Con la crisis atenazando el ánimo y los bolsillos, los cubanos viven los días finales de diciembre preparándose para despedir 2024 y recibir 2025 con la mejor cara posible.
Termina 2024. Falta poco más de un día para el cierre de uno de los años más difíciles —si no el más— que haya vivido Cuba en este siglo.
Con la crisis atenazando el ánimo y los bolsillos, los cubanos viven los días finales de diciembre capeando carencias y apagones, y preparándose para despedir 2024 y recibir 2025 con la mejor cara posible. Para celebrar lo mejor que se pueda entre las mil y una dificultades.
Este fin de semana muchos volvieron a las calles de La Habana a buscar, en la medida de sus posibilidades, la comida para los festejos de fin de año. Sacaron cuentas y exprimieron sus billeteras y sus ahorros, o bendijeron la llegada de alguna ayuda de sus familiares fuera del país.
Otros, no pocos, salieron no a comprar, sino a vender. A aprovechar el ambiente festivo y comercial —o tan solo menos apagado anímicamente— de estas jornadas para su propia “búsqueda”; para maximizar sus ganancias o, por el contrario, garantizar apenas los ingresos necesarios para intentar celebrar.
En una movida habitual, las autoridades habaneras organizaron ferias en varios puntos de la ciudad. Quioscos y puntos de venta volvieron a parques y conocidas vías con suerte y variedad desigual, pero al menos como una opción para quienes contaban con el tiempo y el dinero necesarios para comprar en ellas.
Desde productos agrícolas y enlatados a la perseguida carne de cerdo —con precios de crisis e inflación— hasta módulos variados y otras mercancías como ropa y productos de aseo, estuvieron entre las ofertas disponibles en sitios como las calles Zanja, Zulueta, 17, Santa Catalina, el anfiteatro de Guanabacoa y el Parque La Normal.
A la par, abrieron sus puertas mipymes y mercados agropecuarios —siempre socorridos, pero criticados, y viceversa—, en tanto volvieron a las calles carretilleros y otros vendedores ambulantes, “luchadores” de toda la vida y jubilados tratando de complementar sus mínimas chequeras.
Tal fue el paisaje que encontró este fin de semana nuestro fotorreportero Otmaro Rodríguez en un recorrido por algunos lugares de La Habana. Un panorama donde tampoco faltaron las colas y la basura desbordada —incluso cerca de puntos de venta— y el trasiego de personas en su búsqueda para la mesa familiar y el cierre del duro 2024.