En Maisí, el último lugar del oriente de Cuba, la gente abre las puertas de su hogar con la misma humildad con la que viven. No lo hacen para mostrar sus carencias ni la falta de comodidades, sino para revelar un modo diferente de enfrentar la vida y de ser felices.
En las cercanías del Faro La Concha, que ilumina el mar desde la llamada Punta de la Hembra, viven con lo que tienen a su alcance. Son por lo general familias que han perdurado allí a través de generaciones. Apegadas a su terruño, unidas y voluntariosas para enfrentar los rigores de la existencia y el clima semidesértico.
El mar cercano les ofrece sustento, aunque no siempre. También la agricultura. Pero no resulta fácil.
Muchos anhelan que en un futuro no muy lejano les construyan casas más fuertes. Que mejoren las condiciones y haya más espacio para la alegría.
Mucha pobreza en Maisi.No vemos voluntad política del gobierno del Huaso para revertirla.
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Estuve en Maisí hace exactamente un año, hacia 9 meses había pasado el ciclón que azoto ese poblado y acabo con casi todo en Baracoa. Pude apreciar casas como esa que pone el periodista, pero también las había pintadas de varios colores con puertas de las que venden en la tienda y ventanas de marquetería de aluminio. Si el periodista fue a Maisí tiene que poner todo sobre esa comunidad no todas las casas están de esa manera. Yo realmente no viviría en ese lugar ni aunque tuviera un chalet .