“En nuestros tiempos, querido, ya nadie se asombra”, dicen que le dijo una vez André Breton a Luis Buñuel. Me temo que algo parecido sucede con las nuevas medidas de la administración Trump hacia Cuba, esas que entraron en vigor a partir del último 9 de noviembre al quedar estampadas en el Federal Register. Un paso en sintonía con las palabras “retroceso” y “guerra fría”, claves prácticamente desde que los nuevos mandarines llegaron al poder.
Y no asombra, primero, por los tiempos: se demoraron cinco meses en lugar de los noventa días anunciados al inicio, y no precisa ni únicamente por “la sordera habanera” y todo el ruido ambiental asociado, que como se sabe tomaron como apoyatura para sacar al 60 por ciento de su personal en La Habana y expulsar a casi dos tercios de la embajada cubana en el DC. Esa dilación constituye también un indicador del lugar de la Isla entre las prioridades de esta administración, consumida por el fuego uterino ruso, las pugnas intraburocráticas y el síndrome de disfuncionalidad múltiple.
Segundo, por un doble patrón: se reitera que para los actuales inquilinos de la Casa Blanca, como para otros que estuvieron ahí antes, aparentemente hay comunistas tolerables e intolerables, buenos y malos. El hecho de haber sido anunciadas, precisamente, durante el viaje de Trump al continente asiático, y en específico a países como China y Vietnam, controlados por partidos comunistas y con parecidos records en derechos humanos y democracia –vistos desde la óptica estadounidense–, no hace sino retomar el camino de una vieja anomalía que en su momento la administración Obama se dirigió a corregir. La única diferencia con el pasado, mantener relaciones, casi se quiebra de puro sutil.
THANK YOU ASIA! #USA🇺🇸 pic.twitter.com/FziKSbrzcu
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 14 de noviembre de 2017
Tercero, por su amnesia. Si lo que se pretende es estimular / presionar el movimiento hacia más libertades políticas y económicas, según dice la OFAC y repiten portavoces diversos de la administración, ese ejercicio de ingeniería minimalista, que llega a listar 180 entidades donde los estadounidenses no pueden gastar su dinero, aparentemente desconoce las motivaciones, el carácter y la propia psicología de la clase política cubana, que desde los años 60 ha sido consistente en no obrar bajo presión incluso en coyunturas como la Crisis de los Misiles. Y menos parecen entender que los cambios en Cuba obedecen a lógicas internas, conectadas si acaso de manera bastante periférica con la variable norteamericana. Los planes de desarrollo turístico, que están ahí desde la caída del socialismo en Europa del Este y la URSS, se han diseñado sin la presencia de los vecinos del Norte, por bienvenidos que hayan sido o incluso sigan siendo. Los de abajo tienen razones para afirmar que no le imponen a los Estados Unidos cómo organizar su sistema, y esperan que estos hagan lo mismo con ellos (ciertamente, el gobierno no procede de la misma manera con la monarquía saudí, ni con el régimen de Duterte en las Filipinas). Pero la asimetría ha sido, y seguirá siendo, uno de los problemas más peliagudos en las relaciones bilaterales.
Cuarto –pero no menos importante–, por su imagen. Si uno se atiene al espíritu y la letra de lo que se lee y escucha, los militares constituyen electrones sueltos que nutren / financian sus propias actividades a partir de los ingresos de las empresas bajo su ordeno y mando, como si estas no entregaran al Estado sus recaudaciones. Naturalmente en Cuba, como en cualquier otro país, el Estado decide el presupuesto que les da a sus institutos armados y a su seguridad, igual que ocurre con la educación, el deporte o la construcción. En ello consiste tal vez una de las mayores incongruencias de esta lista de Schindler a la inversa, es decir, cortar el acceso a hoteles y entidades turísticas controladas por los guardias y no a hoteles del Estado –en fin de cuentas, la Gran Bestia Negra del Reino en esta historia– como los de las cadenas Cubanacán y Gran Caribe.
A lo anterior se adiciona un corolario: digan lo que digan, los grupos de viajeros estadounidenses irán a partir de ahora a facilidades oficiales, un golpe a los emprendedores vinculados a Airbnb, nutridos en lo fundamental de la variante people-to-people, también conocida como face-to-face, autorizada por la administración anterior y suprimida por la presente. Si se revisa lo que han venido haciendo desde junio hasta hoy, el paquete no hace sino complicarle más la vida tanto a tirios como troyanos. De un lado, a viajeros, agencias y hombres de negocio. Y, del otro, a esos mismos emprendedores, así como a emigrantes y no inmigrantes mandándolos a obtener sus visas en terceros países. Contra los puentes, el pragmatismo y las personas, al margen de lo declarativo.
