Una selección de pinturas, platos de cerámica y discos de piedra lávica celebran en una exposición la vida del polifacético artista plástico cubano Alfredo Sosabravo y su particular estética apuntalada en el color y las figuras.
“Sosabravo, espacio de color” es el título de la exposición personal del Premio Nacional de Artes Plásticas (1997), con la cual el Museo de Cerámica Contemporánea de Cuba ha querido resaltar los últimos 15 años de trabajo de este creador de 95 años, considerado uno de los más grandes artistas de la plástica cubana.
“El color me transmite alegría y al hecho de que vivo en el trópico. Ese ha sido el estilo que he mantenido: con mucho color”, explicó a EFE el artista desde la sede de la muestra, en el Centro Hispanoamericano de Cultura.
Las piezas incluyen ocho acuarelas de la serie “Suite Habana”, así como seis discos a gran escala de piedra lávica (roca volcánica) esmaltada moldeados en talleres de Cuba e Italia y una veintena de platos de cerámica que son parte del trabajo del artista en el país europeo.
De los inicios “grises” a los colores “vivos”
Un Sosabravo activo artística y físicamente hablando, recordó en diálogo con EFE sus inicios “grises” en los años 50 del siglo pasado en los que “pintaba muy primitivo: de un cuadro al otro había un estilo distinto”, hasta que se fue “encontrando”.
“Luego evolucioné e incorporé más figuras a los cuadros, lo cuales empezaron a ser más figurativos con menos fondos planos, un tipo de cuadro más colorido”, agregó.
A pesar de su formación casi autodidacta, con estudios parciales en la entonces Escuela de Artes Plásticas Aplicadas, Sosabravo (Sagua la Grande, 1930) ha incursionado en diversas disciplinas artísticas que le han validado una carrera como pintor, ceramista y grabador.
“De todas, me quedo con la pintura”, dijo sin dudarlo.
“Me decían Sosabravo, el grabador. Pero yo no era grabador, era un improvisado. Lo mismo pasó con la cerámica y el grabado. Las llamo ‘técnicas accidentales’ porque no las busqué: no quise nunca ser ceramista ni grabador ni nada de lo que he hecho después, sino que se me han ofrecido y las he aprovechado”, sostuvo.
Dentro de sus “incursiones” recordó sus trabajos con el vidrio y el bronce, también, según confesó, “por accidente”.
Trazo distintivo
La curadora de la exposición, Surisday Reyes, quien dirige también el Museo de Cerámica Contemporánea de Cuba, aseguró a EFE que el color en Sosabravo “va del volumen a la bidimensión, algo muy evidente sobre todo en los discos de piedra lávica esmaltados y en las acuarelas”.
En cuanto a la cerámica, el artista “empieza a jugar un poco con los elementos para hacer composiciones más apegadas a la abstracción y no sólo lo figurativo que es lo que prevalece en la muestra”.
“Hay algunas piezas donde el artista explora con el universo abstracto, que no es tan usual en su obra, pero en todas se refleja lo que nos quiere comunicar a través de ese universo infantil que es parte imprescindible de su discurso plástico”, explicó.
Sosabravo es dueño de un trazo distintivo que mezcla figuras humanas, plantas, animales con engranajes, máquinas y arlequines muy brillantes. Su trayectoria artística le ha valido numerosos reconocimientos como el título de Cavaliere de la Orden al Mérito de la República Italiana.
Confiesa que se mantiene “muy curioso”. “Es muy importante tener curiosidad, porque si tú estás viejo y no te interesa nada lo que te rodea, estás muy jodido. Entonces tienes que estar siempre interesándote en algo para mantenerte vivo”, dijo.
Autora: Laura Bécquer.











