le han dado un impulso a la peculiar izquierda estadounidense, que de un tiempo a esta parte ha venido sufriendo derrotas en serie, incluyendo las de los exrepresentantes Cori Bush (Missouri) y Jamaal Bowman (Nueva York).
Zohran Mamdani se impuso en las primarias demócratas para la Alcaldía de Nueva York
Esa es la clave de este éxito. Los jóvenes posibilitaron que Mamdani se convirtiera en el primer millennial en ganar la candidatura demócrata a la alcaldía de la ciudad. Como se sabe, se trata de una franja generacional con el que los demócratas tuvieron dificultades en el pasado ciclo electoral. Su campaña, enfocada en las redes sociales, buscó conectar con demócratas de nuevo tipo en TikTok, Instagram y X.
Y lo logró, a pesar de la desventaja en cuanto a recursos. Numerosos jóvenes de alto perfil lo respaldaron, entre ellos el activista David Hogg, la misma Alexandra Ocasio-Cortez, la modelo y actriz Emily Ratajkowski y Ella Emhoff, la hijastra de la exvicepresidenta Kamala Harris.
Fuera del juego
Como era de esperarse, una de las primeras reacciones adversas a su triunfo fue la del presidente Donald Trump, quien en su red social empleó un arsenal de adjetivos despectivos. Los mismos que le reiteró el domingo pasado en charla con la periodista Maria Bartiromo, de la Fox:
PRESIDENTE DONALD TRUMP: Es un comunista. Creo que es muy malo para Nueva York. No sé si entrará —es inconcebible—, pero es un comunista. Y es un comunista puro. Nunca había oído hablar de él. No sé quién es.
MARIA BARTIROMO: Bueno, dijo que va a luchar contra ICE. No va a permitir…
PRESIDENTE DONALD TRUMP: No lo logrará.
MARIA BARTIROMO: Y dijo que si Benjamin Netanyahu viene a Nueva York, lo arrestará.
PRESIDENTE DONALD TRUMP: Es un lunático de la izquierda radical.
Por su parte, el subjefe de gabinete de la Casa Blanca, Stephen Miller, describió a Mamdani como un “anarco-socialista”, mientras que Mike Marinella, secretario de Prensa del Comité Nacional Republicano del Congreso, declaró: “Si se diseñara el Partido Demócrata moderno en un laboratorio, se obtendría a Zohran Mamdani: antisemita, antipolicial y antiestadounidense. Todo demócrata vulnerable de la Cámara de Representantes lo reconocerá, y todo demócrata que se presente a las primarias le temerá”.
El objetivo político se dirige aquí a vincular a Mamdani con demócratas vulnerables antes de las elecciones de medio término de 2026. “Hago un llamado a Kathy Hochul [gobernadora de Nueva York] y a todos los demócratas de Nueva York para que declaren de inmediato si respaldan a Zohran Mamdani para la alcaldía de Nueva York y todas las políticas socialistas radicales que ha respaldado en su campaña”, escribió en X el representante Mike Lawler, republicano por Nueva York, quien podría lanzar su candidatura a la gobernación.
Et tu, Brute?
La bola no quedó en ese terreno. La senadora demócrata neoyorquina Kirsten Gillibrand acusó a Mamdani de llamar a la “yihad global” y dijo que era “un político peligroso que apoyaba la violencia”.
“La simple frase ‘intifada global’ [‘levantamiento’ o ‘rebelión’ en árabe] es ‘violenta’ y ‘destructiva'”. “No importa el significado que tengas en tu mente, lo importante es cómo se percibe la palabra. Cuando se usa esa palabra, para muchos judíos estadounidenses y neoyorquinos judíos, significa que eres permisivo con la violencia contra los judíos”, afirmó.
Pero Mamdani, quien en efecto ha participado activamente en el movimiento por los derechos de los palestinos, no pasó por esos predios, sino afirmó que la frase “globalizar la Intifada” solo reflejaba el deseo de los palestinos por igualdad de derechos.
