James Carter había asumido en 1977 la presidencia del gobierno de los Estados Unidos, para un mandato que se extendería hasta 1981. Con una política menos agresiva hacia Cuba, su gestión propició una flexibilización legal a los viajes de norteamericanos a Cuba. Se abrieron oficinas de representación de intereses en Cuba y Washington y se dictaron medidas impulsadas por Carter para contribuir a relajar las tensiones acumuladas y con apariencia y pronóstico de ser insalvables.
Así, con la anuencia de las autoridades gubernamentales de ambos países se produjeron algunos acercamientos entre los músicos, quizás los primeros que ocurrían desde el establecimiento del bloqueo-embargo norteamericano a Cuba: Dizzy Gillespie visita por primera vez la Isla ese mismo año 1977; Irakere, con Chucho Valdés al frente, se presenta y triunfa en 1978 en el Festival de Jazz de Newport; y en 1979 se producen los ya legendarios conciertos conocidos como Havana Jam, que entre otras muchas luminarias trajeron a La Habana a los norteamericanos Billy Joel, Rita Coolidge, Jaco Pastorius y Weather Report, y a la Fania All Stars. Pero los precursores de esta apertura, los primeros de todos fueron los músicos de la Típica 73.
Su llegada a La Habana en noviembre de 1978 y las grabaciones que realizaran con músicos cubanos fue el preludio del Havana Jam y de la interacción entre músicos norteamericanos y cubanos en medio de la hostilidad política que inauguró una nueva y prolongada etapa de los vínculos entre Cuba y Estados Unidos.
La Típica 73, al decir del periodista y discógrafo José Arteaga, era la mejor orquesta de música cubana de su tiempo en el ámbito musical neoyorkino.(1)
Con una fuerte influencia de las orquestas charangas cubanas, sus integrantes eran devotos seguidores de la música tradicional bailable cubana y de sus más destacados hacedores. La Típica 73 es la primera formación afincada en Estados Unidos –y teniendo como integrantes a algunos músicos cubanos viviendo allí– que logró pasar por encima de las prohibiciones que establece el bloqueo-embargo norteamericano hacia Cuba, pues no solo visitaron la Isla, sino que también grabaron y tocaron en La Habana.
John Rodríguez Jr., bongosero y productor, se confiesa fanático incondicional de la música cubana y al descubrir que ya era posible viajar legalmente a Cuba, no lo pensó dos veces y organizó un viaje a La Habana desde Nueva York vía Canadá junto a su esposa:
“Estuvimos 10 días, disfrutamos, vacilamos, conocimos a todos los músicos, pues algunos músicos de aquí de New York llamaron allá y avisaron que un músico que había tocado con Tito Puente va para allá…, me recibieron y me trataron como un rey. Regreso y le cuento a los músicos aquí y les digo: Hay que ir a Cuba. Los músicos se vuelven locos. Conocí a Tata Güines… a Juan Pablo….Y un día hablando con Johnny Pacheco, de Fania, le cuento y le digo: Oye, cómo me gustaría grabar en Cuba! Y resulta que su socio Jerry Masucci, que era abogado, iba a Cuba, tenía amistades políticamente “heavy duty” allá, me responde: “En serio quieres grabar en Cuba? Pues déjame hacer unas llamadas…”… Y se organizó todo, aplicamos y para allá fuimos.” (2)
Sonny Bravo era entonces el pianista y director de la Típica 73. Ese es su nombre artístico, porque en realidad su verdadero nombre es Elio Osácar y su vínculo con Cuba era inmediato, genético y emocional: su padre, Santiago “Elio” Osácar era el bajista del Cuarteto Caney, que fue famoso en el Nueva York Latino de los años treinta y cuarenta. Su abuela materna –recordó en entrevista con la autora- se llamaba Fidelina Bravo de Douguet y era nacida en Santiago de las Vegas. Para Sonny Bravo –lo dice con firmeza- Cuba es su “tierra ancestral”.
“Originalmente, el formato de la Típica 73 era de conjunto –cuenta Bravo. El primer LP se grabó sin tres, pero para el segundo y el tercer LP “La Candela”, el tresero boricua, Nelson González ya estaba integrado en el grupo. Yo siempre fui fanático del Niño Rivera. Todavía tengo el LP de los años 60 “Niño Rivera y su ConjBand” Panart LD-3106! Y Nelson [González] ni hablar!! Siempre fue su ídolo. Cuando fuimos a La Habana a grabar, el formato del grupo ya había cambiado varias veces. Alfredo de la Fe (violín) reemplazó a Nelson. Sin el tres, ya no era un conjunto. A las dos trompetas, les agregamos un saxo tenor/flauta y más tarde, un saxo soprano/barítono. También se había eliminado el trombón. Pero cuando se presentó la oportunidad de grabar en la EGREM, mi socio Johnny Rodríguez y yo decidimos encargarle a Luis Cruz el arreglo del tema “Un pedacito” ¡pensando siempre en El Niño!”(3)
Según las emocionadas notas del disco, escritas por Roberto Gerónimo, “la Típica 73 se convirtió en la agrupación que reanudó las relaciones artísticas entre los Estados Unidos y la República de Cuba.”(4) Las sesiones de grabación se realizaron en los legendarios Estudios Areíto de la EGREM (antiguo Estudios Panart).
