Las playas son, sin duda, el producto estrella del turismo cubano. Su belleza natural las distingue en todo el planeta y hace de ellas un atractivo indiscutible para visitantes foráneos y nacionales.
Varadero cuenta, por derecho propio, con la mayor celebridad entre las playas cubanas, pero otras como la holguinera Guardalavaca, la camagüeyana Santa Lucía y las ubicadas en la cayería norte de la isla cautivan a quienes las visitan.
Entre estas últimas resaltan las de Cayo Santa María, un islote de la provincia de Villa Clara, de alrededor de 20 kilómetros cuadrados, conocido como la “Rosa Blanca de los Jardines del Rey”.
Unido a tierra y a otros cayos de la zona por un extenso pedraplén, Cayo Santa María posee un entorno natural privilegiado, con una rica biodiversidad marina y magníficas playas de fina arena blanca y aguas cálidas y cristalinas.
Playas como Perla Blanca, Las Gaviotas, Los Delfines, Las Caletas y Cuatro Puntas se encuentran entre las más hermosas de este islote villaclareño, un sitio ideal para el descanso y la relajación, así como para el buceo, el snorkeling, el paseo en catamarán y otras actividades acuáticas.
A sus atractivos naturales, Cayo Santa María suma una infraestructura turística con hoteles tipo resort todo incluido. Se trata en muchos casos de instalaciones exclusivas, algunas para compartir en familia y otras solo para adultos, centradas principalmente en el turismo internacional, aunque también reciben visitantes cubanos.
Junto a sus vecinos Las Brujas y Ensenachos conforma el polo turístico Cayos de Villa Clara, que cuenta no solo con lujosos hoteles, sino también con otras atracciones, como un delfinario, y desde donde se organizan excursiones y visitas a tierra firme, como a la cercana Remedios.
Semanas atrás, nuestro fotorreportero Otmaro Rodríguez estuvo de visita en Cayo Santa María. Del viaje nos propone un testimonio gráfico de playas e instalaciones, una de las cartas principales del sector turístico cubano.