Lo anuncian en los medios de prensa, lo repiten los líderes de opinión, se multiplica en redes sociales, lo reclama el personal sanitario y en algunos lugares, es ley: quedarse en casa y evitar aglomeraciones se ha vuelto de momento el remedio más eficaz para evitar la propagación de la Covid-19, una pandemia que afecta ya a 177 países y acumula más de 435 mil casos confirmados en el planeta.
En este momento, aproximadamente un tercio de la población mundial, más de 2000 millones de personas se encuentra en confinamiento, para intentar detener a este enemigo.
En Cuba ya se acumulan 57 casos confirmados. Parecen pocos aún, pero siguen sumándose.
En Cuba también han sido decretadas medidas de aislamiento. Las autoridades llaman a la población a quedarse en sus casas, a disminuir sus traslados. Para eso se han interrumpido las clases en todos los niveles de enseñanza, se ha disminuido el transporte aéreo e interprovincial, se han buscado soluciones de teletrabajo y de amortiguación de ingresos para las personas que deberán dejar de asistir a sus centros de empleo. Se han suspendido eventos culturales y deportivos, y se llama a la población a disminuir todo tipo de aglomaraciones.
Pero, al salir a las calles de las principales ciudades, y en especial de La Habana, todavía da la impresión de que muchas personas siguen sin tener la suficiente percepción de riesgo sobre lo que significa esta enfermedad, su rápido contagio y las afectaciones que puede generar sobre todo a las personas mayores de 60 años que en Cuba constituyen cerca del 20 por ciento de la población.
¿Cuánto es un metro y medio de distancia?
Esta semana en Cuba todavía no tenemos del todo claro cuánto es un metro o metro y medio de distancia. Lo que se nos pide que mantengamos entre personas.
Ahí se ven aún las guaguas rodando repletas de personas. Demoradas y apretujadas colas ya sea para comprar comida, buscar el litro de cloro que se vende para cada núcleo familiar, extraer dinero del banco, comprar detergente u otros productos de aseo y limpieza…
Lo cierto es que muchos conocen la magnitud que pudiera tener no cumplir las obligaciones orientadas, pero, “¿qué remedio nos queda si no hacemos las colas?”. Es el sentir de muchos en las calles, es la pregunta que todavía sigue sin resolverse.
Sin tanto cariño
Parece ser imposible que tan súbitamente, y por más que se repita la recomendación, los cubanos aprendamos a ser moderados en las muestras de afecto.
Evitar un saludo efusivo resulta, al parecer, muy complejo. “A mí eso de saludar con los codos no me cuadra mucho”, comenta un hombre en la calle mientras choca el puño de su vecino, una conducta inapropiada la cual acomete sabiendo el riesgo, aunque surge la duda de si realmente conoce el peligro real en su acción.
No se aprecia de momento, al menos en las calles de la isla, el nivel de conciencia y seriedad que conlleva la lucha contra esta pandemia, que le ha costado la vida a más de 18.000 personas en todo el planeta, informan los últimos reportes.
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Más allá de las medidas dictaminadas por el gobierno cubano en los últimos días y el llamado a que cada individuo asuma conductas adecuadas para frenar la expansión del COVID-19 por parte de las autoridades del país, de momento “la vida sigue (casi) igual” en la isla, salvo por el uso de nasobucos que aumenta a diario.
Este implemento, bien se ha dicho, no es un escudo milagroso, como tampoco resulta un elixir mágico protector el agua clorada que abunda en establecimientos. Estos recursos, mal utilizados, pueden causar más daño que beneficio a la salud.
¿A qué estamos esperando? ¿Es necesario que se agrave la situación para acatar las medidas con la exigencia que requieren? ¿Tenemos que llegar al punto de Italia y España, por solo citar dos de los países con mayor número de fallecidos? Nadie lo quiera.
El desabastecimiento generalizado de varios productos de primera necesidad –dígase para aseo y alimentos– en la red de tiendas no ayuda ante la actual situación, pero no es motivo para mayor indisciplina.
Habrá que tomar medidas más drásticas para mantener el orden porque, al parecer, el mensaje no está llegando con la claridad requerida.
Es imprescindible a estas alturas tratar de que circulen a diario en las calles el menor número de ciudadanos.
No es cuestión de extremismos ni de fomentar un estado de pánico, pero el mensaje de distanciamiento social tiene que llegar de forma mucho más directa a la población cubana.
Todo lo que podamos hacer ahora, juntos, es fundamental para no lamentarnos luego.
Aún se puede ver a padres paseando con sus hijos aprovechando el cierre de las escuelas como si fueran vacaciones.
Todavía quedan turistas transitando por la ciudad, conductas inadecuadas que se deben erradicar en los próximos días, esperemos.
También es usual ver también gran número de adultos mayores en las calles, considerando que esta semana corresponde al pago de jubilados y muchos de estos aprovechan la ocasión para abastecerse de productos y sobrellevar los días que se avecinan. Otros, en cambio, parecen escapar de la realidad inminente y continúan, como pueden, su andar cotidiano.
El tiempo dirá la última palabra sobre esta experiencia que ha tomado a todos los gobiernos del mundo por sorpresa. Ante un panorama tan incierto y poco alentador, todo lo que podamos hacer para evitar una mayor crisis es fundamental.
Es preferible en un futuro contarles a nuestros hijos sobre los días en que hacíamos enormes filas a dos metros de distancia, que rememorar los tristes días en que familiares y amigos fallecían a causa de una pandemia global.
No es difícil de entender, se pudiera decir más alto pero no más claro: quédate en casa, mantén las distancias, extrema la higiene, sé un héroe.
Todos locos?!