Cuba enfrenta una crisis histórica en la producción de huevos con recientes y aún escasos modelos cooperados como principal esperanza, reconoció un extenso reportaje publicado este lunes en el periódico Trabajadores.
La industria avícola cubana lidia con su peor escenario en décadas. Desde un récord histórico de más de 2700 millones de huevos en 1991, la producción se ha despeñado hacia una cota de apenas 385 millones el año pasado, un descenso que ha dejado a buena parte de los cubanos sin acceso regular a un alimento básico y nutricionalmente esencial.
Aunque a inicios de este mes se reinició “pálidamente” la distribución racionada de huevos en la Isla de la Juventud, el reporte admite que para lo que resta de año las expectativas resultan “sombrías” en el país pues “no se prevé ninguna entrega” por la canasta familiar normada.
No obstante, la crisis encuentra destellos de esperanza en un modelo de producción cooperada.
Esa fórmula, que involucra actores estatales y privados, muestra ya algunos avances, aunque todavía anecdóticos, en la reposición de la masa aviar y la mejora de la oferta en provincias como Artemisa y Las Tunas.
Estadísticas en caída libre
Jorge Luis Parapar, presidente del Grupo Avícola del Ministerio de la Agricultura, no oculta la gravedad del panorama con estadísticas deprimentes.
“Los números no engañan. Hoy la avicultura cubana no es eficiente, debido a que todas sus empresas incumplen sus pronósticos más reservados. En los últimos cinco años, la masa animal disminuyó entre un 25 % y 30 %; el país dispone ahora de 5.4 millones de ponedoras menos”, explica.
La crisis de la producción camina de la mano con la ausencia de financiamiento para la fabricación de alimento balanceado, factor clave para mantener vivas a las gallinas.
“Sabemos producir huevos, pero todo en la avicultura se importa, y la falta de dinero socava sobremanera el programa”, señala Parapar al periódico Trabajadores.
El cierre masivo de plantas productoras de pienso ha obligado a una dependencia casi total de importaciones y a la articulación con pequeños y medianos empresarios y cooperativas, algunos estatales y otros privados.
Una fórmula para sobrevivir
Desde finales de 2024, un nuevo modelo de gestión se abre paso discretamente. “Ellos ponen el alimento, y nosotros ponemos la gallina, la tecnología y la mano de obra”, explica Parapar López sobre el esquema de producción cooperada.
Bajo esta fórmula, los proveedores del alimento reciben el 70 % de la producción, mientras la avicultura retiene el 30 % herencia de la masa animal, infraestructura y tecnología ya existentes como una solución de continuidad.
Entre noviembre y enero pasados, se incorporaron un 1 310 000 gallinas nuevas dentro de esta modalidad, el 65% de las existentes en ese momento. Ya para junio de este año se habían producido 109.3 millones de huevos, el 64 % del total del país, lo que ha beneficiado programas sociales como el materno infantil, dietas médicas y consumo social, según indicó Trabajadores.
En Artemisa, un ejemplo de éxito local dio señales de recuperación. Efrén Naranjo Rodríguez, director de la empresa avícola provincial Aviarte precisó que “en seis meses la producción creció cuatro veces” y se llegó a producir 105 mil huevos diarios.
Aun así, reconoce que sigue siendo “casi una utopía cumplir con la canasta familiar normada”.
Crisis del huevo: la salvación pasa por el maridaje con el capital privado
Por su parte, William Licourt, dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores Agropecuarios, asegura que han diseñado acciones para optimizar los recursos: “Con una producción deprimida debimos reordenar la fuerza laboral para cuidar el pienso y evitar desvíos. Reiniciamos un prometedor autoabastecimiento de alimentos que permite estabilidad”.
Uno de los esfuerzos fundamentales está en la protección de la genética avícola. Denys Santos Milán, director de la Empresa Avícola, Genética y Pie de Cría, resalta que su entidad está a cargo “de la mejora continua de las líneas puras, entregando pollitos de calidad a siete empresas provinciales que sostienen la producción.”
“La genética es vital. Si perdemos las líneas puras, lo perdemos todo,” alerta Santos, quien recuerda que el mantenimiento de estas razas es la base para una recuperación productiva sostenible.
Futuro incierto: ¿serán los huevos otro Ulises?
Pese a avances tácticos, la crisis productiva persiste y el mercado sigue dependiendo principalmente de las importaciones desde países como Colombia y República Dominicana.
Los precios en el comercio minorista, donde las mipymes y actores privados dominan, son muy altos, con un cartón de 30 unidades que puede costar entre 2500 y 3500 pesos, algo inaccesible para la mayoría en Cuba, donde el salario promedio mensual es de aproximadamente 6506 pesos (CUP), unos 17 dólares estadounidenses al tipo de cambio informal vigente en la isla.
En este escenario, Yanelys Castillo, directora de producción en Ciego de Ávila, califica la producción cooperada como fundamental: “Nos permitió acopiar más de 14 millones de huevos, el 159.6 % de lo planificado entre enero y junio”. Pero la dependencia de importaciones para el pienso, la falta de financiamiento, y la deuda millonaria de algunas entidades limitan la estabilidad.
La producción avícola cubana ha sufrido un retroceso tal que la ha retrocedido a niveles tan chatos como los de hace seis décadas, con cadenas productivas desarticuladas y consumidores enfrentando precios prohibitivos.
La alianza entre el sector estatal y empresarial privado abre entonces una vía para remontar, al menos puntualmente, la crisis, con la genética y el control de calidad como pilares.
Jorge Luis Parapar aplica una simple racionalidad incontestable: “Si no aumentamos la masa aviar, no habrá recuperación”. ”Pero estamos en el camino: trabajando con el sector privado, protegiendo nuestra genética y movilizando la fuerza laboral”, afirma.
En los años 80, la gente rebautizó a la mantequilla como Ulises, el personaje homérico que tardó 20 años en regresar a su hogar en Ítaca, luego de un sinfín de peripecias. Tal vez, el huevo en Cuba pueda competir hoy por igual analogía.
Por lo pronto, Naranjo Rodríguez, director de la Empresa Avícola de Artemisa (Aviarte), es capaz de captar “una tenue luz en el futuro” en términos productivos, aunque el reportaje no aclara cuán optimista o pesimista suele ser el funcionario cuando de economía doméstica se trata.
Increíble. Más de 5 millones de gallinas q desaparecen. Me pregunto si no podían prever q sin alimentos esto ocurriría y adoptar alguna medida para darle a la población la posibilidad de criar las aves. No comprendo cómo se puede ser tan indolente cdo es sabido q el pueblo pasa hambre. Es q acaso a nadie le importa q se pierdan animales por falta de la debida atención??? No es hora de hacer algo distinto para obtener nuevos resultados???