“Humilde cuelga otra cabeza, niño que es lentamente arrebatado, y la violencia causó tanto silencio, ¿a quién estamos engañando?”, traduzco del inicio de Zombie, canción de la banda Cranberries, que tanto me ha venido a la mente al terminar de leer este libro.
Aquí hay violencia extrema: hablo de desmembramientos, maltrato infantil, maltrato animal, feminicidio, magnicidio, violaciones, zoofilia, torturas, asesinatos en general ¡todo gore!; Brujería, suciedad, peste, ¡miseria extrema! Eso es lo que contiene El pájaro pintado de Jerzy Kosinski, una novela que es como una antología de actos violentos, una demostración de lo peor de la naturaleza humana desatado por tiempos de crisis y de guerra, o sea, de confusión; como si la maldad fuera lo que más nos caracterizara. Pero, ¿no es eso lo que desata la guerra? El verdadero terror. Como si aún no hubiéramos aprendido de las tantas y tantas guerras pasadas a administrar la bondad y la hermandad para cuando hacen más falta.
A pesar de tanta barbarie, la novela es también un llamado de atención al cuidado de la inocencia, un canto a la esperanza, una celebración al instinto de supervivencia que todos tenemos, unos más y otros menos, como todo.
¿Por qué se llama El pájaro pintado?
En el prólogo del autor y en la misma novela se cuenta la historia de un campesino que pintaba las alas de algún pájaro con colores vivos, luego lo soltaba, y una vez de vuelta al grupo, el pájaro era atacado hasta la muerte por los de su propia especie; como invasor —por ser diferente.
Con esta premisa Kosinski construye esta novela que fue falsamente vendida como contenedora de datos autobiográficos, dato que el autor no negó y hasta ayudó a alimentar la fantasía del morboso público lector. Llegó hasta a decir que le habían cortado el pene para engatusar a las lectoras curiosas, tuvo una actitud descarada que lo llevó al escándalo y a la amenaza de muerte. En realidad su familia judía fue ayudada por algunos campesinos católicos que los salvaron de los nazis, y no vivió ninguna de las atrocidades que cuenta en su historia, lo cual no quita que sí le haya sucedido a otros, por supuesto. También la imagen que deja de la gente de Europa del Este es bien fea, de ahí que fuera tan desprestigiado por sus coterráneos.
Kosinski se suicidó en 1991, y algunos dicen que de ese modo mostró su arrepentimiento por haber usado los crímenes Nazis a su favor, que ni tanto, pues solamente los retrató, del mismo modo que lo han hecho cientos de libros y películas, para que el mundo no olvide, para que veamos a lo que somos capaces de llegar. La novela también le acarreó problemas con los Soviéticos, y el escándalo ayudó a fomentar su fama. Otro detalle que incomodó a muchos, fue el hecho de retratar a los Soviéticos como los salvadores, recordemos que Jerzy vivía en Estados Unidos cuando publicó esta novela, aunque debo acotar que la forma en la que retrata a los Soviéticos sublevados y antinazis y antiburgueses también deja mucho que desear.
El pájaro pintado es entonces ese niño que es dejado por sus padres al cuidado de una persona. Por la propia guerra termina vendido; luego solo; siempre vaganbudeando de aldea en aldea; acogido en esta y aquella casa; testigo de actos horrendos y víctima de ene cantidad de flagelaciones físicas y emocionales que curten su personalidad. Creo que si algo logra la novela es habituar al lector a la violencia al punto de la saturación. Ya que no es rubio ni tiene los ojos claros, como los demás, es tomado como gitano o judío que huye, y al caer en la categoría de diferente inspira desconfianza y provoca a los ignorantes moradores de cada sitio al que va, víctimas del adoctrinamiento nazi, católico o socialista. Hablando en plata cubana, el Kosinski no creía en nadie.
Como suelo advertir, no es una novela apta para quienes buscan miel y melodías; esto es sangre, fango, frío y suciedad.
En cada página hay acción y violencia. La historia central está llena de anécdotas que sazonan a los personajes de turno y a su vez reflejan lo terrorífico de esos tiempos en las áreas rurales, sitios que parecían el campo de cultivo del diablo, la verdad. Luego en la ciudad, cuando crees que el nuevo sistema soviético llega a mejorar la situación, nos encontramos con seres magullados por la guerra, apocados espiritualmente y hasta habituados al salvajismo, lo que esta vez bajo una sombrilla y/o máscara de rara esperanza soviética, que en la práctica sigue pidiendo sangre para salir adelante y obligar a sus posturas —lo cual no impide la bestialidad de los hombres.
