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La cantante, compositora y violinista Ana Karla Recio Monier (La Habana, 22 de abril de 1999), conocida como Ana Monier, fusiona jazz, sonidos urbanos, neo soul y raíces cubanas en sus propuestas musicales. A pesar de su corta edad, lleva varios años dedicándose al arte y ha sido reconocida por su desenvolvimiento en la escena alternativa cubana. Su obra está presente en plataformas digitales como Spotify, YouTube y Apple Music.
Con canciones como “Tú”, “Ya no somos nada” y “Tu peluquera”, su música se caracteriza por una estética íntima, experimental y emocional, con una fuerte presencia instrumental y lírica.
Ana decidió emprender nuevos caminos y perfeccionar su lado profesional, y hoy se encuentra en México, desde donde cuenta cómo ha sido el proceso artístico que ha enfrentado desde su niñez hasta la actualidad.
¿Cómo fue tu formación profesional en la música?
Desde los 7 años estaba en los talleres de la escuela Manuel Saumell, en La Habana. Ahí comencé mis estudios en la especialidad de violín y, como instrumento complementario, aprendí piano. Lo hice prácticamente a la par, aunque no tenían el mismo nivel de exigencia, pero sí era bastante completa la enseñanza, pues nos permitía también aprender sobre el piano, la historia de la música cubana y en general.
Me gradué, pasé de nivel y estudié en el Conservatorio Amadeo Roldán, donde continué en la especialidad de violín. Al año de graduarme inicié mi Licenciatura en Composición Musical en el Instituto Superior de Arte, estudios que mantengo en la actualidad.

¿En qué momento decides qué géneros musicales desarrollarías como artista?
Desde nivel elemental había una jazz band en la escuela; ese fue mi primer acercamiento al jazz. La banda no tenía violinista, pero nos invitaban a las actividades. Tuve compañeros que eran muy fanáticos del jazz y a mí también me empezó a gustar; fue el primer género que dije: “cuando sea grande quiero tocarlo”.
También me gustaba mucho la música cubana, que me influyó bastante. En la escuela nos dirigió Irving Frontela, violinista de Los Van Van, y siento que me inspiró a querer aprender cómo se tocaba nuestra música.
Después del jazz, empecé a escuchar R&B. Desde niña oía a Beyoncé y a Nina Simone. Recuerdo que lo descubrí porque tenía canciones aleatorias en la computadora que no sé cómo llegaron ahí, y a partir de entonces todo se fue desarrollando.
Aún no estoy decidida por un solo género, porque mi estilo es una mezcla de lo que me gusta, de lo que escuché y de lo que me formó. Ahora mismo estoy en una etapa en la que deseo ampliar más mi horizonte. En mis interpretaciones en vivo me han dicho que se nota mucho que estudié música clásica, y es algo que siempre estará ahí.
Cuando lancé mi primera canción estaba compartiendo mucha música neo soul y new jazz, y quería que estuviera influenciada por esos estilos más modernos, digitales, con un beat diferente a lo que había escuchado antes. Me gustó tanto ese estilo que me ha seguido acompañando en mis demás canciones.
¿Cuánto frena el desenvolvimiento de un artista en la industria musical el hecho de no hacer temas con ritmos más comerciales?
El hecho de no elegir géneros o ritmos más comerciales hace que menos personas se identifiquen con tu música. Pero también he visto y aprendido que eso depende mucho de la manera en la que promueves tu obra.
Hablando más como industria, la forma en que promociones lo que haces influye demasiado. Puedes ser súper comercial y no llegar a la audiencia ni abrirte camino. Creo que depende mucho de la autogestión y de cuánto aprendas las habilidades y adquieras herramientas que se necesitan más allá de la música.
Hay mercados para todo. Hacer música no tan comercial ayuda a diferenciarte un poco, porque, precisamente al ser lo que más abunda y llena el mercado, la gente se queda impactada y le llama la atención.
Estoy en el proceso de ver eso como algo positivo y no como un freno, aunque sí puede hacerte sentir intimidado. Estoy en México para aprender a gestionar mejor mi carrera, mi producto, mi música, y creo que cada día voy a encontrar menos impedimentos, aunque no sea tan comercial.
