¿Cuánta música puede guardar los siglos de historia de una ciudad como La Habana? ¿Cuántos secretos y curiosidades revelan la magnificencia de su arquitectura? ¿Cuántas canciones inspiran sus calles, fortalezas, iglesias, plazas y, sobre todo, sus célebres vecinos? Las respuestas las podemos encontrar y hasta sentir en “Habaneros del Prado”, un maravilloso viaje creado por los hermanos Rita y Aníbal del Prado Cartaya.
Ella es una de las voces trovadorescas más importantes de Cuba. Es una compositora con un abanico creativo tan amplio y sólido que desde los más pequeños hasta los más grandes suspiramos, sonreímos y amamos con sus canciones.
Él, un reconocido y sabio arquitecto, empedernido investigador de los secretos que guarda cada piedra de la ciudad.
Ambos, nacidos y criados en La Habana, lanzaron este proyecto en 2019 con motivo del aniversario 500 de la fundación de San Cristóbal de La Habana.
Pero el medio milenio fue solo la excusa y el punto de partida para unir sus saberes y amores en común por la ciudad natal. “Habaneros del Prado” es un homenaje sublime y necesario. Es una oportunidad sui generis para desandar por algunos de los vericuetos de los sentimientos, la historia y la arquitectura de un lugar que es mucho más que títulos (muy merecidos) tales como “capital de todos los cubanos” o “Patrimonio de la humanidad”.
Ellos lo denominan conferencia-concierto por el formato en que lo presentan: Aníbal comenta hechos históricos y patrimoniales de La Habana, recrea el contexto socio histórico y hasta político. Se vale de fotos, grabados y pinturas, según la época que aborda y además le aporta al material gráfico secuencias de ilustraciones recreando sucesos y situaciones. Se detiene en las emblemáticas construcciones, en los protagonistas de la época y nos cuenta detalles que escapan del imaginario popular. Se van intercalando los acordes de la guitarra y la voz límpida y dulce de Rita con un manojo de canciones compuestas exclusivamente para la ocasión.
De esta forma, por ejemplo, los hermanos arrancan en aquel 16 de noviembre de 1519 para que asistamos a la primera misa y el primer cabildo bajo una ceiba. Y con Canción de la Ceiba Ritual casi que nos vemos en El Templete, dándole tres vueltas al mítico árbol y pidiéndole (o cantando con Rita) ”que traiga concordia, salud y suerte” en una de las tradiciones habaneras más antiguas y populares.
Así los del Prado tienen la habilidad de pasearse por cinco siglos. Todo el tiempo aflora la identidad y una Habana profunda, sentida, divertida y cosmopolita. Se alejan de ese “avance de la vulgarización y superficialidad de un sector de la sociedad”, como define Rita a un mal entronizado en la ciudad. Así, aunque longeva, para nada sentimos una Habana vieja y mucho menos vetusta. Rita y Aníbal logran entre charlas y canciones que aflore la majestuosidad y ternura de una ciudad como resguardos de un presente.
Habaneros del Prado
Habaneros del Prado que van apurados al Parque Central
Habaneros que vienen despacio buscando el olor litoral
Habaneros del Prado que pasan el túnel viajando a Alamar
Habaneros con rumbo al Vedado y al puente que da a Miramar
Habaneros que enseñan lenguaje de señas de acento local
e imitando pasillos cruzados Manzana de Gómez dirán
Habaneros del Prado, desfile de pueblo, cotidiano andar,
añoranza que habita en palabras de Dulce María Loynaz
HABANERO, HABANERA
DE TODAS LAS RAZAS, DE CUALQUIER EDAD
SOBRE EL PRADO DEL TIEMPO
LE DEJAS TU HUELLA A NUESTRA CIUDAD
Habaneros etéreos y privilegiados por casta o azar
Habaneros ajenos a quien tiene menos y es profesional
Habaneros estigmatizados por dar diferente opinión
Habaneros que son maltratados por los habaneros de baja pasión
Habaneros que aportan en tanto soportan la equivocación
de habaneros que exigen en tanto desangran ciudad y nación
Habaneros ilustres que el brillo merecen por tanto ofrendar
Habaneros decentes que son marginados por un marginal
HABANERO, HABANERA…
Habaneros que acosan a todo extranjero al verle pasar
Habaneros gentiles que no han olvidado la hospitalidad
Habaneros del Prado ya desarraigados por pura elección
Habaneros que cargan su savia y raíz al subir al avión
Habaneros cordiales, espléndidos, francos, de cepa leal
cadenciosos, agudos, alegres , fraguados en lo espiritual
Habaneros del Prado que por su deseo quedaron aquí
transitando el Paseo que guarda la aurora del joven Martí
HABANERO, HABANERA…
***
Contar la historia escrita en las piedras
Recientemente Rita estuvo en Buenos Aires para realizar un concierto de La Guarandinga, ese otro gran proyecto que ya tiene 16 años y que comparte con el Dúo Karma. En su corta estancia buscó espacio para presentar el repertorio de canciones que componen “Habaneros en el Prado”.
