Otro huracán. Otra vez.
Cuba de nuevo “atacada”.
Otro huracán. Marejada.
Ventarrones. Lluvia exprés.
Un categoría 3.
“Melissa”. Nombre sonoro.
De nuevo el terrible coro
de Eolo y sus isobaras.
Nubes negras. Sombras claras.
¿Rezo? ¿Canto? ¿Río? ¿Lloro?
En Santiago, Holguín, Guamá,
en Sagua, en Segundo Frente.
Otra vez, Cuba, tu Oriente,
tu gente humilde que está
bastante golpeada ya
es víctima de un ciclón.
Reza toda una nación
que antes ni rezar sabía.
Va un huracán de empatía
en la misma dirección.
Veo fotos. Me estremezco.
Un hombre. Un televisor.
Más de un techo volador.
Un panorama dantesco.
“¿Me acuesto?”, “¿Y si no amanezco?”.
Lluvia de preocupaciones.
No son solo los ciclones.
Es el agua. Es la comida.
Lo dura que está la vida.
La crisis. Los apagones.
Melissa es la última gota
del famoso vaso lleno.
¿Estamos vivos? Qué bueno
pero la vida qué rota.
Fotos. Videos. Se nota
el cansancio de la gente.
Ensañamiento doliente
con la ciudad de Guantánamo.
Lo mismo en Sagua de Tánamo,
igual en todo el oriente.
Ante el puño de un ciclón
que por su fuerza destaca
hasta la placa más placa
parece ser de cartón
No hay muros de contención:
vuelan tejas y ladrillos.
No quedan calles ni trillos
que no hayan sido tragados
por las aguas. Anegados.
Luz con fango en los bolsillos.
Las barandas voladoras.
Los pedazos de concreto.
Espacio con peso neto.
Peso bruto de las horas.
Las manos trabajadoras
no pudieron nada hacer.
Vimos los ríos crecer
y el miedo crecer con ellos.
Eólicos atropellos.
Abusos del mal llover.
El dolor a cuentagotas.
Cuántos árboles caídos.
Todos los ríos crecidos.
Calles y paredes rotas.
El mar lanzó palabrotas
de sal y salitre y yodo.
Pobres que han perdido todo
menos su propia pobreza.
La humildad y la tristeza
trabajando codo a codo.
Qué experiencia tan amarga.
Todo de sombras se cubre
“El 29 de octubre
ha sido una noche larga”.
Oriente en sus hombros carga
hoy un silencio profundo.
Basta una foto, un segundo
para entender dónde estamos
(porque veces olvidamos
que somos del Tercer Mundo).
Vuelve la naturaleza
a imponerse en el Caribe.
Casi nadie sobrevive
a su magna fortaleza.
Jamaica y Haití. Tristeza.
Cuba. Tristeza y dolor.
Un hombre. Un televisor.
El agua. El viento. La vida.
A veces se nos olvida
que estar vivo es lo mejor.
Pero también los cubanos
Volvemos a demostrar
que el ejercicio de amar
nos redime como humanos.
Hoy todos somos hermanos.
Consanguinidad mayor.
(Un hombre. Un televisor).
Ailyn y el doctor Rubiera
lloviendo la noche entera
información de valor.
Lloran las palmas reales
lágrimas verdes y sólidas.
Hay gotas gruesas y estólidas,
largas, frías, demenciales.
Tocororos y zorzales
visten de luto y se quejan.
Lagartos verdes se dejan
su ropa por si las moscas.
Sueños que se van de roscas.
Charcos que nos mal-reflejan.
Helicópteros. Rescates.
Retratos de la impotencia.
Hoy todo huele a emergencia.
Si ves un río no trates
de cruzarlo. Disparates,
los mínimos, por favor.
Película de terror
Líquido thriller pluvial,
isobárico, fluvial.
Melissa: cine de horror.
Melissa hizo parecer
a Sandy un niño pequeño.
Serial killer caribeño,
huracán con tal poder
destructivo que hay que ver
las fotos y meditar
los vídeos e imaginar
lo que pasó nuestra gente.
Melissa se fue y lo urgente,
lo único urgente: ¡ayudar!
Donemos de todo un poco.
Donemos lo que se pueda.
Donemos lo que nos queda.
Pongamos en esto el foco.
Que el amor se vuelva loco
y azote sin ton ni son.
Que la empatía y la unión
de todos los corazones
demuestren a los ciclones
que esto es también un ciclón.
Mantas. Zapatos. Comida.
Ropas y medicamentos.
Lo que sea. Son momentos
en los que “lo otro” se olvida.
Echemos vida en la vida.
Pongamos luz interior
y toneladas de amor
en containers de empatía.
Cuba de siempre, isla mía,
tu dolor es mi dolor.
Lo que importa es lo que importa.
Juntemos hombros y codos
Paremos el carro “todos”
y pongamos la luz corta.
Cada vecino reporta
su experiencia huracanada.
“La vida no vale nada
si ignoro que el huracán
sabe dónde está el caimán
y prepara otra celada”.
Tenemos tanta experiencia
en enfrentar huracanes
que son pequeños titanes
los hijos de esta emergencia.
No hablamos de resiliencia.
Hablamos de gente pobre
que bebe el sorbo salobre
de una existencia precaria
pese a la eterna plegaria
a la Caridad del Cobre.
Georges, Charley, Dennis, Michelle,
Ike, Sandy, Gustav e Irma:
todos con la misma firma
de naturaleza cruel.
Ian y Oscar y Rafael:
huracanes criminales.
Y también las tropicales
depresiones en la zona:
Philippe, Arthur, Ida, Fiona
tan fuertes, tan naturales.
Y Andrea, Isaías, Fred.
Y Laura y Elsa y Julian.
Y Alberto y Gastón y Sam.
Y Nate y el ciclón Odette.
No olvidemos a Claudette,
otro ciclón tropical.
¡Eso! Que lo natural
es que sigan los ciclones
huracanes, depresiones
en su ciclo estacional.
¡Que vengan las donaciones!
¡Gracias a todo el que aporta!
Lo que importa es lo que importa.
¡Que vengan las donaciones!
En camiones o en aviones.
¿Toneladas? ¡Adelante!
¿Kilogramos? Es bastante.
¿Libras? ¿Onzas? ¡Qué bien dado!
Lo importante es lo donado.
No la firma del donante.
He visto fotos de Haití
y videos de Jamaica.
Una conclusión prosaica:
no ha sido tan grave aquí.
Destrucción enorme, sí.
Pero al menos mis paisanos
mis vecinos, mis hermanos,
siguen aún los caminos.
No los pobres jamaiquinos.
No los más pobres haitianos.
Hoy todos somos tuneros
nacidos en otros lares.
Todos somos insulares
granmenses, guantanameros
holguineros, santiagueros…
Todos cubanos iguales.
Centrales y occidentales
de San Antonio a Maisí.
En los momentos así:
todos somos orientales.
Guantánamo, Holguín, Las Tunas,
Santiago, Granma… ¡aquí estoy!
En mis décimas te doy
soles, estrellas y lunas.
¡Oriente mío! En tus cunas
nacieron tantos hermanos
que no me alcanzan las manos
para desde lejos darte
pedacitos de mi arte
en nombre de otros cubanos.












