Como los vientos que vienen y van, así han sido los movimientos de personas que llegan y parten de Cuba: gente que arriban sin quererlo, obligadas por el contexto, o queriéndolo con todas sus fuerzas; otras que se han marchado en busca de nuevos horizontes, impulsadas por privaciones o forzadas por distintas circunstancias; y algunas más que se marchan y retornan para partir de nuevo…o quedarse.
Cuba el archipiélago, la isla grande del mar Caribe, ha sido —y es— el epicentro de un continuo movimiento humano que viene y va. Ese ir/volver, irse/viniendo, también es parte consustancial de eso que llamamos “identidad cubana” con su complejidad de creencias, valores y prácticas que trascienden las fronteras para ser y expresarse más allá de “la circunstancia de tanta isla”.
Los movimientos de personas desde Cuba hacia otros países, especialmente hacia Estados Unidos, ha sido un lugar común desde el siglo XIX y, con posterioridad a 1959, una tendencia impulsada y modelada por las transformaciones y circunstancias internas de la Isla, el devenir migratorio de los cubanos, y por las políticas y “momentos” de las relaciones Cuba-Estados Unidos especialmente. Su manifestación más intensa y extrema ha sido la emigración, por vías no convencionales, de un importante volumen de personas en períodos muy cortos de tiempo.
Hoy por hoy, estamos viviendo una nueva oleada migratoria que, aunque puede tener tendencias muy parecidas a la observada en el contexto del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos (2015-2017), se realiza en un momento más complejo. Ya no sólo se trata de arribar por tierra y de manera irregular a Estados Unidos con todo lo que conlleva en términos de riesgo y vulnerabilidad, sino que la presencia del coronavirus, las políticas migratorias restrictivas por parte de EE.UU. a las salidas regulares de cubanos, el recrudecimiento de la crisis interna en el país, y las consecuencias del ajedrez geopolítico de ambas naciones donde el movimiento migratorio ha sido una pieza clave de las diferentes agendas gubernamentales1, ha generado un escenario difícil e inseguro para los migrantes cubanos.
Los migrantes cubanos que actualmente están arribando irregularmente a Estados Unidos provienen de la casi totalidad de las provincias cubanas, tienen diversos orígenes socioeconómicos y se caracterizan, en su inmensa mayoría, por tener relaciones y vínculos familiares en Estados Unidos que apoyan de manera decisiva la realización de un largo y extenuante trayecto movilizando recursos económicos, sociales, de información, y un largo etcétera. Aunque la trayectoria para arribar a la frontera estadounidense es muy diversa, la eliminación del visado por parte de Nicaragua desde finales de 2021 es uno de los elementos más relevantes que ha detonado esta profusa corriente migratoria la cual ha devenido una “válvula de escape” ante las presiones migratorias de Estados Unidos y la crisis interna.
La ruta migratoria centroamericana: testimonio de una migrante cubana (I)
Pero esta vez, a diferencia de lo sucedido en “Camarioca”, “El Mariel” o “la crisis de los balseros”, la inmensa mayoría de los migrantes no abandona Cuba por mar, aunque esa vía de salida también se ha incrementado en los últimos tiempos. Actualmente predominan los itinerarios por aire hacia el continente americano, especialmente a Nicaragua, pero también hacia otras naciones como Panamá, Ecuador, Brasil, etc., para realizar el camino por tierra atravesando una diversidad de países hasta llegar a la frontera entre México y Estados Unidos. Auxiliados por “polleros” o “coyotes”, los itinerarios de esta migración dentro de México no son unívocos, sino que se bifurcan, cambian, se trastocan para evadir a las autoridades que no han sido compradas o debido al aumento de los controles fronterizos y expulsiones de migrantes en ciertas zonas.
Así, el recorrido desde la Frontera Sur a la Norte se realiza a través de rutas ilegales, inseguras, y por lugares inhóspitos controlados muchas veces por el “narco” y donde los migrantes están a merced de las personas que los transportan y guían. Si se tiene la suerte de llegar sin contratiempos a algún estado fronterizo de Estados Unidos después de este viaje estresante y agotador, la situación que pueden enfrentar los migrantes cubanos suele ser muy diversa, pues no los reciben “con bombos y platillos”, como me refirió un cubano que realizó la travesía.