Con todo esto Kosinski arma su discurso antibélico, antiracista y contra la xenofobia; pone en tela de juicio a la iglesia, a la brujería, a las creencias acérrimas —casi patológicas— en general; de hecho, se arma de una buena cantidad de elementos que conforman la mitología rural de Europa del Este —Kosinski no especifica el país, aunque hace referencias a la zona del hemisferio en la que se encuentra, y luego en un punto del libro menciona a Rusia y a los Soviéticos, así como a la propaganda y al adoctrinamiento de Stalin, que dicho sea de paso, hay que ser muy poco avispado para no darse cuenta del cinismo con el que Kosinski habla del ególatra dictador, y pone también sobre el mantel cómo muchos fueron engañados con las doctrinas revolucionarias como vía de oposición a la maldad nazi, como un salto de Guatapeor para Guatemala, si me pongo a jugar con la frase en este contexto que tan alejado parece.
Hablando de lejanía: ¿No es acaso este el ejemplo que vemos en muchos países, que a falta de un sistema óptimo y menos sanguinario se decantan por otros de oportuno disfraz que proclama soluciones y promete mejorías? Aún lo vemos en nuestro continente, y en cuanto a los disfraces, ya caerán las máscaras, como siempre.
En la novela todo es contado desde el recuerdo de un niño que, se asume por su lenguaje, habla desde la adultez, por lo cual está narrada en primera persona y en pasado.
No sé el caso de otras ediciones, yo tengo esta que conseguí en digital, y le encontré alguna que otra pega. No creo que sea una traducción feliz feliz, o sea, me encontré bastantes cacofonías, abuso de adverbios de modo (terminación mente) en un mismo párrafo; gerundios innecesarios que afectaban el estilo. En fin, pero no puedo negar que el morbo de saber en qué iba a parar ese desdichado niño, más la curiosidad de ver de qué forma el autor podía superarse en la exposición de violencia, me vencieron y llevaron hasta el final, ese final inesperado… Y extraño.
Este libro es considerado una de las obras esenciales de la literatura sobre el nazismo y el Holocausto. De veras que habla del tema desde fuera del campo de concentración, y ayuda a entender por qué mucha gente se unió a los Soviéticos como contraparte del nazismo, aunque luego el tiempo diría que eso era otra trampa. También ilustra la ignorancia que ensombrecía a esos campesinos supersticiosos y brutales, y la perdición en la que se encontraban los judíos que ni escapando escapaban.
Lo peor de todo es que hoy en día cosas así de cruentas suceden en muchísimos países del mundo que están librando sus guerras y sus conflictos sobre los cuerpos de gente que poco a poco va perdiendo la inocencia, y tiene que ensangrentar sus manos. Una vez entré a la Deep Web por curiosidad y terminé con pesadillas. Vi gente matando a otros, decapitaciones, lapidaciones, apuñalamientos, linchamientos de un barrio entero contra una persona y otra serie de puercadas y atrocidades que mejor ni mencionar. En nuestro mundo, ahora mismo, siguen pasando estas cosas, y todavía los pájaros pintados son destruidos por diferentes.
La religión nos ha dañado mucho, aquí se pone de manifiesto. El ateísmo al que es invitado el niño luego de coquetear infructuosamente con la brujería, una especie de satanismo y luego con la religión católica, se muestra aquí como una salvación, cuando en realidad el lector avispado entiende que la “religión” que deberíamos practicar todos es la más universal de todas: el humanismo.
Esta es la novela más brutal en cuanto a violencia que he leído hasta ahora. Yo creía que había leído cosas duras en esas historias de realismo sucio que tanto me gustan, pero este libro, sin ser realismo sucio por su lenguaje y estilo, es peor que cualquier historia que haya leído de ese género tan mal entendido por muchos. La obra fue también llevada al cine, bajo la dirección de Václav Marhoul.
Ya para terminar, ahí les dejo un par de frases que extraje de entre el reguero de sangre, órganos, miembros, trastos y pudrición que conforman este libro:
“Los libros me impresionaban tremendamente. A partir de sus sencillas páginas impresas uno podía suscitar un mundo tan real como el que aprehendían los sentidos. Además, el mundo de los libros, como la carne envasada, era un poco más sustancioso y sabroso que en el que realmente vivíamos. En la vida diaria, por ejemplo, uno veía a muchas personas sin conocerlas verdaderamente, en tanto que en los libros uno sabía incluso qué era lo que la gente pensaba y planeaba”.
“El hombre, aunque sea muy popular y admirado, vive esencialmente consigo mismo”.
Sobre el autor ya he hablado, de todos modos los convido a usar Internet para informarse sobre su vida y su obra.
Les doy otro “Librazo”, o varios, la próxima semana, y como es verano y hace tanto calor, prometo venir con propuestas menos calenticas, no vaya a ser que se me alteren.
Amor y luz, que corren tiempos difíciles.