El misterio de los “ataques sónicos” a diplomáticos estadounidenses en Cuba y China se profundiza. Tanto, que algunos científicos ponen en duda nuevamente si realmente han existido.
“No hay pruebas de un ataque. No hay siquiera datos que indiquen que esta gente sufrió algún tipo de lesión en el cerebro”, afirma el doctor Sergio Della Sala, profesor de neurociencias de la Universidad de Edimburgo, en Escocia.
Los dos países han tenido por lo menos cuatro contactos sobre el tema. Especialistas en La Habana concluyeron que no hay una respuesta para el fenómeno y dudan seriamente que algo haya pasado. El FBI admitió hace más de un año que sus investigaciones de tres meses no encontraron ninguna explicación. Tampoco saben realmente si algo sucedió.
En general, la comunidad científica que ha estudiado el fenómeno, al que han dado en llamar “el síndrome de La Habana”, estima que el asunto es tan perturbador que no pasa de una mezcla de secretos, conjeturas y un poco de medicina oscura, asevera NPR.
Los inicios
Cuando los primeros casos fueron detectados a mediados de 2016, todo comenzó con reportes de unos sonidos raros, intensos y agudos. Después vino la pérdida de audición, mareos, dificultades de balance al caminar, cansancio y problemas de concentración.
En febrero de 2017 el Departamento de Estado decidió recurrir a un medico de la Universidad de Miami, especialista en oído, nariz y garganta, el doctor Michael Hoffer.
Hoffer viajó a La Habana, donde analizó a 140 personas y detectó síntomas preocupantes en 26 de ellas. El problema parecía concentrarse en la capacidad de equilibrio de los afectados, un síntoma que cabía dentro de la neurología.
Fue cuando por primera vez se habló de “ataques sónicos”, la posibilidad de que existiera una arma capaz de alterar las funciones cognitivas de un individuo sin que fuera sentido un impacto letal.
Cuando Associated Press hizo pública una reproducción del sonido que habrían escuchado las víctimas, y el castillo de naipes comenzó a desmoronarse. Un científico que lo escuchó, el doctor Alexander Stubbs, de la Universidad de California, Berkeley, aseguró que se trataba del zumbido de un grillo, más concretamente de un grillo de las Indias Occidentales, (el Caribe) macho y que lo emite al momento de estar listo para tener relaciones sexuales.
Hablan víctimas estadounidenses de “ataques sónicos” en China
Cuando a inicio de 2018 el Journal of the American Medical Association (JAMA), publicó el primer estudio sobre lo que aparentemente estaba sucediendo en La Habana, por un equipo de trabajo de la Universidad de Pensilvania, a quien el Departamento de Estado acudió para que ayudara a explicar el fenómeno, fue acogido por una andanada de escépticos que disputaron las conclusiones.
El autor del estudio, doctor Randel Swason, aseguró que tras estudiar el caso de 21 diplomáticos estadounidenses estacionados en La Habana, “llegamos colectivamente a la conclusión de que, como un grupo, estas personas sufrieron una lesión neurológica”. O sea, la lesión era realmente una especie de “conmoción cerebral”, quiere decir que sufrieron un golpe pero no hubo lesiones (externas) en la cabeza.
Las dudas
El estudio también sostiene que esa conmoción produjo alguna de forma de “discapacidad”. Y esta palabra fue precisamente la que implantó la semilla de la duda. Especialistas protestaron en cartas a JAMA porque los investigadores aplicaron a la palabra “discapacidad” una definición que se usa para diagnosticar, prácticamente, a “media humanidad”.
Uno de ellos es el doctor Della Sala. “Es una sorpresa que una revista fantástica y brillante, como lo es JAMA publique una análisis tan pobre. Es espantoso. Increíble”, comentó a NPR.
Posteriormente hubo otro estudio de la Universidad de Miami que JAMA rechazó publicar y que, básicamente, afirma que algún tipo de lesión ha habido en el cerebro de los afectados porque tienen dificultad en mantener el balance, una conclusión a que llegaron tras estudiar el movimientos de los ojos.
Desde entonces el Departamento de Estado se ha referido muy raramente al tema. Para Foggy Bottom, como se llama a la sede de la diplomacia estadounidense, el asunto se encuentra en un punto muerto. Al no haber una explicación clara, tampoco hay una respuesta concluyente. La embajada en La Habana no ha vuelto a recuperar su personal aunque, como afirma NPR, algunos parece que se han recuperado.
El Gobierno estadounidense mantiene que 26 de los suyos fueron afectados en La Habana, no informa del número exacto de afectados en China y tampoco contesta preguntas al ser consultado. OnCuba lo intentó tres veces la semana pasada.
Para Della Sala, en este momento “no hay ningún indicio de que esta gente sufra de una lesión cerebral. No hay ningún tipo de prueba”.