Sonny Bravo recuerda:
“Las sesiones de grabación comenzaron el martes 14 de noviembre de 1978 y terminaron el viernes 1 de diciembre del mismo año. En la primera semana se grabó la orquesta. Hubo sesiones el 14, 15, 16 y 17. El 18 tocamos una tanda en el Salón Mambí(5) y otra en ¡Tropicana! Descansamos el 19 y 20. El 21 terminamos con las pistas de la orquesta. El 22, 23, 24 y 25 se grabaron los coros y las voces principales, más se sobregrabaron los solos instrumentales de Richard [Egües], Chapo [Félix Chappottin], Juan Pablo [Torres] y El Niño [Rivera]”.(6)
La parte cubana designó al prestigioso compositor, productor y director orquestal Tony Taño como director de la grabación y a Adalberto Jiménez, como ingeniero. Los músicos norteamericanos fueron hospedados en la zona turística de la entonces muy popular playa El Mégano, a escasa media hora de La Habana en carro. A pesar de las circunstancias que por aquellos años rodeaban a los vínculos entre cubanos y norteamericanos, los músicos de las dos orillas compartieron y disfrutaron de la música y el conocimiento mutuos.
Sonny Bravo desgrana emocionado sus recuerdos sobre Niño Rivera a cuarenta y seis años de aquellas grabaciones:
“El Niño apareció en la tercera semana. Cuando le puse la partitura en el atril y le dije que sólo tenía que improvisar en el estribillo, me dijo que no, que él quería tocar el arreglo completo, ¡y así lo hizo! De todos los íconos de nuestra música que participaron en nuestra grabación, incluyendo a Richard Egües, Chapo, Barretico, Tata, Juan Pablo Torres, Bacallao y Changuito, el que más recuerdo desde mi juventud es el Niño Rivera! Cuando Arsenio estaba en su apogeo a mí me agradaba más el estilo del Niño. Y yo fui criado oyendo el tres y la guitarra las veinticuatro horas los siete días de la semana!”(7)
El proceso de masterización transcurrió ya en Nueva York, bajo el cuidado de Bob Ludwig. Si fueron posibles el viaje y la grabación, lo que no era posible era que mediara un pago por los servicios prestados por EGREM. La solución para esto fue una consola de grabación.
Así lo contó John Rodríguez Jr a José Arteaga:
“Se hizo un contrato porque no pudo haber intercambio de billetes: Fania nos pagó a los músicos como si estuviéramos en New York, y a la EGREM de Cuba en pago, se le mandó vía Europa una equipo de sonido, una consola de 16 canales, porque el estudio de Cuba era anticuado, ellos estaban viviendo en los cincuenta todavía, con los equipos que había grabado la Aragón y otros; Jerry [Masucci], que tenía esas relaciones, lo pudo armar todo para que llegara.”(8)
Al momento de estas grabaciones, el cantante principal de la Típica 73 era José Alberto “El Canario” en una formación que sumaba a Sonny Bravo, en el piano; Alfredo de la Fe, violín; René López –trompeta líder ; Lionel Sánchez, trompeta; Rubén “Cachete” Maldonado –en las tumbadoras y los batá; Nicky Marrero, timbales; Dick “Taco” Meza, saxo tenor; Dave Pérez, bajo; Mario Rivera, saxos soprano y barítono; John Rodríguez Jr., bongó.