Aggiornado esta vez en un unipersonal, con ingenio y talento Rita logró desafiar el tiempo y la física: trajo en su guitarra y su canto La Habana a Buenos Aires. Y los asistentes, en su inmensa mayoría argentinos, quedaron fascinados y así se lo hicieron sentir a la trovadora con una batería de aplausos.
Fue esta la oportunidad para conversar con Rita más a fondo sobre “Habaneros del Prado”.
¿Cómo surgió la idea de este proyecto?
A finales de 2017, le propuse a mi hermano Aníbal, arquitecto de larga y rica experiencia, celebrar el medio milenio de la fundación de La Habana, que iba a cumplirse en noviembre de 2019 uniendo nuestras respectivas vocaciones: La arquitectura y la canción.
Él está vinculado profesionalmente a la Empresa Restaura de la Oficina del Historiador de la Ciudad y no solo ha participado en importantes proyectos de restauración; también es buen comunicador y transmisor de saberes de arquitectura habanera, siendo parte del equipo de guías especializados del programa “Rutas y Andares” y también realizando conferencias habitualmente.
Entonces me pareció que teníamos buen material, perfiles y condiciones para lanzarnos a una aventura novedosa tanto para él como para mí: preparar juntos una conferencia-concierto, tomando como eje la evolución de la arquitectura en La Habana, en base a hitos y puntos de giro significativos en diferentes épocas. Como dice él:“contar la historia escrita en las piedras”.
Mi rol en el proyecto era componer y cantar historias humanas ligadas a construcciones emblemáticas y espacios urbanos, es decir, contar trovadorescamente sobre la vida “en torno a esas piedras”, quiénes construyen lo que se convierte después en valores patrimoniales, quiénes crean, o transforman o profetizan, sienten, habitan y transitan La Habana.
De todos modos, como compositora, también hacía tiempo que sentía que estaba en deuda creativa con mi ciudad y sus habitantes. Varias veces estando sumergida en otros proyectos, acudían esas musas aparentemente inoportunas, a las que no podía atender de inmediato. Eran musas relacionadas con motivos habaneros, que me exigían unas veces gran profundidad en los sentimientos sobre la compleja vida colectiva que tiene a la Habana por escenario, y otras veces me invitaban a jugar con la historia, desdramatizando sucesos. Finalmente con el pretexto del medio milenio que estaba cerca, y bajo la ilusión de montar este proyecto le hice caso a las musas.
¿Cuántas canciones compusiste?
En total compuse 13 canciones, no porque se agotan los temas, todo lo contrario: Las historias inspiradoras habaneras a lo largo de 500 años (que muy pronto serán 503) son una fuente inagotable de canciones; pero tuve que hacer selección de historias conmovedoras, o desgarradoras, o interesantes, o divertidas de personajes y referentes y también por supuesto apelar a la imaginación para reconstruir situaciones pasadas a partir de elementos de la arquitectura, y siempre desde una mirada presente.
Las canciones recrean de algún modo las atmósferas musicales de distintas épocas, la influencia de la música europea, estadounidense, las sonoridades de distintas etapas de la trova cubana.
El lenguaje textual también se conecta con la expresión oral de diferentes etapas históricas y, por supuesto, todo esto se mezcla con vivencias personales, preferencias en el modo de decir y libertad creativa.
Tuve la gran suerte de que “Habaneros del Prado” a partir de la muestra de las primeras obras compuestas en 2018 fue uno de los proyectos elegidos, tras la convocatoria de la Fundación SGAE para recibir ayuda a la creación de músicas populares, en el propio año 2019. De manera que me pude dedicar a investigar y componer a tiempo completo hasta terminar el repertorio en el año de la celebración del medio milenio.
