Viajes y cruceros: de Tampa a Cuba en la era Trump

Tampa es una localidad peculiar en lo que a Cuba respecta. Como se conoce, Ybor City, ese boom town que la puso en el mapa económico-social finisecular con el impetuoso desarrollo de la industria del tabaco, protagonizada al inicio por cubanos, españoles e italianos, privilegió desde entonces los vínculos con la Isla en una multiplicidad de vías, al punto de constituir hoy no solo un dato histórico, sino también inscrito en la memoria cultural.

En Tampa hay calles y avenidas que se llaman Habana, Matanzas o Prado con la misma naturalidad con que se llaman McGill, Howard o Martin Luther King. Un recordatorio de que los inmigrantes no son una fuerza disruptiva o perversa, sino de acicate, desarrollo y diversidad. Hoy alberga a la tercera mayor población cubana en los Estados Unidos.

Por eso el diario Tampa Bay Times, que a menudo habla de Cuba y los cubanos, acaba de publicar un artículo con una revisión sumaria sobre los impactos en Tampa de la política hacia Cuba de Donald Trump, básicamente en dos áreas: viajes aéreos y marítimos.

En los primeros, a diferencia de lo que suele creerse, la cantidad de personas que llegaron por avión a Cuba desde el Aeropuerto Internacional de Tampa ha experimentado un aumento sustantivo. De acuerdo con las autoridades del aereopuerto, en lo que va de año fiscal –es decir, de octubre de 2017 a junio de este año–, 71 376 pasajeros han viajado a la Isla, para un incremento del 33 por ciento respecto a igual período en 2017.

“No vemos nada que sugiera que la dirección de la política de la administración sobre los viajes a Cuba haya afectado nuestras reservas”, le declaró al periódico Brad Hawkins, portavoz de Southwest Airlines.

En los marítimos, Tampa ha sido pionera. Desde la segunda mitad del siglo XIX el vapor Mascotte se movía naturalmente entre el puerto de Tampa y la Bahía de La Habana, con escala en Key West. A bordo del Mascotte venían las hojas de tabaco de Vueltabajo para las factorías de Ybor City y West Tampa. También torcedores cubanos huyendo de la guerra y buscando una mejor vida. Y conspiradores.

En el Mascotte llegó a la Isla la orden de alzamiento para la guerra del 95, enmascarada en un tabaco torcido en la factoría de los hermanos O’Halloran, aquí en West Tampa. El Mascotte aparece en el escudo local de Tampa, pero no como vapor sino como el velero que nunca fue, error de representación artística que han preferido dejar así desde los años 20 hasta el día de hoy.

Ahora la línea de cruceros de Carnival agregará 20 viajes a La Habana en 2019, con lo cual alcanzarán 31. Por su parte, la Royal Caribbean está utilizando un barco más grande capaz de transportar a más de 2 700 pasajeros a La Habana, en comparación con los 1 602 de antes. “La Habana ha sido una oferta positiva de las líneas de cruceros para el puerto”, dijo Wade Elliot, vicepresidente de mercadeo de Port Tampa Bay.

De acuerdo con el reportaje, los viajeros pueden alojarse en hoteles operados por militares cubanos, a pesar de la conocida regulación en el sentido de que los estadounidenses no pueden reservar habitaciones en esas facilidades.

“Lo que establece la regulación es que no pueden hacer pagos directos a esos hoteles”, declaró Tom Popper, presidente de InsightCuba, empresa con sede en Nueva York. Sin embargo, las agencias de viajes pueden reservar legalmente estos hoteles al pagar habitaciones de manera indirecta a una empresa administrada por terceros en Cuba, precisó Popper.

Dijo también que sus abogados habían aclarado el punto con la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro (OFAC, por sus siglas en inglés). Preguntada acerca de esos pagos indirectos, la OFAC respondió por correo electrónico: “los viajeros autorizados no pueden participar en una transacción financiera directa con entidades y subentidades, incluidos hoteles, en la Lista Restringida de Cuba”.

Finalmente, el artículo refiere que al preguntársele de nuevo sobre esos pagos, la OFAC no respondió.

 

Salir de la versión móvil