En días recientes, participando en un debate público en La Habana sobre el futuro de las relaciones Cuba-Estados Unidos, afirmé que el presidente Trump actuaría respecto a nuestro país como empresario más que como político. Me basé, entonces, en una apreciación sobre su trayectoria y los acontecimientos recientes. En cierta coincidencia con planteamientos de algunos panelistas norteamericanos y especialistas cubanos presentes en el foro-debate, esta idea se fundamentaba en varios hechos:
-La demostrada filiación con el interés gran-empresarial durante su vida de gerencia, hecho evidenciado durante su campaña presidencial y primeros meses de mandato.
-El relativo silencio respecto a las relaciones con Cuba, solo interrumpido en par de veces para satisfacer expectativas de sectores políticos del exilio histórico cubano de Miami.
-La reciente jugada internacional, de carácter comercial-antiterrorista, de realizar una venta multimillonaria de armamentos a Arabia Saudita, contraria a los intereses israelíes.
-La suspensión de 20 millones de dólares de financiamiento a la oposición cubana, incluida en su propuesta de presupuesto para 2018 elevada al Congreso.
-La presión creciente de sectores de negocios y de gobiernos de estados de la Unión, interesados en comerciar con Cuba; además de otros sectores, favorables en la normalización de las relaciones con nuestro país.
No obstante, cualquier curso inesperado de los acontecimientos podría esperarse, dado el impredecible carácter del presidente estadounidense.
Diversos analistas coinciden en lo poco que pueden dañar a Cuba los cambios propuestos por Trump, dado que se mantienen la mayoría de las medidas aperturistas de Barack Obama. También hay cierto consenso en señalar que la nueva política no beneficiará a los emprendedores cubanos.
Como planteó el canciller Bruno Rodríguez, cualquier perjuicio a la economía estatal dañaría a la totalidad de la población. Por tanto, la propuesta de Trump está condenada al fracaso.
Hay otros aspectos interesantes del asunto, mirando hacia el gobierno cubano:
-Las reformas socioeconómicas de los últimos años no son concesiones a la apertura estadounidense. Constituyen parte de un proceso para intentar alcanzar un desarrollo más ajustado a la contemporaneidad, a pesar de su marcha lenta y poco coherente, en ocasiones.
-Los excesos de ambas partes provocan limitaciones en el ejercicio pleno de los derechos cívicos en Cuba. Esto se une a los errores de dirección en la Isla y el predominio de un estilo autoritario, lo cual es estimulado, en parte, por la condición de plaza sitiada. Dichos elementos conspiran contra un clima deliberativo y de avance en la sociedad, y alimentan argumentos repetidos desde el exterior.
-Muchas veces, la política cubana ha sido más reactiva que propositiva, como en el caso del anuncio de Trump.
Una forma distinta de actuar, dirigida a propiciar adelantos decisivos en el desarrollo integral de Cuba, podría basarse en los siguientes aspectos:
-Una política económica audaz con incentivos suficientes y balanceados para la inversión norteamericana en el país. En cambio, Cuba recibiría ventajas en asuntos pendientes como el levantamiento del bloqueo, el cierre de la Base Naval, etcétera, siempre que se respete la soberanía nacional.
-Una aceleración de los procesos de reforma que aseguren el ejercicio emprendedor solidario y no capitalista, mediante leyes de empresas apropiadas a un contenido multiactoral y socialista.
-Reorganización del sector militar empresarial como sector estatal de la economía.
-Descentralización de la empresa estatal con mayor autonomía de base y procesos con participación de los trabajadores y ciudadanía en las decisiones, así como en la distribución de ganancias a nivel empresarial y de desarrollo local.
-Avances en la política de unificación monetaria no lesiva a los intereses poblacionales.
-Mejoría de la remuneración por su trabajo y en materia de seguridad social, a todos los sectores de la población.
-Consideración de aperturas en temas de derechos civiles tales como: mayores espacios de expresión en medios oficiales y alternativos; mayor participación de la población en acciones deliberativas sobre políticas y de control gubernamentales.
-Nueva ley electoral con mayor libertad para la proposición de candidaturas y de elección.
-Mayor separación de las funciones de Partido y Gobierno en todos los niveles de la sociedad.
-Avance hacia un proceso constituyente que plantee los cambios necesarios, de acuerdo con el futuro socialista concertado en Cuba.
Estas, entre otras propuestas, situarían a Cuba en una posición avanzada y audaz ante diversas reclamaciones internacionales, salvaguardando las banderas de soberanía
nacional.
BUEN EJERCIO DE WISHFUL THINKING!
Las reformas economicas se han hecho a regañadientes y por la perdida del subsidio sovietico. De ahi que sean reformas muy palidas y con un efecto minimo en el nivel de vida del pueblo. Para demostrarlo ahi estan las palabras de Bruno de no permitir la acumulacion de riquezas en pocas manos (con excepciones?). Si realmente se buscara un acelerado avance del pais se ampliarian las reformas disminuyendo las trabas y regulaciones absurdas, facilitando la inversion privada, incluso la de los exilados que deseen invertir en la isla, garantizar el derecho de propiedad privada, cabar de unificar la moneda. Pero ir tan rapido no conviene: se puede perder el poder de la noche a la mañana y eso si es lo que importa.
Eso, querido autor… es a lo que andan llamando en estos momentos “centrismo” … lo cual creo que estan criticando…. los matices grises no valen de nada… o eres negro o blanco… si eres gris … revisate