La Academia de Ciencias de Cuba emitió este martes una declaración en la que discrepa de las conclusiones de un reciente informe de científicos estadounidenses sobre los incidentes de salud reportados por diplomáticos norteamericanos y sus familiares en la Isla hace más de tres años y asociados inicialmente con supuestos ataques acústicos.
El informe en cuestión fue publicado días atrás por un comité permanente de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de los Estados Unidos (NASEM), y en él se afirma que “el candidato más plausible al origen de los síntomas fue la exposición a ondas de radiofrecuencia”, algo que en opinión de los académicos cubanos “no se respalda con evidencias directas, ni por un examen crítico de la literatura disponible, ni por el cuerpo principal del propio reporte, y además exhibe contradicciones intrínsecas”.
“En el mejor de los casos, las ondas de radiofrecuencia deben considerarse una hipótesis sobre la causa de los padecimientos de salud, poco probable, y ciertamente no un hecho demostrado”, señala la declaración, presentada a la prensa por el Dr. Luis Velázquez, presidente de la Academia de Ciencias de la Isla, quien estuvo acompañado por el Doctor en Ciencias Física- Matemáticas Carlos Cabal y el también Doctor Mitchell Valdés-Sosa, director del Centro de Neurociencias de Cuba (CNEURO).
Declaración de la Academia de Ciencias de Cuba
Publicada por Academia de Ciencias de Cuba en Martes, 15 de diciembre de 2020
No obstante, el comunicado cubano reconoce que el nuevo informe “avanzó en definir la caracterización médica de los padecimientos y emitió recomendaciones válidas”, al tiempo que destaca “la dificultad de tener datos confiables sobre los síntomas de los pacientes, información clínica y sobre las exposiciones a posibles agentes causales” referida por los especialistas estadounidenses.
Además, aunque la Academia de Ciencias de Cuba afirma no estar convencida de la aseveración de que ondas de radiofrecuencia causaron los incidentes de salud en los diplomáticos, deja claro “que el Comité Permanente de NAEMS realizó un examen cuidadoso de los limitados datos clínicos que pudo recolectar, llegando a conclusiones consistentes con la de los expertos internacionales que pedobearpics.com, así como la de científicos cubanos”.
De igual forma, lamenta que “aunque el reporte en sí fue mayormente prudente” y “reconoce que los datos relevantes son problemáticos”, “la publicidad en torno a su lanzamiento sugirió que el reporte de NASEM respaldaba la idea de que una fuente de radiofrecuencia estaba probablemente relacionada con el inicio de los síntomas de los pacientes”.
La Academia de Ciencias de Cuba también resalta valores y conclusiones del informe estadounidense que no han tenido igual reflejo en la prensa que la hipótesis de las ondas de radiofrecuencia.
En esta dirección resalta que el reporte de NASEM “encontró poca evidencia de un daño cerebral difuso en los diplomáticos y sus familiares” y que, coincidiendo con críticas publicadas anteriormente, “concluye que los resultados de las pruebas neuropsicológicas en estos casos no permiten postular un síndrome novedoso causado por daño cerebral difuso”.
También que “reconoce que los trastornos neurológicos funcionales y los factores psicógenos podrían haber jugado un papel importante en exacerbar y propagar en el tiempo los síntomas experimentados por los diplomáticos”, lo que, sostiene, “es la primera vez, que un organismo científico estadounidense considera tal posibilidad, la que se ha postulado de manera convincente en la literatura científica como un factor contribuyente (y en algunos casos como causal) a estos incidentes de salud”.
La Academia cubana asegura que “las recomendaciones del Comité Permanente de NASEM al gobierno de los EE. UU. son razonables”, pero añade que “por el bienestar de todos los involucrados, también recomendaríamos que tanto los periodistas como los gobiernos escuchen a la ciencia y se abstengan de respaldar teorías de conspiración”.