¿Cómo logras mezclar el violín en tus creaciones y presentaciones?
Es algo muy curioso, porque en ninguna de las canciones que he lanzado toco el violín. Lo considero parte de mi personalidad. En este momento, que estoy al inicio de mi carrera, he querido decantarme más como productora y cantante, porque llevo cantando menos de la mitad del tiempo que llevo tocando violín, y he estado en el proceso de descubrir más mi voz.

En las presentaciones en vivo, es todo lo contrario: cuando pasa un tiempo y no toco el violín, las personas me lo piden. El instrumento tiene un protagonismo grande, no tanto como la voz, pero impacta bastante; a la gente le gusta y yo lo disfruto mucho.
Me siento más cómoda y libre cuando toco en vivo que al grabar, aunque lo he hecho colaborando con otros artistas en otras producciones. En cualquier momento le pondré más violín a la música que grabo y comparto en las plataformas.
En tus fotos y videos podemos notar un marcado estilo. ¿Cómo surgió? ¿Está inspirado en algunos artistas o guarda más relación con tu personalidad?
Cuando decidí presentarme con mis canciones no me planteé tanto el estilo, sino más bien el hecho de ponerme atuendos, crear patrones que hicieran que las personas me identificaran fácilmente, como las trenzas rosadas o incluso peinados que marcan una estética de cabello afro. No me gusta alisármelo. También las gafas.
A la hora de inspirarme sí pensé en artistas como Nathy Peluso, Rihanna, Willow Smith…, pero no creo que me influencien directamente. El objetivo siempre fue que la gente supiera que era yo y no me confundiera. Es algo que tiene que ver con la diferenciación en medio de una industria donde hay tantos artistas.
No podemos lanzar canciones y ya; tenemos que mostrar una imagen, salir en videos, entrevistas, para defender la música y tratar de que las personas te recuerden e identifiquen.
En 2024 ganaste un Premio Cuerda Viva en la categoría de Agrupaciones Noveles. ¿Qué representó para tu carrera este reconocimiento?
Fue algo súper inesperado. Ese día tenía que tocar en la gala con la agrupación El Trombón de Santa Amalia y en un homenaje a Irakere con diferentes artistas. Cuando llegué al teatro me puse tras bambalinas, en el camerino, a arreglarme. El premio de Artistas Noveles fue al inicio, pero como tenía que tocar al final, no estaba pendiente de la gala. De repente me llaman y, como estaba tan entretenida, no me dio tiempo de salir al escenario. Me dio muchísima vergüenza y tristeza; fue también mi primera nominación en unos premios y no estaba preparada, no me lo esperaba, sentía que no iba a ganar.
Una amiga que estaba en el teatro me escribió que me acababan de dar el premio. Me dio mucha alegría haberlo obtenido. Que reconocieran mi trabajo fue súper importante, porque Cuerda Viva y los premios son el espacio en Cuba que agrupa la música de la que formo parte, y me dio orgullo. De niña siempre había visto a artistas reconocidos en la gala, tocando, y haber hecho ambas cosas ese día fue significativo.
Estoy muy agradecida con el programa, el colectivo y las personas que votaron por mí para este premio.
¿Cambió algo dentro de tu desarrollo como artista?
A partir del premio me sentí más responsable, más observada. Cuando tienes un logro así, te ayuda a autoconvencerte de que estás haciendo bien las cosas; te da más fuerzas para seguir, perseverar y ponerle ímpetu y esfuerzo a tu trabajo.
Después del premio fui más enfocada, motivada y consciente de la responsabilidad que eso conllevaba. El hecho de estar en ese escenario hace que uno sienta el compromiso de hacer las cosas bien, de ser real y leal a uno mismo, a su esencia y a la música, y de esforzarse para que las producciones, las presentaciones en vivo y cualquier intervención que uno haga como artista tengan calidad.
Por otra parte, decidirme a ser artista independiente me dio muchísimas más herramientas. Cuando me llaman para tocar con otras bandas, como ya sé lo que es tener la mía propia, soy más consciente, empática y comprometida, porque entiendo qué hay detrás de ese esfuerzo y de esa carrera.
