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La primera vez que escuché en vivo a Noel Nicola fue en una célebre salita de teatro en Santiago de Cuba, Macubá, en el lejano 2002. En un escenario sencillo, él, detrás de su guitarra, encorvado como una clave de sol, con su voz grave y melodiosa y un vaso plástico con un traguito de ron a sus pies, parecía accesible y distante a la vez.
Esa noche el trovador estuvo largo rato cantando, contándonos anécdotas y compartiendo su música. Yo me sabía muchas de sus canciones, gracias a mi padre, y fui allí como quien va a ver a una leyenda. Efectivamente, lo era.
Entre el manojo de temas, propios y ajenos, entre risas y canciones, hubo una, desconocida hasta entonces para mí, que me marcó profundamente: “Dicencias”. Esa canción era la Cuba misma: su gente, su vida, sus contradicciones, sus luchas.

Con el tiempo, encontré “Dicencias” en Dame mi voz, el penúltimo disco de Noel Nicola, grabado entre 1997 y 1999 en los estudios Abdala de La Habana y publicado en el año 2000. El tema aparece como el corte número 7 de los 15 del álbum y, con toda intención, parte al medio la secuencia de canciones, creando un corte profundo, un golpe de reflexión.

En el preámbulo del tema, mientras se escucha el sonido de un clavicordio, ese instrumento musical europeo de teclado y cuerda percutida, popular durante el Renacimiento, Noel dice: “Con perdón de don Antonio Machado, por sus Proverbios y cantares“.
Esta referencia a Machado no es casual: en su poema “Campos de Castilla” (1912), el poeta español reflexiona sobre la sabiduría popular, la búsqueda de sentido y la condición humana. Noel toma esos ecos y los adapta a su propio contexto, exponiendo complejidades universales de la vida.

“Dicencias” es un canto de introspección. Habla de la verdad, el amor, el miedo y la vida misma, a través de una secuencia de versos que exploran nuestras contradicciones más profundas.
El 7 de agosto de 2025 se cumplieron 20 años de que Noel Nicola dejara este mundo. Para rendirle homenaje, me he propuesto acompañar con una serie de fotos esta canción que, tras casi un cuarto de siglo de haberla escuchado por primera vez, sigue estremeciéndome.
Dicencias
Alguien puso bajo el sol
su verdad por la mañana;
la verdad se le secó.
La verdad se le secó
porque no estaba mojada,
más bien estaba empolvada,
casi nada.
Unos hacen el amor
para vivir sin reservas,
otros le tienen temor.
Y si es la vida el amor
y si el amor es la vida,
¿a qué cosa es su temor,
a la vida?
El que cruza sin mirar
un obstáculo cualquiera
se queda por la mitad.
Pues, si al lanzarte a la meta
llevas los ojos cerrados…
¿cómo sabes dónde está?
Tú sabrás.
Unos hacen por llenar
sus humanidades huecas,
otros las dejan igual.
Por eso es que cualquier cosa
que me llene me apasiona:
para hueco está la fosa…
¡Mariposa, a otra cosa!