Cuando me despertaron con la noticia no podía creerlo. Oye, que se murió Fidel, me decían del otro lado del teléfono y, por más que lo repetían, yo seguía sin creerlo. Tantas veces lo habían “matado” y tantas había resucitado el hombre, que costaba creerlo. Pero era cierto. Lo había anunciado Raúl Castro en la televisión cubana minutos antes: “el Comandante en Jefe de la Revolución cubana Fidel Castro” había fallecido.
Esa noche no pude dormir más. Salí a la calle a buscar reacciones. Mis colegas también, todos los fotógrafos de prensa buscábamos imágenes para ilustrar la noticia. Antes, claro, había enviado fotos de archivo de Fidel Castro, que serían las más publicadas al día siguiente. Dos días después comenzó el funeral, en La Habana y luego por toda la Isla hasta llegar a Santiago de Cuba, donde descansarían las cenizas de Fidel.
Fue una semana intensa, de muchísimo trabajo, con jornadas interminables intentando llegar a los poblados y ciudades antes que la caravana que trasladaba los restos del Comandante. Comiendo y durmiendo cuando se podía y trasmitiendo las imágenes en condiciones bastante complicadas.
Fidel se había muerto. Ahora sí la noticia era cierta. Cuando nací Fidel ya estaba dirigiendo el destino de mi isla amada, ahora era yo testigo de sus funerales.
Siempre supe que, a pesar de ser una figura controvertida, amada por unos y odiada por otros, a Fidel Castro la gente lo iba a llorar. Y así fue. La gente que lloraba su partida era sincera y quienes no, al menos respetaron el dolor de muchos. Lo vi a lo largo de los casi 900 kilómetros que separan La Habana de Santiago de Cuba, destino final de sus restos. Las carreteras abarrotadas de gente que esperó horas para ver pasar la caravana y darle un último adiós a Fidel.
Hoy reviso las fotos en entonces y, salvo algunas más generales, imprescindibles para contar esta historia, prefiero escoger para publicar hoy las más íntimas, los detalles, mostrar la simpleza de una despedida, la gente, sus rostros, sus gestos sin maquillajes. Viendo de nuevo esas fotos, me quedo con aquellas que, pienso yo, dicen más que mil palabras.
***
***
***
***
***
Me he topado con mucha gente que no es cubana, que critica mucho a los Castro, diciendo que mantuvo a la isla en la pobreza y que era un dictador. No sé demasiado de historia, pero creo que a un dictador no se le llora. Estoy segura que una población con el mercado externo cerrado pasa por muchas dificultades y que se tuvieron que tomar decisiones para que todo el pueblo gosara en la medida de lo posible de las mismas garantías y posibilidades, pero para entender mejor, me podrian ayudar con esta pregunta? Cómo eran las votaciones durante todo ese tiempo, fue democracia o verdadera imposición? Qué libros o textos me recomiendan para saber más?
Pd. Algún día me gustaría conocer Cuba
A todos los Dictadores cuando mueren los lloran, sobre todo cuando están en el Poder.A Franco lo lloraron por Decenas de Miles en Toda Esoaña por Ejemplo y A Trujillo en Dominicana también. PUEDES VER A CIENTOS A LO LARGO DE CUBA LLORAR EN ESE MOMENTO MIENTRAS MILLONES CALLAN POR IMPOSICION Y TERROR. Y ELECCIONES? LAS MAS MASIVAS Y POPULARES LES QUE EL PUEBLO EN MAS DE 62 AÑOS HA ESCOGIDO PONER MAR Y TIERRA DE POR MEDIO POR MILLONES. YA CREO ESTES INFORMADO. ALGUN DIA LLEGARA” EN QUE LAS MILLONES DE MASCARAS CAERAN Y LOS OPRTUNISTAS Y VIVIDORES DE HOY SERAN DESNUDADOS.CUBA MAS PRONTO QUE TARDE SERA’ LIBRE A PESAR DE TODOS LOS QUE LO IMPIDEN HOY.
Cierto, a los dictadores se les llora. Y a los líderes también.