Sentarse a conversar largamente frente a las cámaras no ha sido algo que Hugo Cancio haya querido hacer en los últimos años. Ha preferido concentrarse en sus proyectos empresariales y no dejarse llevar por el “ruido” a su alrededor.
En los días del “deshielo” entre Cuba y Estados Unidos, desde el 17 de diciembre de 2014, muchos medios de comunicación, sobre todo en su país adoptivo, procuraron obtener su testimonio.
Los editores y periodistas sentían curiosidad por el nuevo estatus entre las dos naciones. Cuba era, virtualmente, un país desconocido para la audiencia estadounidense y Hugo Cancio un rara avis: un cubanoamericano que, tras haber emigrado en el año 80 durante el éxodo de El Mariel, había regresado a su país desde principios de los 90, sin dejar de vivir en Miami.
En 1997 fue el productor de la película Zafiros, locura azul —un regalo que le hizo a su padre, Miguel Cancio, uno de los fundadores del cuarteto. Durante los años posteriores produjo los primeros conciertos y giras de músicos de la isla en Estados Unidos. En cada momento intentaba contribuir a la mejoría de las relaciones entre ambos países y explorar oportunidades de negocio, en una época en la que todavía muy pocos cubanoamericanos buscaban ese tipo de acercamiento.
En 2012 consiguió fundar la revista OnCuba, con una corresponsalía permanente en La Habana, de rápido ascenso como referente en el periodismo sobre Cuba. No sin dificultades, la publicación ha sobrevivido y evolucionado hasta hoy.
Ni las políticas hostiles del presidente George W. Bush (2001-2009) primero, ni las de Donald Trump (2017-2021), enfocadas en revertir la normalización de relaciones y lograr un jaque mate contra el Gobierno cubano a través del embargo/bloqueo incrementado, alejaron a Hugo Cancio de sus propósitos.
Insistió en abrirse caminos —y abrirlos para otros—, especialmente en los últimos años, tras los indeseables efectos combinados de la COVID-19 y la crisis de abastecimientos en Cuba.
En 2015 la televisora NBC llegó a describirlo como un “chief middleman” (intermediario principal) entre ambas orillas. “Ellos me escuchan y yo los escucho”, dijo entonces.
Hugo Cancio es, pasados todos estos años, y en el escenario de polarización en torno a temas cubanos, un personaje aún más controversial. Sobre él se tejen historias y leyendas de distinta factura y signo político. No le es indiferente a tirios ni a troyanos y, curiosamente, muchos creen saber todo sobre él.
Su nombre está asociado hoy al proyecto Katapulk, nacido en 2016 y relanzado en 2020: una plataforma de comercio online que se ha convertido, junto a otras, en una alternativa para que los cubanos residentes en el exterior puedan ayudar a sus familias en la isla.
Katapulk permite comprar desde “afuera” y en “moneda dura”, alimentos y otros insumos que en Cuba no se consiguen y que los deprimidos salarios, castigados por la persistente inflación, no pueden alcanzar. ¿Son, por ello, héroes o villanos?
Durante casi dos horas tuve la oportunidad de conversar en La Habana con Hugo Cancio, en la víspera de la IV Conferencia de La Nación y la Emigración.
En el evento, las autoridades ratificaron su política de acercamiento a los emigrados e insistieron en dejar la puerta recién abierta —todavía no de par en par— para quienes quieran participar en la economía cubana, con las nuevas oportunidades que se definen para el sector empresarial privado emergente.
¿Qué opina Hugo Cancio de todo esto? ¿Cuándo empezó su relación con Cuba y cómo ha sido ese camino? ¿Qué reacciones ha habido en su comunidad, Miami? ¿Qué perspectivas tiene como empresario en Cuba? ¿Goza de privilegios especiales? ¿Hacia dónde va Katapulk? ¿Qué recomienda a los nuevos empresarios?
El martes 28 de noviembre a las 11:00 am hora de La Habana/Miami y 5:00 pm en Madrid, la plataforma OnCuba estrenará por todos sus canales la entrevista completa.
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Vale la pena ver y escuchar de primera mano las memorias y reflexiones de Hugo Cancio en este abierto y extenso diálogo.