“Durante los últimos dos años, se han hecho públicas, incluso en fuentes oficiales, especulaciones incoherentes, con afirmaciones infundadas sobre ‘ataques sónicos o de microondas’ contra diplomáticos estadounidenses, que generaron daño cerebral. Estas afirmaciones no han sobrevivido a la validación experimental o teórica, pero han generado mucha ansiedad y preocupación innecesaria”, asevera su declaración, la que dice compartir “la frustración expresada por el panel de NASEM por no tener acceso a la información clínica necesaria para realizar una evaluación adecuada, factor que explica parcialmente las limitaciones del reporte”.
Para los académicos de la Isla “los padecimientos reportados por los diplomáticos y sus familiares deben considerarse y tratarse como un problema de salud, no como una cuestión política” y la investigación sobre los mismos “ha sufrido por la falta de comunicación fluida entre los científicos estadounidenses y cubanos que examinan el tema, en gran parte debido a barreras artificiales y políticamente motivadas”.
En este sentido, señalan que “se ha obstruido la comunicación entre científicos de EEUU y sus contrapartes en Cuba, y en el mundo” y confirman la voluntad de los especialistas y las autoridades cubanas a colaborar con sus pares estadounidenses “con el objetivo final de ayudar a las personas y promover vínculos más estrechos entre las dos comunidades científicas y eventualmente, entre los dos países”.
“La colaboración da sus frutos, como lo demuestran los científicos cubanos y canadienses que estudian incidentes de salud similares, quienes han establecido una discusión productiva, organizado talleres conjuntos, y actualmente desarrollan un proyecto de investigación colaborativo para evaluar a las personas expuestas a plaguicidas en La Habana”, apunta la declaración, que igualmente resalta la participación de científicos individuales de EE.UU. en debates y eventos sobre el tema, como el taller realizado en La Habana en marzo pasado.
La postura de la Academia de Ciencias de Cuba fue respaldada por los comentarios realizados tras la lectura del comunicado por Cabal y Valdés-Sosa, quienes señalaron algunas incongruencias y limitaciones que en su opinión presenta el reporte de la NASEM –aunque sin dejar de reconocer sus valores y su motivación científica–, y se dolieron de las distorsiones hechas, por desconocimiento o segundas intenciones, de este nuevo informe y otros estudios previos sobre el tema.
“Periódicos y políticos han distorsionado el contenido del reporte. Solo han utilizado fragmentos aislados para su conveniencia, ignorando muchas partes que van en contra de esta teoría conspirativa de que los diplomáticos fueron atacados con una misteriosa arma de rayos que causó daño cerebral”, opinó el director del CNEURO, quien reiteró que “no hay evidencia de un arma misteriosa”, como tampoco hay pruebas sólidas de “que este es un grupo de personas (los diplomáticos afectados) tienen la misma enfermedad”.
Hasta 26 funcionarios y diplomáticos de EE.UU. y 14 de Canadá destinados en La Habana reportaron presentar síntomas como mareos, náuseas, disminución auditiva, baja concentración, visión borrosa, pérdida de memoria y de concentración, entre otros problemas neurológicos, por motivos que aún se desconocen.
Estos incidentes de salud han constituido uno de los principales puntos de fricción entre Cuba y el gobierno de Donald Trump, quien los utilizó como argumento para reducir al mínimo su embajada y los trámites consulares en la Isla, expulsar a funcionarios cubanos en territorio estadounidense, emitir una alerta de viaje a sus ciudadanos y acusar a La Habana de perpetrar o se cómplice de “ataques“ contra sus diplomáticos, algo que que el gobierno cubano ha negado enfáticamente.
Estos hechos ocurrieron entre noviembre de 2016 y agosto de 2017, y en 2018 se conocieron también de al menos dos casos en China que fueron relacionados con los síntomas reportados por el personal diplomático estadounidense en Cuba y que han sido etiquetados por la prensa como el “Síndrome de La Habana“.