Antes de esta fase ya había dirigido proyectos y, cuando hice conciertos en otros escenarios en el papel de directora, aprendí a ser más paciente. Eso me ha dado madurez como músico y como persona; es algo que te hace medir tus acciones, tu comportamiento, tu trabajo como profesional y tu compromiso hacia él.

¿Cómo describirías el espacio para las mujeres jóvenes en la música alternativa cubana?
Debería haber un espacio más sólido y mayor visibilidad. Soy una persona que apoya a sus colegas; me gusta estar al pendiente, escucharlas, colaborar con ellas en lo que necesiten. Pero creo que debe haber más apoyo desde las instituciones y desde los espacios donde se presenta la música en vivo.
Falta mucho para que las mujeres podamos brillar en la música alternativa en Cuba, sobre todo las jóvenes. No tener apoyo hace que nos volvamos más creativas, resilientes y perseverantes, porque cuando careces de presupuesto tienes que buscar la manera de que funcione.
Me gustaría que la comunidad de artistas jóvenes cubanas fuera más unida para no depender de nada ni de nadie externo. Creo que eso haría más fuerte al movimiento y que todas nos volviéramos más sólidas en el género, que destacáramos.
¿Cuáles son las principales emociones que te mueven a la hora de crear?
Siempre fui la típica niña con su diario, que todos los días escribía para desahogarse, ese espacio donde uno se vaciaba y sacaba pensamientos. Cuando empezaron los primeros desamores y despechos escribía por pura necesidad, para no explotar. A raíz de eso empiezan a nacer las canciones. Escribía primero poesías y después les hacía melodías, y así, poco a poco, empecé.
Lo que me mueve es lo real, lo que siento, lo que me impacta, no solo sobre mí. He escrito canciones a mis amigos cuando han estado pasando por determinados momentos. Cuando uno es empático y tiene una relación estrecha con alguien, lo que siente esa persona también te impacta.
He hecho ejercicios de composición, pero siempre buscando esa emoción dentro. Lo que he escrito ha sido desde lo más intrínseco y me ha servido como ejercicio, terapia, catarsis. Un profesor me dio el consejo de canalizar emociones en la música y eso me marcó muchísimo. Cada vez que tengo algo que me esté ardiendo, compongo.
He escrito más sobre cosas que me han marcado negativamente. “Tu peluquera” y “En aras de querer” fueron canciones de un momento de mi vida no tan alegre, pero en el que estaba tratando de salir adelante y ver lo bueno en esos instantes; me dieron esperanza.
Desde tu experiencia, ¿cuál es el sacrificio más grande que debe hacer un joven si desea dedicarse al arte?
Si hablamos de la carrera, sí hay que hacer sacrificios, porque no siempre es posible llevar un trabajo estable y la carrera a la vez; a veces hay que sacrificar una. Dedicarnos a la música conlleva estar preparados para tomar ese tipo de decisiones. Tener tu espacio como artista independiente, abrirte camino y dedicarte a eso por completo es un proceso, y hay que ser consciente de él.
Se necesita paciencia, perseverancia y disciplina, y tener claro qué pasos darás en el presente para poder dedicarte por entero a la música. Siento que he tenido suerte en mi proceso por haber estado desde niña en el ambiente musical.
El que viene de fuera de la música debe ser consciente de que tiene que desarrollar habilidades sociales para crear relaciones, una red de contactos, que te conozcan. Siempre he sido tímida, pero cuando se trata de mi carrera me transformo, porque lo exige. Sacrifico un poco mi personalidad.

Cuando era niña me gustaba mucho el deporte, pero no me dejaban practicar, sobre todo en actividades que implicaban las manos, porque podía dañarlas. Quizás no tuve la infancia más dedicada a jugar, porque tenía que estudiar y sacrificar, por ejemplo, vacaciones. Ahora me pasa lo mismo: tengo que limitarme y cuidar mi salud. Pero todo va de saber equilibrar quién eres y tu lado artístico.
¿Qué te gustaría que sintiera alguien que escucha tu música por primera vez?