Algunos comentaristas acusaron a la demócrata de intolerancia; otros pidieron su dimisión. “Debería dimitir por difamar a Zohran Mamdani como terrorista”, dijo Mehdi Hasan, editor jefe de Zeteo. “Nunca ha invocado una ‘yihad global’. Esto es una difamación racista, islamófoba y repugnante de una senadora demócrata en funciones”.
Otro periodista intervino. “Me veo obligado a decir que no encontramos ninguna prueba de que haya apoyado a Hamás o a la yihad violenta”, dijo James Charles Lehrer, de PBS News, conocido entre otras cosas por su papel como moderador de debates durante las campañas electorales presidenciales.
Después, la directora de comunicaciones de Gillibrand reconoció que la senadora se había “expresado mal”. “El Sr. Mamdani le aseguró que, de ser elegido, protegería a los judíos y a todos los residentes de Nueva York”.
Pero las resistencias no terminaron ahí. El líder de la minoría demócrata de la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, expresó su reticencia: “Realmente no nos conocemos bien”. Y añadió: “Globalizar la intifada a modo de ejemplo no es una expresión aceptable”.
Lo cierto es que de entonces a acá sectores del establishment demócrata han venido argumentando que la elección de Mamdani es un regalo para la Administración Trump.
“Esta es una noticia fantástica para la Administración Trump: tendrán una especie de versión musulmana de AOC [Alexandria Ocasio-Cortez], una persona que desfinancia a la policía, y que es pro-palestina, pro-Gaza, pro-Hamás, manifestante, que quiere supermercados socialistas, transporte público gratuito, congelación de alquileres y todo eso”.
“Lo usarán como hombre de paja, un chivo expiatorio, un chico de cartel. Es como si el Partido Demócrata tuviera un deseo de muerte. Y como si la ciudad de Nueva York también tuviera un deseo de muerte”, dijo uno de sus portavoces.
Aseguran, por último, que sería un error interpretar la victoria de Mamdani como una señal de que el resto del país está listo para acoger a otros socialdemócratas.
El turno de Mamdani
“No, no lo soy” [comunista], dijo Mamdani en una entrevista en un programa de TV. “Ya he tenido que empezar a acostumbrarme a que el presidente hable de mi apariencia, de cómo hablo, de dónde vengo, de quién soy, en definitiva, porque quiere distraer la atención de todo aquello por lo que lucho. Lucho por la misma gente trabajadora a la que él quería empoderar, y a la que ha traicionado”.
Seguidamente aclaró: “Me considero socialdemócrata en muchos sentidos, inspirado por las palabras del Dr. King de hace décadas, quien dijo: ‘Llámenlo democracia o llámenlo socialismo democrático. Tiene que haber una mejor distribución de la riqueza para todos los hijos de Dios en este país'”.
Para finalmente precisar: “Como musulmán que creció después del 11S, estoy muy familiarizado con la forma en que las palabras árabes pueden tergiversarse, distorsionarse y usarse para justificar cualquier tipo de significado”, añadió.
La solicitud
La joya de la corona la puso el congresista republicano Andy Ogles, identificado con la llamada alt-right. Le envió una carta a la fiscal general Pam Bondi solicitando una investigación a fin de determinar si Mamdani debería ser sometido a un proceso de desnaturalización. Alega unas letras de rap “de hace ocho años” que, según Ogles, “podrían constituir apoyo material al terrorismo”.
Chocante, sin dudas. Pero no es una iniciativa salida del aire. Se monta en una directiva de principios de junio del Departamento de Justicia dirigida a “intensificar al máximo los procesos de desnaturalización”.
Según abogados y expertos, esta política podría ampliar de manera significativa las circunstancias bajo las cuales los estadounidenses naturalizados podrían perder su ciudadanía. Y plantea, por supuesto, problemas constitucionales de distinto orden.
Un dato adicional: esos casos no tienen derecho a un abogado, lo cual significa que los acusados sin recursos a menudo se enfrentan al Gobierno sin representación legal.
Los juicios, por otra parte, se hacen sin un jurado. Los jueces toman las decisiones de ciudadanía por sí solos. La “carga de la prueba” es “evidencia clara y convincente”, no el estándar penal de “más allá de toda duda razonable”.
“Cosas veredes, Sancho”, le dijo una vez el viejo flaco de la adarga a su escudero.