Desandando la gigante y cosmopolita Sao Paulo, en Brasil, un poco alejado de los rascacielos y el hormigueo de transeúntes en una de las urbes más pobladas del mundo, llegué a un impresionante y colorido callejón. El barrio era el Vila Madalena, conocido por ser el centro de la cultura y del arte bohemio de la ciudad. Aquel sitio estaba lleno de murales y grafitis de colores intensos, con figuras enigmáticas o célebres personajes de cómics, como Batman. Había entrado en el famoso “Beco do Batman”, templo del arte callejero, galería a cielo abierto de Sao Paulo.
Era un jueves, muy temprano en la mañana. No había nadie. Vi ante mí la oportunidad única de retratar aquella explosión pictórica, libre de las oleadas de turistas que a diario llegan hasta allí para tomarse selfies y trasmitir en vivo por las redes sociales. De hecho, supe que el callejón se ha convertido en uno de los sitios más “instagrameados” de Brasil.
El callejón de Batman, como se traduce al español, está conformado en realidad por tres arterias que convergen en un punto central, donde se cruzan la calle Gonçalo Afonso y la Medeiros de Albuquerque.
En toda dirección que miraba mientras caminaba había colores y figuraciones. Aparecían imágenes psicodélicas. Otras eran hiperrealistas. Las fachadas de las casas, sus puertas y ventanas, los edificios, los contenes de la angosta acera, los postes de luz… absolutamente todo conforma un gran lienzo fragmentado en el que artistas urbanos han dejado su huella a lo largo de más de tres décadas.
Hay gran variedad de estilos y técnicas. Las obras varían también en formato. Conviven pequeños diseños muy discretos con enormes murales que cubren toda una pared o incluso un edificio. La diversidad de temas también salta a la vista; desde retratos de personajes famosos hasta abstracciones.
En perfecto “portuñol”, un vecino del lugar, que advirtió mi pinta de fotógrafo forastero, me contó que la movida de pintar el callejón comenzó a principios de los 80, cuando apareció un dibujo de Batman en una de las paredes.
“A los vecinos nos gustó. Luego llegaron estudiantes de una escuela de Bellas Artes cerca de aquí y comenzaron a intervenir las fachadas de las casas con murales. Así, poco a poco, se fue armando esta maravilla”, relata mi interlocutor, mientras señala algunas pintadas en las que aparecen personajes o guiños a la historieta del hombre-murciélago, como una sensual y colorida Gatúbela.
El muralismo tiene fuerte presencia en varios puntos de Sao Paulo; pero no se sabe bajo qué criterio se escogió este lugar, en medio de un barrio de clase media y muy tranquilo, para inundarlo de arte callejero, una expresión cultural nacida en el Bronx de Nueva York, a finales de los 60 con un carácter de protesta.
Muchos de los residentes del barrio paulista se involucraron en la creación de la nueva fisonomía del callejón. Algunos, incluso, trabajan en el diseño y la ejecución de nuevos murales y grafitis junto con los artistas, venidos de muchas otras partes de Brasil o incluso de otros países.
Una particularidad especial es la constante renovación en el sitio. Algunas paredes tienen varias capas de intervención; o sea, un artista puede plasmar su obra, con estilo propio, sobre la pintura de otro. A través de estos palimpsestos coloridos el rostro del callejón muta cada tanto.
Además de los murales y grafitis, Beco do Batman es un lugar de encuentro. En la zona hay bares, restaurantes y tiendas de arte y diseño de ambiente relajado y acogedor en medio de la muestra de arte efímero colectivo.
Así como la pintura, la popularidad y el turismo trajeron a Beco do Batman esplendor económico y reconocimiento sin precedentes, la otra cara de la moneda ha sido la pérdida de lo apacible del callejón. En señal de protesta, algunos moradores pintaron paredes completamente de gris y pusieron carteles hostiles a la concurrencia. Como sucede en otras ciudades, aumentó el precio de los alquileres y, con ello, la gentrificación, ese proceso de renovación y reconstrucción urbana que se acompaña de un flujo de personas de clase media o alta que suele desplazar a los habitantes que no pueden competir con su nivel de consumo.
A pesar de estos desafíos, Beco do Batman sobresale como un lugar único y vibrante, un sitio en el que se respira arte. Es una estación de encuentro en Sao Paulo, para artistas urbanos, visitantes y fotógrafos perdidos en las callecitas de la gran ciudad.