La Quinta Avenida nunca ha sido un espejo realista de La Habana. No lo fue en sus opulentos orígenes, allá por las primeras décadas del siglo XX, y mucho menos lo es ahora, cuando el abrumador peso de la crisis ha acentuado el deterioro de la ciudad.
Corazón del vistoso barrio de Miramar, esta arteria de dos sendas y paseo intermedio es un rostro excepcional de la capital cubana. Con sus mansiones, jardines y parques muestra una imagen que contrasta con la gran mayoría de los espacios, edificaciones y barriadas de la urbe habanera.


Llamada inicialmente Avenida de las Américas, la Quinta Avenida fue resultado del desplazamiento de las clases adineradas de La Habana hacia el oeste de la ciudad, más allá de la desembocadura del río Almendares. Y, al mismo tiempo, un elemento clave en la urbanización de esa zona.
No solo es una de las vías más hermosas de la ciudad, sino también una de las más largas. Su trazado se inicia en el túnel que la conecta con el Vedado y se extiende oficialmente hasta los inicios de la localidad de Santa Fe, donde se convierte en la Carretera Panamericana. No obstante, sus imágenes más icónicas se asocian a su primer tramo, en la barriada de Miramar.


Construida por tramos que marcan diferencias en su visualidad, la Quinta Avenida ha sido asociada históricamente a la riqueza y suntuosidad. En el diseño de su zona más reconocida participó el arquitecto estadounidense John F. Duncan, quien es el autor de dos de sus elementos más emblemáticos: la Fuente de las Américas, situada a su entrada, y la célebre torre reloj.
Aunque desde hace muchos años esta avenida habanera no es habitada por la burguesía que la pobló en sus inicios, ni tampoco ha podido evitar totalmente los signos del deterioro, sigue siendo un entorno excepcional en la capital cubana y en el panorama del país.


Muchas de las bellas residencias de la Quinta Avenida se convirtieron en embajadas o sedes de entidades estatales. Con el tiempo, también surgirían hoteles, tiendas, restaurantes y negocios privados que mantienen una atmósfera exclusiva si se compara con la de las calles atiborradas de basura y construcciones en mal estado que pululan en el resto de la ciudad.
A su tramo inicial, aquel que se descubre justo después de pasar el túnel y se extiende por varias cuadras perfectamente rectas y alineadas antes de llegar a La Copa, a la altura de la calle 40, nos acerca este domingo a través de sus imágenes el fotorreportero Otmaro Rodríguez.



























