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Aunque no sufrió las lluvias del huracán Melissa ni las catastróficas crecidas que anegaron parte del oriente cubano, el Casino Deportivo de La Habana tiene sus propias “inundaciones”.
No son las aguas del Cauto y sus afluentes, incrementadas por el ciclón, las que corren por las calles de este reparto residencial del Cerro. Son otras, negras y pestilentes en su mayoría, las que se vierten y empantanan allí desde hace meses sin que nada cambie pese a las quejas ciudadanas.
Y, por demás, lo hacen mientras la ciudad y toda Cuba padecen una crisis epidemiológica y sanitaria por la propagación sin freno del chikungunya, el dengue y otras enfermedades.



Las críticas y señalamientos de los residentes no han sido pocos. Tampoco han faltado —como suele suceder— las promesas de solución. Pero el tiempo ha seguido pasando y las aguas no han dejado de brotar de registros y alcantarillas, y de envolver la zona con su pestilencia.
A su paso crece el cieno y la yerba, se arrastra y acumula la basura, se afea el entorno y se hace también más peligroso para la salud. Como si de un río se tratase, las personas cruzan sobre piedras o tablas, mientras siguen esperando infructuosamente por un arreglo definitivo.



Muchos evitan las aguas que se anegan en las calles, otros se aventuran a cruzarlas donde se puede cuando no hay más remedio. Algunos cogen del líquido allí donde sale limpio para luego enturbiarse por el camino. En no pocas partes, el desborde ennegrecido es una amenaza.
Mosquitos y otros vectores agradecen la desidia y enferman sin distinción de edades. El impulso gubernamental por sanear La Habana parece haberse enfriado, mientras las cifras oficiales de dolientes del chikungunya y otras arbovirosis se quedan cortas ante la muy compleja realidad.



Con la sin dudas lógica prioridad puesta en las labores recuperativas en la zona oriental, el panorama de salud actual —con familias y comunidades enteras asoladas por los virus que se expanden por la isla— preocupa mucho a especialistas y a la población en general.
Recién se anunció el inicio de un ensayo clínico para el tratamiento de la poliartritis residual en convalecientes de chikungunya, mientras las autoridades hablan de un reforzamiento de la vigilancia epidemiológica. Sin embargo, sin una sistemática higienización no será posible avanzar.
Mientras, el Casino Deportivo sigue sufriendo sus “inundaciones” sin lluvias ni ríos crecidos y viendo el riesgo que ello implica para sus residentes, tal como lo constató in situ el fotorrepotero Otmaro Rodríguez.




