Más allá del lazo sanguíneo que los une ¿cómo fue el proceso creativo a cuatro manos entre una trovadora y un arquitecto?
Para crear este repertorio desde luego tuvimos un largo trabajo de mesa… y también andares, pues hicimos recorridos por La Habana durante los cuales mi hermano me ubicaba en el contexto histórico y las circunstancias de aparición de las construcciones y espacios urbanos. Luego revisé por mi lado una buena cantidad de literatura y material gráfico. Esto me fue dando un amplio arsenal de información emocionante para elegir temas, palabras, códigos importantes.
Hice recorridos por la ciudad por mi cuenta también explorando La Habana con una visión nueva a partir de los aprendizajes que iba acumulando y las preguntas que no cesaba de hacerme.
¿Cuáles fueron algunas de esas otras maneras en la que te acercaste a La Habana y sus vecinos para componer estas canciones?
Sobre todo creo que mi visión de la sociedad habanera de la cual soy parte, se agudizó en ese tiempo de investigación y creación. Desde el principio quise abordar sentimientos auténticos a través de una mirada limpia y franca, aunque fuesen verdades difíciles de expresar y sobre todo puse mucho empeño en cuidar los matices. Por naturaleza, no soy amiga de los absolutismos reduccionistas en ninguna esfera de la vida.
Y, por otro lado, tenía muy claro que aunque fuese la mirada personal la que por derecho propio aparece en las canciones que escribo, también es una gran responsabilidad cantarle a una ciudad a la que pertenecen y han pertenecido tantas personas y es un acto delicado señalar “sus bondades y sus abrojos”, pero a la vez no me preocupaba porque sabía que siempre iba a partir del respeto y el amor a La Habana.
Bondades y abrojos
Tanta Habana es La Habana majestuosa y de ensueño
como la que se agolpa en espacios pequeños
Tanta Habana es La Habana del azul respirar
como la que ha vivido alejada del mar
Tanta Habana es La Habana que derrama folclor
como la que suspira en un patio interior
Tanta Habana es La Habana de carcajada en flor
como la de otra ausencia flotando en el olor
Bienaventuradas esas miradas
que lo abarquen todo y no olviden nada
Bienaventurados aquellos ojos
que hallen las bondades y los abrojos
Tanta Habana es La Habana de poetas y musas
como la del paraje que Mario Conde cruza
Tanta Habana es La Habana que eligió progresar
como la que pretende acuarelas negar
Tanta Habana es La Habana de bullicio y fragor
como la más estoica en su añejo dolor
Tanta Habana es La Habana de cautela y rumor
como la que otros días alza clara su voz
Bienaventuradas esas miradas
que lo abarquen todo y no olviden nada
Bienaventurados aquellos ojos
que hallen las bondades y los abrojos.
Al escuchar las canciones de “Habaneros del Prado” se advierte la presencia de ilustres y entrañables habaneras y habaneros como José Martí, Dulce María Loynaz o Eusebio Leal. ¿Son esos ángeles habaneros, quizás musas, que sobrevuelan en este proyecto?
Efectivamente son ángeles imprescindibles que están en la esencia del proyecto Habaneros del Prado y que aparecen de manera explícita o implícita.
Sabemos que Martí es inspiración permanente para todo cubano, viva en la región del mundo que viva, y es símbolo de pertenencia, civismo, Patria, arte. Y específicamente, aunque haya vivido, trabajado y luchado fuera de Cuba gran parte de su breve y fecunda vida, el hecho de haber nacido en La Habana, ser bautizado en la Iglesia del Santo Ángel Custodio, haber estudiado en el colegio San Pablo que está precisamente en el Paseo del Prado, hoy renacido como Colegio Rafael María de Mendive, se convierte en una ruta de referentes físicos que están en el paisaje de los habitantes de La Habana, ciudad donde vivió sus primeros años, comenzó a estudiar, y donde se comenzó a fraguar la personalidad del apóstol. Durante esta investigación por supuesto fue un acto necesario volver a ver la genial película de Fernando Pérez, José Martí: el ojo del canario y revisar entrevistas donde el cineasta explica su visión de esta etapa de la vida martiana. Con la obra de Martí ya había tenido una experiencia profesional anterior en 2002, musicalizando poemas y cuentos de La Edad de Oro, pero aquí se trataba de abordar otra arista: era como poner el acento en la conciencia estremecedora que implica saber que ese hombre inmenso, universal, visionario, es hijo de nuestra Habana.
