Aunque menos extensa que otras, la calle Colón es una de las arterias habaneras con más historia. Su recorrido traza un eje entre Centro Habana y La Habana Vieja: une a la populosa calle San Lázaro con la no menos concurrida Avenida de las Misiones, muy cerca del Paseo del Prado y del eje cívico que conforman el antiguo Palacio Presidencial y otros edificios monumentales.
Corazón del barrio de Colón —nombrado así en honor del célebre navegante—, a primera vista podría parecer una calle más del entramado habanero, pero su devenir condensa buena parte de las transformaciones de la ciudad, desde el derribo de las murallas hasta la crisis actual.


En sus orígenes, Colón fue parte de la llamada zona de extramuros. Durante años se le conoció con otros nombres —calle de las Canteras, de los Vidrios, del Baluarte—, reflejo de los usos del entorno y de la memoria de las viejas fortificaciones que marcaban la frontera entre la villa amurallada y los nuevos barrios surgidos en medio de la expansión de la ciudad.
En la última centuria de la colonia, la calle experimentó un crecimiento a la par del auge económico y demográfico de La Habana, con fábricas, casas de huéspedes y espacios de recreo. Luego, ya en el siglo XX, nuevas construcciones sustituyeron a muchas de las antiguas, en sintonía con la modernización que vivía la capital. El resultado fue un paisaje urbano más denso y monumental, con edificaciones que proyectaban una imagen de ciudad cosmopolita.


Entre los inmuebles que marcan la identidad de la calle Colón destaca el antiguo Palacio Presidencial, hoy Museo de la Revolución, cuya cúpula ecléctica se convirtió en una de las siluetas más reconocibles del horizonte habanero del siglo XX. La presencia de este edificio, junto al monumento al yate Granma, ancla a esta vía en el relato político oficial y en la construcción de una memoria histórica de la nación.
La antigua fábrica de tabacos La Corona recuerda la importancia del tabaco y de la vida cultural en el desarrollo de la zona, con su imponente edificio de portales corridos y ventanales. También en ese entorno, el hotel Regis y el cine-teatro Fausto completan un corredor donde se cruzaban ocio, industria y hospedaje, en una mezcla muy habanera de ruido, tránsito y nocturnidad.


La crisis económica actual ha golpeado de lleno la calle Colón: el deterioro físico de muchos inmuebles se ha acelerado, mientras las carencias y la inflación han reducido el margen de maniobra de instituciones y residentes. Los apagones frecuentes, la escasez de insumos y la caída del turismo internacional añaden presión sobre la zona, a la par de la ciudad y todo el país.
En medio de ese escenario, esta arteria sigue siendo un eje de paso y de memoria. Entre fachadas que reclaman restauración y espacios que buscan reinventarse, la calle confirma la paradoja de una Habana que conserva un patrimonio excepcional mientras intenta sobrevivir a la profunda crisis económica, tal como nos muestran las imágenes del fotorreportero Otmaro Rodríguez.





