Por lo demás, en esas prohibiciones resulta bastante grueso el gap entre la realidad y los papeles, como diría el argentino César Fernández Moreno. Vistas desde el espacio sideral, se caracterizan por un alto componente político-simbólico, como lo han reconocido diversos actores. Más allá de regular la instalación hotelera donde se alojarían los grupos autorizados a viajar a la Isla, de los comprobantes a guardar durante cinco años y de los bloqueos a posibles negocios en los escasos resquicios que deja el embargo, resulta imposible impedir en la práctica que un turista estadounidense con sombrero de yarey, pantalón corto y copioso sudor en la frente se abstenga de comprar en pleno verano una botella de agua mineral, un “refresco prohibido” o una botella de ron Varadero en un bar, una cafetería o un restaurante de Habaguanex, de esos que abundan Obispo abajo, solo porque ahora los maneja el Grupo de Administración Empresarial de las Fuerzas Armadas o porque esas bebidas las produce la corporación CIMEX, identificada como uno de los íncubos de los hombres y mujeres de verde olivo. La vida no funciona de esa manera, mucho menos en la cultura estadounidense, cuyos portadores tienen desde el inicio una relación bastante sui generis con el gobierno.
Con todo, siempre quedan espacios para otros maximalismos. Los congresistas cubano-americanos, que le echaron gasolina a ese tanque, se enteraron de las nuevas medidas por la prensa y los medios, lo cual no es primera vez que ocurre en una historia demasiado parecida a sí misma. Sus mensajes sociales podrían resumirse en un okay but responsabilizando a la burocracia federal pro-Obama de la concesiones y torpedeos que perciben –una de ellas, por ejemplo, la persistencia de los negocios en el hotel Four Points Sheraton, de la Marriot International, allá en la Quinta Avenida de Miramar, aparentemente un modelo de lo que pudiera lograrse mediante la cooperación mutua. Y que por lo mismo funciona con hombres de negocio de la vieja Europa y Canadá. Y donde se integran, como en China y Vietnam, empresarios nacionales con carné rojo y capitalistas transnacionales, neoliberales o no.
El problema es sin embargo más complicado. Los congresistas lo saben, pero lo dejan fuera del tintero: la existencia de sectores dentro de su propio partido, crecientemente dividido en torno a la cuestión cubana, que se preguntan si a pesar de la casi proverbial lentitud del otro lado a la hora de aceptar propuestas concretas, cerrar ventanas de oportunidad no dejaría más espacio y más protagonismo a rusos, chinos, españoles, belgas…, voces presentes incluso en instancias de poder como el Consejo Nacional de Seguridad, una de las involucradas en la movida.
Al final del día, no hay más remedio que reconocerlo: el gran ofidio blanco ha vuelto a morderse la cola.
Al parecer hay distintos tipos de comunismo e imperios del mal de acuerdo al presidente Trump., el bueno de la gran China y Vietnam, con el que se puede mantener plenas relaciones y el malo de los cubanos, una pequeña isla que no ha cometido los pecados que en gran magnitud cometieron otros, pero que tiene la maldición de cubanoamericanos que han hecho de la opocición un negocio muy lucrativo, en alianza con muchos de los que escriben en estas paginas y se hacen llamar “buenos cubanos”, que defienden los intereses del pueblo cubano apoyando al país que lleva más de 50 años agrediendo por todas las vías a ese mismo pueblo que dicen defender. Es una “muy bonita interpretación de estar al lado de un pueblo”
“Consumida por el fuego uterino ruso, las pugnas intraburocráticas y el síndrome de disfuncionalidad múltiple” Esta frase le pega mas a la dictadura cubana que a EU.
Yo considero realmente estupidas algunas de las medidas a no ser que persigan algo que yo desconozco. Quien va a controlar si alguien toma una Tropicola o si come en un restaurant de las FARs?. No se a quien tratan de complacer pues algunas de las medidas han caido como una bomba entre la comunidad cubana. Que justifica que haya que solicitar visa a un pais para pedir desde alli otra visa para los Estados Unidos?, no saben ellos que casi todo ese dinero malgastado sale de los bolsillos de la comunidad cubana en el exilio?, la misma que participa en las elecciones?, Si las medidas son para “castigar al gobierno cubano:” por que los funcionarios cubanos y otros en misiones oficiales si pueden solicitar las visas en La Habana y el pueblo, el maltratado por todo el mundo es el perjudicado?. Para colmo, las personas que ya tienen la visa de turista por cinco años y la cual va a expirar en el 2018 tendran tambien que salir por el mundo a rogar una prorroga. Ni siquiera entrando legalmente al USA con la visa vigente se les permite renovarla desde dentro del pais. Lo unico que puedo pensar es que ya se acabo la luna de miel con el pueblo cubano mientras que se le da unso cocotazos al gobierno sin causarle serios daños. Carterpillar acaba de aterrizar en el Mariel. no esta esto raro?
Las medidas no tienen ningún sentido;pero no creo que el gobierno cubano estuviera muy contento con un par de millones de americanos paseando por la isla,llevándose el protagonismo económico y hablando de libertades con amigos cubanos.