Con Dulce María Loynaz tuve una especie de diálogo íntimo que se volvió canción; era una de las musas que me estaba rondando desde hacía tiempo y no había musicalizado ninguno de sus poemas; pero en este proyecto yo no pretendía ir por ese camino de la musicalización de uno de sus poemas, mi objetivo era condensar en una canción —que fuese lo más breve posible— su espíritu loynaciano habanero, “vedadense”, partir de su refinado y profundo pensamiento, su elegancia en el manejo del idioma, sus imágenes, su franqueza, y en ese diálogo con ella quería “convencerla” de la poesía que sigue existiendo en La Habana, a pesar del lamentable avance de la vulgarización y superficialidad de un sector de la sociedad, que contamina la belleza y la armonía del existir habanero y que ella señaló tantas veces. Releí libros ya leídos y busqué otros que aún no había tenido oportunidad de leer, poesía, novelas, artículos, entrevistas, algo del epistolario. Digamos que me sumergí en su lenguaje todo lo posible, para emprender la creación de una canción digna de su estatura, que lleva su nombre.
Dulce María
La inmensa luna se ha estremecido
y se desprende como un jazmín
se vuelve astillas iluminadas
sobre la yerba de tu jardín.
Cruzó la verja de filigrana
el aire fino de anochecer
va perfumado de hojas de albahaca
o de romero y mar, tal vez.
Y bajo el día se han deshojado
todas mis fugas, al recorrer
en el encanto de tu Vedado
un ser fundido a nuestro ser.
Hoy todavía, Dulce María,
hay quien venere a un framboyán
quien guarde astillas de luna rota
bajo el almendro que crecerá.
Hoy todavía, Dulce María,
tras lo perdido, tras lo vulgar
tras lo aparente, Dulce María
queda poesía en mucha gente
de tu ciudad.
La otra presencia luminosa que desde otra dimensión siento que sigue bendiciendo a este proyecto es Eusebio Leal, historiador de la Ciudad. Eusebio, hombre irrepetible, que no solo se adentraba en los saberes del pasado y lo transmitía a través de su impecable y seductora oralidad; también andaba la Habana a pie, escuchando voces de sus habitantes, atendiendo sus reclamos, sus ideas y construyendo una concepción viva de la conservación de los valores patrimoniales y el crecimiento de la ciudad con sentido de futuro. Eusebio tenía esa virtud de los líderes auténticos que saben reunir el talento y las luces de muchos profesionales de distintas ramas para el bien común, un gran impulsor de programas constructivos, culturales, sociales.
Con relación al doctor Eusebio Leal, y este proyecto tengo una anécdota hermosa: En septiembre de 2019 el entrañable realizador audiovisual Felipe Morfa (Q.E .P. D) director del espacio radial “Catalejo” de la emisora Habana Radio, nos invitó a mi hermano y a mí a hablar del proyecto en el programa y difundir las primeras canciones. La entrevista debía salir en vivo el domingo 15 de septiembre, de 12m a 1 pm, pero justo ese día a esa hora yo tenía compromisos previos y grabamos la entrevista una semana antes.
El programa salió al aire en la fecha programada y Felipe me contó al día siguiente que, terminando la emisión, Eusebio apareció en la cabina de transmisiones de Habana Radio, preguntando por los hermanos del Prado, pensando que habíamos estado en vivo, para saludarnos. Tan pronto lo supe, le envié un mensaje a través del ciberespacio explicando los motivos por lo que no estábamos presentes y agradeciendo su gran gentileza, con la ilusión de poder organizar un encuentro, escuchar sus criterios sobre el proyecto de manera personal. Luego nos pareció que ya no era prudente insistir en ese encuentro pues sus crecientes problemas de salud y su agenda desbordada, le dejaban poco tiempo de descanso y privacidad.
Y aunque hubiese sido memorable tener ese encuentro y escuchar sus palabras sobre el proyecto que no llegó a ocurrir y con independencia del apoyo que hemos recibido siempre por parte de varios profesionales de la OHCH, nos pareció el gesto más hermoso lleno de sencillez y respeto que el querido Eusebio Leal fuera en persona a buscarnos a la emisora tras escuchar el programa.
Lo sentí como la mayor bendición que podía recibir “Habaneros del Prado”.
***
Nota:
Las letras de las canciones intercaladas en el texto pertenecen a “Habaneros del Prado”. Letra y música: Rita del Prado.