Como lo que era, un intercambio musical, participaron como invitados quizás los músicos más legendarios en sus respectivos instrumentos entre los que vivían en ese momento en Cuba: Guillermo Barreto en los timbales; Félix Chappottin en la trompeta; Richard Egües en la flauta; Arístides Soto “Tata Güines”, en las tumbadoras; Juan Pablo Torres, trombón; Raúl Cárdenas “El Yulo” , José Luis Quintana “Changuito” y Eddie Pérez en la percusión; en los coros, Felo Bacallao, el cantante y bailarín de la orquesta Aragón. Y por supuesto, en el tres: Niño Rivera, quien hace valer su estirpe en el solo registrado en el tema “Un pedacito” (Sabino Peñalver)(9)
Así resumió Johnny Rodríguez Jr esa experiencia inolvidable:
“Estuvimos diez días, que era lo que duraba el paquete turístico por el que fuimos por Air Canadá… por conexiones pudimos tocar de gratis en el Tropicana, en el salón ese que tiene el techo….también en el Salón Mambí, donde bailaba el pueblo, ahí se vacila… fue un great time… nos aceptaron porque el grupo era muy cubano. Conocí a todos mis ídolos, a los maestros: Chappotín, El Niño Rivera, Bacallao, Changuito, Tata Güines, Barreto… a todos, y encima de eso, para mí, yo en el medio del salón, dirigiendo a todos estos monstruos. Le decía a Sonny [Bravo]: ¡Estoy soñando! No puede ser!! ¡Dirigiendo yo a toda esta gente que son mis ídolos desde niño!!!! ¡Dream comes true! Un sueño hecho realidad!”(10)
El LP En Cuba- Intercambio Cultural de la Típica 73 –que así se tituló el disco– fue publicado incialmente por el sello Inca, subsidiario de Fania, y luego por la propia Fania Records en 1979 con referencia JM 00542, y sería distribuido en cualquier lugar del mundo, menos en Cuba. Tuvo reediciones, al menos, en España, Venezuela, Japón, el propio Estados Unidos.
Si este libro recoge los recuerdos emocionados de los músicos newyorricans Sonny Bravo y Johnny Rodríguez Jr cuatro décadas después de aquellas históricas grabaciones, es para demostrar cuán profundo había calado la música popular cubana en ellos y de qué modo había quedado intacta la idolatría por sus más virtuosos exponentes, que habían permanecido en Cuba y no habían emigrado, tras el triunfo de la Revolución de 1959.
El paso del tiempo que marcó la diáspora y la desconexión entre los músicos hizo que nombres como el de Niño Rivera se fueran convirtiendo cada vez más en mitos vivientes y reverenciados por quienes desde lejos continuaban haciendo música cubana, no importa si eran cubanos, puertorriqueños o de otras nacionalidades. Las obras más populares y valiosas de muchos de los músicos que permanecieron en Cuba, Niño Rivera entre ellos, no dejaron nunca de grabarse y difundirse en las comunidades latinas de Estados Unidos, y otros países.
El viaje a Cuba de la Típica 73, sus grabaciones y actuaciones en La Habana fueron el preludio del fin de la orquesta newyorquina, que a su regreso tuvo que lidiar, para su sorpresa, con las acciones hostiles de una parte influyente de la comunidad cubana residente en Estados Unidos y enfrentada al gobierno revolucionario cubano, y que condenaron ese viaje y ese intercambio cultural.
Sonny Bravo resumió el amargo final:
“Ese viaje a mi tierra ancestral ¡me costó la orquesta! Poco a poco se cerraron todas las puertas. Jamás volvimos a tocar en Miami, o en Union City, New Jersey, o en el Club Círculo Cubano, etcétera. Pero si tuviera que hacerlo de nuevo, ¡lo haría mil veces!! Aquellas tres semanas llenas de memorias ¡no las cambio por nada”.(11)
Notas:
- José Arteaga: Programa y podcast: La Hora Faniática, de José Arteaga en Radio Gladys Palmera. /
- José Arteaga. Fuente citada.
- Entrevista de la autora con Elio Osácar “Sonny Bravo” vía email. San Lorenzo de El Escorial – New York, 24 de febrero de 2019.
- El LP “Intercambio Cultural” de la Típica 73 fue consultado en la Colección Gladys Palmera, San Lorenzo de El Escorial, España.
- Salón Mambí: Espacio al aire libre destinado a bailables populares multitudinarios, ya desaparecido, y que perteneció al cabaret Tropicana. Fue famoso en la década de los sesenta y setenta del siglo XX. Hoy su espacio forma parte del parking de Tropicana.
- Sonny Bravo. Entrevista citada.
- Idem.
- Idem.
- Información tomada del LP “Intercambio Cultural. Típica 73 en Cuba” (Fania Records).
- José Arteaga: Fuente citada.
- Sonny Bravo: Entrevista citada.
*Este texto es un fragmento del libro en preparación El Niño con su tres. Andrés Echevarría “Niño Rivera”, de Rosa Marquetti Torres, en homenaje al centenario del gran músico cubano el próximo 18 de abril.
Los cubanos de Miami tienen mucho odio a su país y perjudican las relaciones normales entre los pueblos cubanos y norteamericanos y con los buenos cubanos . No tienen ningun argumento para tanto odio, pues otros país con situaciones peores a Cuba, como China y Vietnam se han reconciliado los propios emigrantes con sus países de nacimiento y han ayudado al socialismo de mercado