Aunque ahora es muy poco probable que sean recluidos en una cárcel de Estados Unidos como ocurrió en los años posteriores a la eliminación de la política “pies secos, pies mojados”, o su devolución a México vía la política MPP o “Quédate en México”2 para esperar la comparecencia con un juez, ello no significa que la frontera esté abierta, como advirtió el Secretario de Seguridad Nacional hace pocos días”3, por lo cual la expulsión a México o la devolución al país de origen seguirán siendo prácticas generalizadas de la política migratoria de esta administración norteamericana. Sin embargo, es necesario señalar que la gestión migratoria es muy dispar y depende de la región fronteriza en la que los migrantes se encuentren, la nacionalidad y el número de migrantes que se debe gestionar/atender, y si existen o no instalaciones y personal migratorio encargado. Todo ello, en la práctica, se traduce en una diversidad de modalidades de gestión y de “enforcement” de la migración en general y de la cubana en particular, que puede variar de la noche a la mañana.
La ruta migratoria centroamericana: testimonio de una migrante cubana (II)
A la luz de la coyuntura actual, la cubana sigue siendo una “nacionalidad priorizada”, como también sucede con la nicaragüense o la venezolana4, pero los migrantes insulares no están exentos de ser administrados de acuerdo a las urgencias y prioridades estadounidenses. Así, aunque lo más usual es que les otorguen parole o la forma I-220A5, sobre todo si llegan en “unidades familiares”, ello no sucede con todos los compatriotas que arriban a territorio estadounidense. En ciertos lugares, como en Texas, y cuando existe un alto número de migrantes que excede la capacidad de las instalaciones para albergarlos, se ha observado que las autoridades migratorias echan mano de todo el “repertorio” de instrumentos para la regulación migratoria, sobre todo el “Título 42”, y devuelven a las personas hacia el lado mexicano de la frontera sin importar su nacionalidad, aunque esta acción no impide que vuelvan a cruzar cuantas veces sea necesario para lograr su objetivo.6
Con este breve relato del contexto y tendencias generales de la migración de los últimos meses iniciaremos una serie de trabajos sobre la oleada migratoria cubana de los años veinte del siglo XXI: los motivos para migrar hacia Estados Unidos, su itinerario y experiencias migratorias. Gracias a la extraordinaria gentileza y solidaridad de las personas que nos compartieron sus difíciles y extenuantes experiencias, podemos conocer y atesorar las vivencias, sueños y aspiraciones de estos migrantes que nacieron fundamentalmente durante el “período especial” y la crisis del noventa, aunque en este movimiento migratorio participan cubanos de distintas generaciones. A todos ellos, muchas gracias por ofrecernos su tiempo e historias.
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Notas:
1 Ya sea para controlar el flujo migratorio irregular proveniente de la Isla para el caso de la administración Biden, o en función de relajar las restricciones económicas y políticas hacia el gobierno cubano por parte de Estados Unidos.
2 El 25 de enero de 2019 los presidentes de Estados Unidos (Donald Trump) y de México (Andrés Manuel López Obrador), pusieron en marcha el programa “Quédate en México” o MPP (Protocolo de Protección a Migrantes). En virtud de este acuerdo, los oficiales fronterizos estadounidenses devuelven a México a las personas solicitantes de asilo para esperar por la decisión del juez sobre su caso. Ver al respecto Human Right Watch, “Quédate en México. Información y recursos”, 7 de febrero de 2022.
3 “Las fronteras de EE.UU. no están abiertas, advierte el secretario Mayorkas a inmigrantes”, en La Opinión, 25 de mayo de 2022.
4 Imelda García, “Expulsión de migrantes bajo Título 42 depende de su nacionalidad”, en Al DiaDallas, 2 de mayo de 2022.
5 La USCIS (United States Citizenship and Immigration Sevices) define en su página que el permiso de permanencia temporal ‘parole’ “le permite a una persona que de otra manera resulta inadmisible o inelegible para ser admitido a Estados Unidos, viajar y permanecer en Estados Unidos por un período de tiempo. Asimismo, la forma I-220A es un permiso para estar en libertad en Estados Unidos pero bajo supervisión de inmigración. Información disponible en https://www.uscis.gov/es/forms/exploremyoptions/humanitarianparole.
6 American Inmmigration Council, “A Guide to Title 42. Expulsions at the Border”, mayo de 2022.