Por David Lees, University of Warwick
A pesar de todas las expectativas –y sí, el miedo de algunos en Francia y en todo el mundo– la extrema derecha ha fracasado en su intento de obtener la mayoría en la Asamblea Nacional francesa (la cámara baja del parlamento francés).
La Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen y sus aliados quedaron en cabeza en la primera vuelta de las elecciones legislativas francesas, convocadas precipitadamente. Pero en la segunda vuelta no pudo superar al llamado “frente republicano” y la táctica de retirar candidatos para evitar dividir el voto contra la extrema derecha.
Así pues, RN no logra formar el primer gobierno de extrema derecha en Francia desde la Segunda Guerra Mundial. En su lugar el Nuevo Frente Popular de partidos de izquierda y verdes obtiene el mayor número de escaños (182). La alianza centrista Ensemble de Emmanuel Macron queda segunda con 168 escaños. RN se sitúa en tercer lugar con 143 escaños.
Con los 289 escaños necesarios para la mayoría absoluta, es probable que Macron busque una alianza con el grupo de izquierdas para gobernar con una amplia coalición. El primer ministro, Gabriel Attal, ha dicho que presenta su dimisión, pero se espera que permanezca en el cargo mientras se negocia la formación de un nuevo gobierno.
Este mal resultado para RN plantea más preguntas que respuestas de cara a las elecciones presidenciales de 2027, en las que Le Pen volverá a figurar como candidata.
Las especulaciones de los medios de comunicación de que Le Pen lideraría un gobierno populista de extrema derecha han resultado ser infundadas.
No obstante, hay mucho que digerir de estos resultados. En primer lugar, el sistema francés de votación a dos vueltas ha demostrado una vez más que es difícil que los partidos de los extremos lleguen al poder. Las elecciones europeas utilizan un voto único en un sistema de representación proporcional. Pero el sistema francés obliga al electorado a enfrentarse a una dura elección en la segunda vuelta: apoyar a un partido radical o a un candidato más moderado.
En segundo lugar, ese legendario frente republicano francés parece haberse reavivado una vez que se hizo palpable la amenaza de que RN tomara el poder. Se trata de una coalición amplia y sin duda sorprendió a los dirigentes de RN –al igual que parece haber sorprendido a Macron– la rapidez con la que la izquierda y el centro pudieron dejar de lado las principales diferencias sobre una serie de cuestiones para reunir a un conjunto de candidatos dispuestos a retirarse en caso necesario.
El moderado partido socialista fue en su día el partido del Gobierno, pero ahora es un cascarón de lo que fue desde el final de la presidencia de François Hollande en 2017. Que pudiera entrar en coalición con el partido de extrema izquierda La France Insoumise (LFI) sugiere una voluntad de trabajar juntos en situaciones límite que puede tener implicaciones para futuras elecciones.
En tercer lugar, el resultado para Macron y su movimiento ha sido mucho mejor de lo que se preveía. La alianza Ensemble parecía al borde del olvido. En cambio, el segundo puesto es un buen resultado dadas las circunstancias y puede permitir a Macron y a sus aliados trabajar con la izquierda para proporcionar a cualquier futuro candidato centrista en 2027 un sólido historial de gobierno.
En cuarto lugar, el partido de centro-derecha Los Republicanos parece ahora en gran medida irrelevante. Su controvertido líder, Éric Ciotti, afirmó en un ejercicio de optimismo que estaba preparado para “desempeñar el papel relevante” en caso de que la RN se quedara a las puertas de los 289 escaños necesarios para la mayoría.
Ciotti fue objeto de burlas generalizadas dentro de su partido por afirmar que había firmado un pacto electoral con Le Pen. Es probable que el partido se vea acosado por las luchas internas y la indisciplina durante los próximos años. Con 45 escaños en la Asamblea Nacional, el centro-derecha puede verse ampliamente marginado.
Fracaso de la extrema derecha
¿Y qué hay de la RN? Está claro que son resultados decepcionantes para Marine Le Pen y su lugarteniente, Jordan Bardella.
Bardella había dejado claro que no tomaría el poder a menos que su partido obtuviera una mayoría global y que, en su lugar, tratará de fiscalizar en la oposición a la coalición de centro-izquierda. No obstante, el RN se ve privado de la oportunidad de demostrar su competencia a escala nacional.
Esta situación es un arma de doble filo tanto para Le Pen como para Bardella. Por un lado, Le Pen puede presentarse a las elecciones presidenciales de 2027 sin estar manchada por ningún historial de gobierno. Por otro lado, esta falta de experiencia puede jugar en su contra si se enfrenta a un candidato de la coalición gubernamental.
Las recriminaciones de la campaña continuarán sin duda en los próximos días. Para la izquierda, sin embargo, parece haber sido una noche inesperadamente excelente. Y para la extrema derecha, una noche de oportunidades perdidas.
David Lees, Reader in French Studies, University of Warwick
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.