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El Tribunal Supremo de Brasil comenzó este martes un histórico y trascendental juicio contra el expresidente Jair Bolsonaro por liderar una organización criminal dedicada a intentar un golpe de Estado tras su derrota en las elecciones presidenciales de 2022.
Con cargos que incluyen el intento de abolir violentamente el Estado democrático de derecho y daños al patrimonio público, Bolsonaro se enfrenta a una posible condena de más de 40 años de prisión.
En medio de este proceso judicial, Estados Unidos impuso aranceles punitivos del 50 % a exportaciones brasileñas en clara represalia por lo que considera una “cacería de brujas” y una interferencia judicial contra el líder ultraderechista.
El proceso culminará este viernes con la votación definitiva de los cinco magistrados que decidirán el futuro político y legal del exmandatario.
La trama criminal: un complot para perpetuarse en el poder
El juez instructor Alexandre de Moraes, primer magistrado en votar, definió claramente la naturaleza criminal del caso al calificar a Bolsonaro como “líder de una organización criminal” que durante meses articuló un plan jerarquizado para anular el proceso democrático.
Según el tribunal, Bolsonaro y siete coacusados estuvieron al frente de una conspiración que incluyó la redacción de decretos ilegales, la planificación de asesinatos de figuras clave como Lula da Silva, el vicepresidente Geraldo Alckmin y el juez Alexandre de Moraes, e instigaron una escalada de violencia que desembocó en el histórico vandalismo del 8 de enero de 2023 en la sede de los tres poderes en Brasilia.
La acusación formal incluye cinco delitos principales: intento de golpe de Estado, intento de abolición violenta del Estado democrático de Derecho, pertenencia a organización criminal armada, daño calificado al patrimonio público y destrucción de bienes protegidos.
Bolsonaro, de 59 años y en arresto domiciliario desde agosto, sostiene su inocencia y afirma que actuó respetando la Constitución, aunque las evidencias expuestas en la sala del Supremo presentan un relato contundente de coordinación y liderazgo en acciones ilegales para perpetuarse en el poder.
Una fase decisiva bajo presión de Washington
El proceso judicial, que se alarga con audiencias retransmitidas en vivo y ha polarizado profundamente a la sociedad brasileña, se encuentra además en el centro de tensiones internacionales.
El presidente Donald Trump denunció el juicio como una “cacería de brujas” y ha respaldado públicamente a Bolsonaro, decisión que llevó a imponer aranceles del 50 % a algunas exportaciones brasileñas y a la sanción directa de funcionarios judiciales vinculados al caso, incluido el propio juez Alexandre de Moraes.
Washington mantiene advertencias sobre el futuro de las sanciones y ha señalado su intención de aplicar nuevas medidas en defensa de Bolsonaro.
El ministro brasileño de Finanzas, Fernando Haddad, expresó incertidumbre frente a las posibles consecuencias políticas y económicas, señalando que la influencia de Trump podría generar nuevas presiones en el desarrollo del juicio.
Deliberación y veredicto final: expectativa hasta el viernes
Hasta el viernes, los cinco integrantes de la Primera Sala del Tribunal Supremo Federal —Alexandre de Moraes, Flávio Dino, Luiz Fux, Cármen Lúcia Antunes y Edson Fachin— deben emitir sus votos para determinar la culpabilidad o inocencia de Bolsonaro y sus coacusados.
Será suficiente una mayoría simple de tres magistrados para definir un veredicto que podría condenarlo a cumplir una pena que acumula hasta 43 años de prisión.
Mientras tanto, en el Congreso y entre la base de seguidores y militantes de Bolsonaro crecen los llamados a aprobar una amnistía que le permita recuperarse políticamente y presentarse a la contienda electoral de 2026.
Este proceso representa un hecho inédito en Brasil y América Latina: un expresidente y varios altos mandos militares rendirán cuentas ante la justicia por un intento declarado de socavar el orden democrático mediante métodos golpistas.