Que Félix Masud Piloto (La Habana, 6 de diciembre de 1950-Chicago, 10 de marzo de 2023) fue un hombre puente entre amigos desconocidos, entre las culturas y academias de Estados Unidos y Cuba, entre los saberes más rigurosos y otras áreas de la vida “menos científicas”, como los deportes, ninguno de los que tuvimos el privilegio de conocerlo lo discutiría. Lo fue y en grado superlativo.
Doctor en Historia por la Universidad del Estado de la Florida, docente en la Universidad de Cornell, Ithaca, Nueva York, y profesor de la Universidad De Paul, en Chicago, desde 1990 hasta su muerte el 10 de marzo de este año, Masud viajaba con frecuencia a Cuba, donde tenía amigos en todas partes. Lo recuerdo como un hombre bueno, de carácter afable y risa fácil, con quien se podía conversar de cualquier tópico. Siempre afectuoso y sincero, su nobleza era como la carta de presentación para hacer amigos.
Lo conocí en uno de sus tantos viajes a Cuba, su patria —de la que partió siendo niño, en compañía de su padre en 1962—, gracias a uno de sus mejores amigos, también mío, Norberto Codina. En poco tiempo entablamos una amistad que duró por siempre. Nos veíamos en la isla y en los congresos de LASA (Latin American Studies Association), en Barcelona, Montreal o Boston, eventos de los que fue un gran animador. En 2001, lo invité, junto a sus alumnos estadounidenses, al acto por el centenario de Wifredo Lam que tuvo lugar en el Centro de Arte Contemporáneo que lleva el nombre del artista, ocasión que fue muy importante para Félix y sus discípulos por la presencia de Fidel Castro en el acto.
En estos días lo recordamos en el homenaje que quisimos hacerle luego de su fallecimiento. La sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) nos acogió. Más allá de un encuentro formal, el evento se convirtió en un sentido intercambio de recuerdos y anécdotas que Félix habría disfrutado mucho, sin duda. Rememoramos sus largos años de docencia e investigación, sobre todo en la Universidad De Paul, donde fue reconocido como Profesor Emérito y donde dirigió, entre 1992 y 2009, el Centro de Investigaciones Latinas y fundó la revista Diálogo en 1996.
Firme defensor de los intercambios académicos entre Cuba y Estados Unidos, Masud trajo a la isla a muchos grupos de estudiantes que recorrieron el país, recibieron conferencias de artistas y académicos cubanos como parte de su Programa Cuba. Masud promovía el contacto físico directo de los alumnos con las realidades latinoamericanas (visitaron Chile y Argentina además), pues entendía que en esos cauces se solidificaban relaciones personales y científicas que mucho contribuían a la amistad entre los pueblos. De Cuba también recibió la Distinción por la Cultura Nacional (2007), en una inolvidable noche en la que primó la presencia de sus afectos de este lado del mundo.
De Félix habría que mencionar también sus tres décadas enseñando disciplinas como Historia de América Latina (siglo XX), Revoluciones Sociales en el continente, Migraciones, Relaciones entre Cuba y Estados Unidos, Cine e Historia, entre otras. Formó parte de los comités editoriales de varias revistas, entre ellas la prestigiosa Cuban Studies, y comités de tesis de maestría y doctorado. Su última actividad, antes de retirarse, fue dirigir la maestría en Historia de la Universidad de Paul. Fue autor de varios libros de ensayos, en español e inglés, entre ellos Con los brazos abiertos (1988), De exiliados bienvenidos a inmigrantes ilegales: la migración cubana a Estados Unidos (1996), Mariel 1980: consecuencias de una política migratoria politizada (2005), y activo conferencista.
En este último homenaje en Cuba estuvimos varios intelectuales, escritores y profesores. Compartimos anécdotas, imágenes y fuimos retratando poco a poco al amigo entrañable que tuvo, además, en su compañera de vida, María Masud (que había salido de Cuba cuando la Operación Peter Pan), un apoyo incomparable.
De docencia, investigación, intercambios, deporte, de su sólida e invariable amistad, de su amor genuino por Cuba hablaron todos en un panel integrado por Norberto Codina, Roger Ricardo, Olga Fernández y Jesús Arboleya, quienes cedieron luego el espacio a los asistentes, entre los que puedo citar a Miguel Barnet, Nancy Morejón, Antonio Aja, Gisela González, Rafael Betancourt, Zayda Capote y Johana Tablada. Todos convirtieron la emotiva mañana en la evocación que le debíamos a nuestro gran Félix.
Otro homenaje tendrá lugar el día 15 de abril en la ciudad de Chicago; un servicio funerario en Dignity Memorial. Allí también será recordado por tantos y tantos amigos que Félix supo cultivar a lo largo de su fecunda vida, y por sus estudiantes, con quienes siempre compartió su sabiduría y nobleza.