La calle Bernaza no es la más célebre de La Habana Vieja, ni tampoco la más larga o pintoresca del centro histórico. Pero, aunque más pequeña y menos conocida que otras de la zona, esta vía de la capital cubana tiene también su historia.
Con apenas cinco cuadras de extensión, Bernaza transcurre desde la más extensa y reputada calle O’Reilly hasta un poco más allá de Muralla, donde se funde con la Avenida de Bélgica y da forma con estas al llamado Parque de las Piedras.
En la vivienda número 4 de Bernaza nació en 1809 el poeta Gabriel de la Concepción Valdés, conocido literariamente como Plácido. En su honor, alguna vez se le nombró así a esta calle, aunque luego retomaría su identificación habitual.
Incluso en la Plaza del Cristo, uno de cuyos extremos delimita con Bernaza, se levanta un monumento en memoria de Plácido, bardo que perdió la vida con apenas 35 años, al ser fusilado por su supuesta participación en la llamada Conspiración de la Escalera.
Esta calle debe su nombre a Don José Bernaza y Riera, quien estableció una panadería en su última cuadra a mediados del siglo XVIII. No obstante, esta pequeña arteria conocería de otros nombres en varios de sus tramos y lugares.
Según crónicas de época, citadas por Habana Radio, en un tiempo se conoció como Egido al tramo que corría desde Lamparilla hasta Muralla, porque por allí existió parte del ejido de la ciudad. Mientras, desde la Plaza del Cristo hasta Monserrate se le conoció como “del caído”, por un vecino que cayó desde el techo de su casa.
A la esquina de Teniente Rey y Bernaza se le denominó “de los Valdeses”, por una familia de este apellido que allí residía.
Mientras, la esquina de Bernaza y Lamparilla fue conocida como “de la Perinola”, nombre que, al parecer, alguna vez se hizo extensivo a toda la calle.
La mayoría de sus edificaciones actuales fueron construidas durante el período republicano, aunque uno de sus edificios emblemáticos, convertido hoy en vivienda multifamiliar, es el antiguo Palacio Episcopal. Propiedad en su tiempo del presbítero Manuel de Hechevarría. Se distingue por su portada de líneas barrocas.
Otros sitios distintivos de la calle Bernaza son la antigua casa de La Parra, una de las viviendas más añejas de la ciudad convertida en el restaurante Hanoi, y el también restaurante La Piña de Plata.
Tampoco se puede olvidar la célebre librería La Moderna Poesía, en la esquina de la populosa calle Obispo y que atraviesa hoy un lamentable abandono; y la plazuela de Albear, por cuyo fondo pasa en dirección a O’Reilly.
En el extremo opuesto, Bernaza va al encuentro de las calles Sol y la Avenida de Bélgica, en los alrededores del Palacio de las Ursulinas, donde alguna vez estuvo el patíbulo u horca de la ciudad.
Hoy, aun con la brevedad de su trazado y su ubicación de privilegio, Bernaza es una calle que exhibe los contrastes del centro histórico habanero.
En ella coinciden entornos mejor conservados, como el de la Plaza del Cristo, con edificaciones derruidas y golpeadas por el tiempo; restaurantes y otros negocios privados con casas vecinales signadas por la precariedad y la supervivencia.
De esta forma, Bernaza resulta un retrato en pequeña escala de La Habana Vieja. La calle en la que más de dos siglos atrás vino al mundo Plácido y que, no obstante, sigue siendo conocida como un antiguo panadero.
A ella y sus alrededores le proponemos entonces acercarse a través de las instantáneas de nuestro fotorreportero Otmaro Rodríguez.