Esa vibra que los aproxime, que se sientan identificados o que los lleve a un sentimiento. He escuchado canciones que no tienen relación con lo que experimento en ese momento, pero me traen recuerdos de emociones. Me gustaría que las personas sintieran ese calorcito de donde vengo, esa raíz, mi esencia.
Creo que el objetivo de todo artista es crear un puente, que a través de tu música puedas emocionar a las personas. Con eso soy feliz: con que la bailen, la canten y la dediquen. Eso quisiera transmitir: vibras bonitas y, sobre todo, mucho amor.
¿Hay alguna canción que consideres tu carta de presentación?
Siento que cada canción que he escrito me representa muchísimo; todas son parte de quién soy. Pero si tengo que elegir una, sería “En aras de querer”, porque tiene toda esa energía que me gusta transmitir en mis conciertos: una parte romántica, pero a la vez enérgica, bastante jazz, movida, que te hace despertar.
Esa dualidad de tranquilidad y energía la convierten en mi carta de presentación, porque refleja mis dos facetas. Mis shows también son así: me gusta hacer canciones sentidas, sola con el piano, y otras bien arriba, que se puedan bailar. Dentro del estilo de esa canción me inspiré en artistas que me estaban motivando en ese momento, como la banda Hiatus Kaiyote. Forma parte de lo que me gustaba y sigue gustándome.
¿Cómo y cuándo llegas a México?
Llegué a México a finales de 2024. Vine porque quería conocer. Hacía tiempo que me hablaban del país y quería curiosear, ver qué había más allá del mar. Vengo de una isla y uno tiene esa necesidad de indagar. Este país me llamaba la atención además de ser de habla hispana, lo que me permitía explorar qué hacer con mi música, compartir con las personas y conectar de manera más sencilla y directa.
Vine, me gustó y estoy pasando una temporada por acá, por el momento. Siempre la vida sorprende, no sé dónde estaré mañana, pero me ha gustado mucho la experiencia. Creo que es un país con una cultura hermosa, lleno de arte.
¿Qué oportunidades se han abierto en esta nueva etapa?
Esta etapa ha sido demasiado buena. He tenido la oportunidad de conocer artistas, he vivido experiencias en la música y en el mundo creativo. Aquí he estado componiendo muchísimo, participé en campamentos de canciones donde se reúnen compositores, y eso me ha traído contactos y vivencias increíbles. Entré en contacto con personas de muchos países y conocí otros idiomas, culturas y formas diferentes de ver la música.
México me ha abierto muchísimas puertas y enseñanzas. He estado compartiendo en eventos como el Emerging Talent Intensive Program de la Fundación de los Latin Grammy y Berklee Global. Tuve la oportunidad de ver y aprender mucho sobre la música y la industria en general. Es un paso muy especial en mi carrera y sigo aprendiendo, tratando de aprovechar todo.
Ha sido una enseñanza en lo personal: saber ver los caminos y tener valentía al defender lo que hago y respetarlo.
Si tu voz pudiera hablarle directamente a las niñas que sueñan con cantar, ¿qué les dirías?
Que han elegido una carrera súper bonita. Tener el poder de la música, de acercarse a las personas a través de ese lenguaje universal, es muy hermoso y conlleva una gran responsabilidad. Les diría que valoren ese poder y lo tomen con compromiso, porque cuando uno se para en un escenario y saca su voz a la luz, al público, tiene que pensar en cuál es el propósito, qué queremos crear en él, qué huella queremos dejar.
Siento que el mundo necesita huellas de amor, de paz, que inviten a las personas a sentir. Esta es una carrera de resistencia: que no se cansen, que a pesar de que muchas puertas se cierren, una tiene que seguir.
Hay que trabajar la autoestima como persona y como artista, respetar los procesos y, sobre todo, saber que no todo es talento: hay que estudiar, ponerse metas, mantenerse motivada, no acomodarse. Debemos tener la humildad de seguir trabajando en nosotros mismos, de ser mejores profesionales cada día y dar lo mejor al público.
Si tienes un sueño o un deseo y crees que es posible, es muy probable que así sea, si realmente crees en ello.