Convertido en un oasis dentro de la compleja y dura vida cotidiana en La Habana Vieja, el proyecto comunitario “Artecorte” del barrio capitalino de Santo Ángel transforma las tijeras de peluquería y los cocteles en medios con los que decenas de jóvenes han dado un giro completo a sus vidas.
Con el apoyo de empresas como Havana Club e instituciones estatales, “Artecorte” organiza cursos gratuitos para ayudar a “la gente, que es el patrimonio más importante del barrio”, asegura a la agencia Efe Gilberto Valladares, creador y alma de la iniciativa.
“Cada muchacho que sale de nuestros cursos es una familia a la que estamos ayudando”, explica este emprendedor, conocido popularmente como “Papito”, que hace 20 años lidera un esfuerzo “micro” que comenzó por reivindicar el oficio del peluquero para luego mutar naturalmente en movimiento dentro la comunidad.
La que una vez fue “la calle más fea de toda La Habana“, según recuerdan los vecinos, ha renacido gracias al entusiasmo y los “valores de pertenencia y orgullo por el barrio” que defiende el proyecto. Hoy, el ya conocido como “Callejón de los Peluqueros”, se ha transformado en una pintoresca vía peatonal donde florecen unos veinte pequeños negocios.
Con el apoyo de la Oficina del Historiador de La Habana, restaurantes, bares privados, galerías, casas de renta, barberías y peluquerías conviven en apenas cien metros de empedrado y viejas casonas, renacidas tras la ampliación del trabajo por cuenta propia impulsada por el expresidente Raúl Castro desde 2011.
En la misma calle, dentro de la sede del proyecto, funciona desde 2010 la escuela de “Artecorte”, que aunque no está reconocida como tal ni sus diplomas tienen validez académica, sí intenta resolver la necesidad práctica de “mostrar nuevos horizontes a muchachos con desventajas sociales y darles un oficio”, explica “Papito”.
Unos 200 jóvenes ya han pasado por las pequeñas aulas, que en el caso del curso de bartenders se extienden hasta los salones del cercano bar “Lucero”.
Havana Club Internacional, la empresa mixta conformada entre la estatal Cuba Ron y la francesa Pernod Ricard, aporta el 80% de los recursos necesarios para el funcionamiento de la parte práctica de los talleres.
“Hoy se habla de responsabilidad social empresarial. Havana Club es una empresa socialmente responsable y nosotros somos un proyecto social. Estos son cursos sin ánimo de lucro. Son gratis, de ahí que esta alianza sea natural y muy provechosa para ambos”, detalla el emprendedor.
La quinta edición del curso de cantina comenzó hace menos de un mes y a diferencia de las primeras ediciones, esta vez incluye estudiantes que viven fuera de la zona de Santo Ángel.
Para “Papito” y sus colaboradores es muy importante “dar una oportunidad a muchachos de otros barrios para que ellos sean capaces de multiplicar la filosofía de ‘Artecorte’ en sus barrios” y que esta iniciativa de empoderamiento no se quede solo en el Callejón de los Peluqueros.
“Lo que cierra el ciclo de lo que hacemos, a través de la formación en los oficios tradicionales es insertarlos en la sociedad, enseñamos los oficios pero también enseñamos valores”, insiste el peluquero, quien cuenta que han tenido que luchar contra prejuicios hacia jóvenes exconvictos graduados de los cursos.
Desde el proyecto tratan de encontrar trabajo a cada joven. La alianza con el Ministerio cubano de Transporte y la compañía ítalo-suiza de cruceros MSC ha permitido que los graduados de “Artecorte” trabajen en los buques, una oportunidad muy apreciada en la Isla, donde el salario medio estatal no llega a los 45 dólares.
Incluso manejan una suerte de bolsa de empleo dentro del mismo barrio, que beneficia a los vecinos y los incentiva a trabajar en la comunidad.
“El beneficio social hace multiplicar el beneficio económico”, subraya el estilista, a favor de un mejor entendimiento entre las entidades estatales y el emergente sector privado en el país caribeño –que trata de sacudirse décadas de prejuicios hacia los autónomos– porque “al final el país, la sociedad es la que gana”.
Ofrecer formación gratuita no es la única acción de “Artecorte” para mejorar la calidad de vida del barrio de Santo Ángel, donde vivieron habaneros ilustres como el poeta Julián del Casal, considerado una de las voces más importantes de la literatura modernista en español, y el reconocido pintor Marcelo Pogolotti.
Junto a la organización de una liga infantil de fútbol, el auspicio de un “Barbeparque” para la diversión de los más pequeños, y la pronta apertura de un de local social que empleará y brindará servicios a personas discapacitadas, “Artecorte” aspira a rescatar la memoria histórica de la zona.
“Soñamos que un día se publique un libro con la historia del barrio. No quisiera que este proyecto se convierta en un oasis, quiero compartirlo con otros e inspirarlos. El momento de comprometer al sector privado y a la gente con los emprendimientos sociales es hoy”, concluye Valladares.
Creo que en la sociedad cubana es necesaria la inclusion de los dos sector’s productive del pais, los nuevos emprendedores mas las empresas estatal en busca de satisfacer al pueblo que en definitivo somos los mas perjudicados, y todos queremos lo mejor para cuba. Y asi unidos poder derrotar al bloqueo que tanto dado nos hace.