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Los presidentes Donald Trump y Vladimir Putin, de Estados Unidos y Rusia respectivamente, acordaron reunirse el próximo día 15 de agosto en Alaska para intentar avances significativos en la búsqueda del fin de la guerra en Ucrania.
Entre las peculiaridades de la negociación figuran las ausencias del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y de Europa, escenario del conflicto, aliada de Ucrania y, junto con EE.UU., uno de los pilares que sostienen militar, económica y políticamente la lucha ucraniana. Ese hándicap se suma a la enorme distancia de las posiciones de uno y otro contendiente.
Las propuestas de ambos países están contenidas en los memorándums intercambiados por las delegaciones de ambos países durante el segundo encuentro directo en Estambul.
Las demandas de Rusia son: reconocimiento como rusos de los territorios de Crimea, Donetsk, Luhansk, Zaporiyia y Jerson, conquistados por tropas rusas, lo cual incluye el reconocimiento internacional (supongo que por la ONU). Renuncia de Ucrania a ingresar en la OTAN. No permitir en su territorio armas nucleares ni tropas extranjeras.
Rusia aspira además a influir en cuestiones internas, entre ellas la llamada desnazificación de Ucrania.
Además de la anexión de los territorios de Crimea, Donetsk, Luhansk, Zaporiyia y Jerson, por donde se dibujará una nueva frontera entre Rusia y Ucrania, Rusia aspira a establecer una “Zona de amortiguamiento”, cuya extensión y trazado están por definirse”.
Las posiciones ucranianas son más simples, limitándose a demandar la retirada de las tropas rusas de su territorio, el rechazo a ceder partes de sus tierras y, como los demás estados, ejercer los derechos asociados a la igualdad soberana, la soberanía, la independencia y la autodeterminación consagrados en la Carta de la ONU.
En cuanto a Estados Unidos, que, aunque no tiene una agenda particular para las negociaciones, parece más inclinado a las posiciones rusas en materia de anexión de territorios, neutralidad y no proliferación nuclear, su trabajo será tratar de moderar el maximalismo ruso y flexibilizar las posiciones de Ucrania para que, como ha dicho Trump: “Firme algo”.
Recientemente, incluso después del anuncio del encuentro pactado para el próximo viernes 15 en Alaska, Rusia ha ratificado su posición y el presidente ucraniano la suya: “La respuesta a la cuestión territorial, ya está en la Constitución… Los ucranianos no entregarán su tierra al ocupante…”
Por su parte, Vitali Klichkó, alcalde de Kiev, aseguró que “Zelenski tendrá que tomar decisiones difíciles y no puede contar con el apoyo de la gente… una parte de la cual nunca estará dispuesta a ceder ninguna parte de nuestro país…”
Incluso, aun cuando en algún momento Zelenski aceptara lo acordado, el presidente Putin objeta su legitimidad como presidente porque, debido al Estado de Emergencia vigente en Ucrania desde 2022, no se efectuaron las elecciones presidenciales programadas para 2024, por lo cual, para el presidente Putin, existen dudas de la validez de su firma en cualquier acuerdo.
Hay quienes, sin considerar multilateralmente la situación interna y los balances de fuerzas políticas en Ucrania, asumen que el presidente Zelenski es prescindible; incluso hay expertos, como el periodista Seymour Hersh, que, citando fuentes de Washington, sugieren que el presunto sucesor pudiera ser el excomandante en jefe de las fuerzas armadas y actual embajador ucraniano en el Reino Unido, Valeri Zaluzhny. También se mencionan otros funcionarios ucranianos.
Lo que ningún estratega explica es cómo será instalado en el poder y qué capacidad de convocatoria podrá tener para generar consensos un gobernante que, en tiempos de guerra, cuando está en juego la independencia y la soberanía del país, debute plegándose a demandas extranjeras.
Excluido un golpe de Estado que sería inaceptable para Ucrania y Europa, el relevo deberá efectuarse a tenor con la Constitución, por vías institucionales.
Pudiera ocurrir que la mediación norteamericana fracasara. ¿Tiene Trump un plan B? ¿Habrá un ultimátum para Zelenski o se relanzará el que involucró a Rusia? ¿Se retirará Estados Unidos y la guerra quedará en manos de Europa? ¿Qué ocurrirá? Hay más preguntas que respuestas. Bienaventurados quienes promueven la paz. Allá nos vemos.
*Este texto fue publicado originalmente en el diario ¡Por esto! Se reproduce con la autorización expresa de su autor.