Considerado uno de los grandes músicos de todos los tiempos, el célebre, longevo y cubano Compay Segundo logró entrar por la puerta grande en la élite de los circuitos musicales internacionales.
Máximo Francisco Repilado Muñoz (Compay Segundo), nació el 18 de noviembre de 1907, en Siboney, Santiago de Cuba. Proveniente de una familia de humildes campesinos, se fue abriendo paso en la vida a golpe de esfuerzo, optimismo y constancia. De su abuela, una esclava liberta que vivió 115 años, heredó el hábito de fumar y probablemente su longevidad.
En 1916, se trasladó con su familia para la ciudad de Santiago de Cuba, cuando su padre fue despedido del ferrocarril. Allí empezó a ganarse la vida como barbero, pero siempre supo que la música era su camino. Con particular destreza aprendió el oficio de torcedor de tabacos para ayudar en su casa, así empezó a trabajar en la fábrica de habanos “Montecristo”. Asistió a las clases de solfeo que impartía Noemí Toro, joven mandolinista y violinista, hija del director de la escuela primaria a la que Máximo asistía, la cual lo adentró en los secretos del pentagrama. Cuando esta le comunicó que ya podía tocar un instrumento, Máximo escogió el clarinete; aunque esto no le impidió comenzar a tocar la guitarra y el tres cubano, instrumentos a partir de los cuales inventó uno nuevo: el armónico (híbrido de siete cuerdas entre la guitarra española y el tres cubano).
Posteriormente, Compay estudió con el maestro Enrique Bueno y con 15 años consiguió ingresar en la Banda Municipal de Santiago de Cuba como clarinetista. En su tiempo libre cantaba y componía sones. Su primer tema: “Yo vengo de aquí” data de 1922, época en que empezó a relacionarse con grandes cantantes, como Sindo Garay y Ñico Saquito.
Su trayectoria musical fue muy diversa; pasó por diferentes agrupaciones como el quinteto Cuban Stars —dirigido por Ñico Saquito —, con el cual viajó a La Habana a inicios de la década de 1930. Integró la Banda de Bomberos de Regla durante dos temporadas, como clarinetista. En 1938 formó el cuarteto Hatuey con Lorenzo Hierrezuelo, Marcelino Guerra y Evelio Machín; con los cuales viajó a México y participó en las películas “Tierra brava” y “México lindo y querido”. En la década de 1940 integra como clarinetista el trío liderado por Miguel Matamoros, en la etapa en que cantaba en él Benny Moré.
En 1949 Compay crea junto a Lorenzo Hierrezuelo el dúo Los Compadres, con el objetivo de rescatar la música de su tierra oriental. A partir de ahí es que surge su seudónimo de “Compay Segundo”, ya que a Hierrezuelo se le conocía como Compay Primo (Compay: diminutivo oriental de compadre y Primo: porque hacía la primera voz); Francisco Repilado, que tocaba el armónico y hacía la segunda voz, pasó a ser Compay Segundo. Este legendario dúo marcó una época dentro de la música cubana. Canciones como: “Macusa”, “Sarandonga”, “Mi son oriental”, entre otras, se convirtieron en populares éxitos que perduraron en el repertorio de Compay y en sus últimos discos.
Posteriormente, crea la agrupación Compay Segundo y sus muchachos, cuyos cantantes iniciales fueron Carlos Embale y Pío Leyva. Después de un largo camino y múltiples presentaciones, tanto en Cuba como en encuentros internacionales, su música y su personalidad atrajeron la atención de muchos artistas que querían compartir ritmos y voces. Su fama internacional le llegó en 1997 con la participación en el disco “Buena Vista Social Club”, el cual ganó varios premios Grammy.
También apareció en la película de mismo nombre, realizada posteriormente por Wim Wenders. En abril del 2002 compartió el escenario del Palacio de los Congresos de París, Francia, con el destacado sonero cubano Adalberto Álvarez, en un concierto-homenaje a la contribución sonora de Cuba en el aniversario 20 de la Fundación de Radio Latina.
Teatros neoyorquinos, franceses y españoles se disputaron sus presentaciones. En los últimos años de su carrera actuó ante millones de espectadores y grabó nueve discos. Compuso más de 100 canciones, entre ellas el famoso “Chan Chan”, y vendió más de 10 millones de discos. Su talento, su sencillez, tenacidad, perseverancia y carisma, unidos a su voz grave y redonda, lo llevaron a la cima, ganándose el reconocimiento y el respeto de muchos.
Compay falleció el 14 de julio del 2003 (a los 95 años), en su casa de Miramar, en La Habana. Ubicada en la Calle 22 #103, entre 1ra y 3ra, en el municipio de Playa; esta hoy casa-museo, inaugurada en 2006, custodia una amplia colección de recuerdos de este ícono de la música tradicional cubana; desde su armónico —instrumento que solía ejecutar—, hasta obsequios, trofeos y condecoraciones que recibió en vida.
Salvador Repilado, hijo de Compay Segundo y actual director del conjunto Compay Segundo, se ha dado a la tarea de que la casa donde vivió su padre sea un espacio donde los trovadores tengan donde compartir, dialogar y hacer música; un obsequio para que sus admiradores de dentro y fuera de Cuba puedan conocer y recordar su paso por la vida; ya no solo como músico, sino también como ser humano.