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La verdadera fe no disminuye con las crisis. Se sostiene sobre creencias profundas, sobre ideas que no dependen del escenario, de factores externos, sino de las propias personas. Tal es la devoción que muchos cubanos —de dentro y de fuera de la isla— sienten por San Lázaro.
El Viejo Lázaro, el santo reverenciado por la Iglesia Católica y sincretizado con la deidad yoruba Babalú Ayé, es objeto de adoración constante en Cuba. Pero esa veneración tiene marcada una fecha especial cada 17 de diciembre, día en que sus devotos renuevan su fe, le piden al santo por ellos y por los suyos, le dedican ofrendas y cumplen promesas que le hicieran con anterioridad.


Ningún lugar convoca más a los creyentes cubanos en esta fecha que el Santuario Nacional de San Lázaro, en el poblado habanero de El Rincón. Desde días antes llegan hasta allí numerosos devotos de toda la isla, y también más allá, con velas y flores, imágenes del santo, y con su característica indumentaria de saco y color violeta.
Nunca faltan los pagadores de promesas. Tampoco quienes llevan cadenas en los pies, los que se arrastran por el pavimento o caminan de rodillas, los que llevan sus perros, los que imploran y lloran y ponen toda su fe en el santo milagroso y le agradecen por responder a sus cuitas.


El Santuario del Rincón es un crisol de Cuba, de su fe mestiza e indoblegable. Hombres y mujeres, jóvenes y adultos, ancianos y niños, creyentes católicos y también practicantes de la Santería, personas de creencias entremezcladas y también “ateos” que en verdad no lo son, se dan cita año tras año en el lugar, como prueba de un culto fuertemente enraizado en la espiritualidad cubana.
A la par, la religiosidad se combina con lo profano. La venta de velas y collares, de estampas y estatuillas de San Lázaro, y también de alimentos para peregrinos y visitantes en general, forma parte ya de la actividad tradicional de estas jornadas con alta concurrencia de fieles.


Este 2025 no ha sido la excepción. A pesar de las muchas carencias y el agravamiento de la crisis, de la falta de transporte y las lluvias caídas en los últimos días en La Habana, muchos han vuelto al Rincón a mostrar su devoción por el anciano misericordioso, por el mendigo de llagas, perros y muletas. Y también a pedirle salud, ayuda, alivio y protección en tiempos tan difíciles.
Hasta allá fue este martes el fotorreportero Otmaro Rodríguez, en la víspera de la celebración principal. Sus imágenes confirman la arraigada veneración de los cubanos por San Lázaro, la fe depositada en su intervención milagrosa. Y como muchos devotos, desde OnCuba también pedimos al santo lo mejor para nuestra tierra y sus hijos, dondequiera que estén.

