De esas medidas no se cumplirá ni la mitad, eso no hay forma de controlarlo. pero la gritería de Cuba para echar el muerto a los americanos de todos los males cubanos siempre es grande. Me gustaría leer un articulo así, igual de extenso de nuestro queridísimo presidente cubano, que es lo que mas nos interesa.
delarosa, te contradices. Así que no crees que el gobierno cubano quiera el turismo norteamericano, jajajaja ¿Y entonces porque siempre dice que lo quiere y está construyendo ni se sabe cuantos hoteles?
Ya ustedes no saben ni que decir, jajaja
La realidad es que le extrema derecha norteamericana no quiere que los norteamericanos vengan a Cuba porque no quieren que vean que Cuba no es ni la décima parte de lo que dicen por sus medios de desinformación. Además de que no quieren tener Socialismo próspero a 90 millas, eso les mete ruido en sus sistema de dominación mundial. Ese es todo el lío, todo lo otro es mentira y bobería pal iluso que se las cree ¿Oíste Rosa? jajajaja
Dany, los americanos que van a cuba la visitan como la fruta prohibida, pero de esto a que la vean como una maravilla a 90 millas va un gran trecho. La curiosidad los lleva a la isla, disfrutan de sus playas, su musica y su ron, comparten con el pueblo pero tambien ven la miseria, la destruccion y el churre generalizado. La mayoria, despues de la experiencia no regresan. La derecha no quiere que vayan paa que no le dejen el dinero al regimen, pero lo que se encuentran en cuba es mucho peor de lo que los medios dicen. Recuerda que al norte de miami es otro mundo y a nadie le interesa donde esta cuba, ni su regimen, ni sus miserias. Solo la ven como fuente de entretenimiento, similar a los canadienses baratos que llegan a un cayo comen como cerdos, se emborrachan y regresan al frio Canada y el pueblo cubano?. bien gracias.
Rey, lo de las visas y demás no tiene nada que ver con estas medidas de Trump, aquello fue producto del problema con los diplomáticos de la Embajada.
Si Trump quisiese romper relaciones con Cuba ya lo hubiera hecho. No se anda con mucho cuento. Pero no ha sido así. No se cuantas veces dijo que iba a “revocar” el acuerdo de hizo Obama y no lo hizo. En lo referente a la estrategia a seguir con Cuba, no es mas que Obama pero con un “twist”: Promover las empresas cubanas privadas, si es que se les puede llamar por ese nombre a los timbiriches privados cubanos, con el propósito de crear una sociedad civil independiente del Estado-Comunista. Esta política aunque “impositiva” curiosamente “CONVERGE con las aspiraciones de millones de Cubanos. Que la diga Trump o quien sea poco importa. La pregunta es si es positiva para los empresarios y para Cuba en general o no. Y en Cuba cualquiera es empresario. Hasta el hijo del Che Guevara tiene un negocio de motocicletas. Quítense de una vez la Trump-Fobia. Con tanto OSCURANTISMO no dejan ver a la gente.
Lo importante no es lo que dice la prensa deshonesta de EEUU y Cuba que se fijan en detalles interpretándolos como ellos quieren con el propósito de desacreditar. Lo importante es lo que dice La Ley.
Bajo “Cuban Private Sector” traduzco rápido y cito: (las mayúsculas son mías)
“En consistencia con la sección 2(d) de la NSPM para Cuba, esta normativa revisa la sección 740.21(b) para ayudar mas a la libre empresa en Cuba. Anterior a esta normativa, el texto de la sección 740.21(b)(1)-(3) identificaba algunos tipos de artículos, tales como herramientas y equipo que eran elegibles para exportar o reexportar para, 1) ser usado por el sector privado para construir o renovar edificios de propiedad privada , 2) actividades del sector privado, o 3) usados por parte de empresas del sector privado. Esta normativa SIMPLIFICA Y AMPLIA la sección 740.21(b) creando una sola disposición que autoriza la exportación y reexportación a Cuba de artículos SIN ESPECIFICAR TIPOS para el uso del sector privado cubano para actividades económicas del sector privado.”
No se preocupen mucho sobre secciones y notas porque pudieran pasar el resto de sus vidas leyendo.
Hace tiempo en un comentario resumí las primeras liberaciones del embargo que realizo Obama. Lean mi segundo comentario en:
https://oncubanews.com/sociedad/cuba-prepara-la-bienvenida-a-obama/
Rey, si los norteamericanos quisieran ver misería solo tendrían que pasear por los barrios pobres de EEUU. Ahí están Miami, Nueva Orleans y Nueva York. Para ver miseria de la buena no tienen que venir a Cuba, que no la hay como en su país pues en Cuba la gente no vive en la calle
Dany tu vives trancado en tu casa o practicas el autoengaño?