En un aviso hecho público este jueves, la Guardia Costera de Estados Unidos considera que Cuba ya tiene medidas de seguridad eficaces en sus puertos. La medida se traduce en que cualquier nave norteamericana que tenga como destino u origen las costas cubanas ya no tendrá que esperar a ser inspeccionada por un guardacostas antes de tocar tierra.
Además, señala un despacho de AP, la decisión disminuye los requisitos de altos niveles de seguridad que le exigía a los navíos de aquel país que declaren venir a Cuba.
Hasta el momento, cualquier buque que tuviera a Cuba como uno de los últimos cinco puertos visitados, tenía que recibir en cubierta a los funcionarios estadounidenses antes de entrar en sus puertos madre. El cambio, no obstante, mantiene la prerrogativa para los guardacostas de llevar a cabo inspecciones aleatorias, cuando lo estimen necesario.
La decisión administrativa busca relajar las restricciones para la navegación directa entre los dos países y está en sintonía con la nueva política instaurada luego del 17 de diciembre de 2014. Se suma además al paquete de gestos que rellena Obama antes de aterrizar en La Habana.
Más temprano esta semana, el mandatario amplió al máximo las licencias generales que puede otorgar para viajes individuales a Cuba como parte de los programas “people to people” y además despejó el camino para que los cubanos puedan contratarse con empresas norteamericanas y recibir sus pagos en dólares.
Este miércoles también comenzó el mecanismo piloto para reactivar el intercambio de correo directo entre Estados Unidos y Cuba, con el envío de mensajería en un avión a bordo del cual viajó una carta del propio presidente Obama.
La decisión de la Guardia Costera va enfocada a facilitar las operaciones de las compañías norteamericanas, y no necesariamente a ofrecer beneficios directos al gobierno cubano, confirmó en conferencia de prensa en La Habana el ministro de Relaciones Exteriores de la Isla, Bruno Rodríguez.
“Se mantiene la prohibición a barcos que hayan transportado mercancías a Cuba de entrar a puertos de EE.UU. en un plazo de 180 días, lo cual encarece los costos por concepto de fletes. La única medida tomada en esta esfera no fue para beneficiar a Cuba, sino para hacerle rentable las operaciones a las navieras estadounidenses”, opinó el canciller cubano.
“La decisión elimina un nivel de incordialidad, pero no el obstáculo fundamental para el comercio marítimo y la transportacion entre Cuba y EE.UU”, comenta a OnCuba el politólogo Arturo López Levy. Esa barrera, apunta, es la Ley para la Democracia Cubana, más conocida como Torricelli, que dispuso en 1992 la prohibición de tocar puerto norteamericano por 180 días a cualquier barco que previamente pasara por Cuba.
“La pregunta hoy es cómo reaccionarán las navieras europeas y asiáticas al hecho de que Washington esté facilitando el tráfico marítimo con puertos estadounidenses, mientras sigue castigando a los barcos de otras naciones”, agregó López Levy.
No obstante, la noticia debe haber caído muy bien en las oficinas de las compañías navieras de cruceros y ferries que en los Estados Unidos se preparan para comenzar sus viajes a Cuba. Desde que la administración cambió su política de enfrentamiento remanente de la Guerra Fría, quince licencias han sido entregadas a compañías norteñas para operar los recorridos hasta aguas cubanas.
Ahora la duda se desplaza hacia cómo pueden aprovechar las autoridades del archipiélago cualquiera de los márgenes que abra la reciente decisión.
Meses atrás el director de Relaciones Internacionales del Ministerio de Transporte de Cuba, Iván Ricardo Chacón, bajaba las expectativas al asegurar que para recibir a todas las líneas de ferries se necesita “crear infraestructura” y “hacer reparaciones” en los puertos cubanos. Según Chacón, no se puede “empezar mañana” las operaciones si “hemos estado 54 años sin ferris precisamente por culpa de los Estados Unidos”.
En aquel momento, el funcionario aseguró que varias empresas norteamericanas estarían dispuestas a encargarse de la creación de infraestructura, pero debido a las restricciones todavía impuestas por el bloqueo, esas organizaciones no podían acceder a créditos para trabajar en Cuba.
Mientras esa traba no se resuelva, para la navegación entre los dos lados del Estrecho de la Florida no soplará todo el buen viento y la buena mar que podría haber.