Recientemente se dio a conocer por el diario Granma que días antes de la visita del presidente cubano Miguel Díaz-Canel a Nueva York, Cuba firmó cuatro nuevos memorandos de entendimiento con el gigante informático Google. La Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI), Infomed, el Ministerio de Cultura y la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, son las cuatro grandes beneficiadas con estos tratos, de los que aún se desconocen mayores detalles, salvo que “aprovecharán la plataforma de Google con contenidos cubanos”.
La firma de estos preacuerdos supone un nuevo capítulo en la relación entre Cuba y las grandes compañías de Internet, muchas de ellas asentadas en Estados Unidos y bloqueadas para Isla debido a leyes estadounidenses. Una historia que en los últimos años ha exprimentado más de un altibajo.
Desde 1962, Cuba tuvo prohibido acceder a hardware y software proveniente de compañías o subsidiarias norteamericanas. Desde entonces, las pérdidas en este sector superan los 2,000 millones de dólares. Solo en el período 2016-2017, las afectaciones rondaron los 69 millones.
Aunque durante la última década hubo guiños de algunas de estas grandes compañías tecnológicas hacia la Isla, lo cierto es que los avances fueron pocos. Salvo contadas excepciones, la política del bloqueo frenó casi todos los intentos de hacer a Cuba partícipe de la red de redes de manera más activa.
No obstante, en mayo de 2015, todavía bajo el mandato de la administración Obama, se introdujo en el Senado de los Estados Unidos la Cuba Digital and Telecommunications Advancement Act, también conocida como Cuba DATA Act. Esta declaración, promovida por un grupo de senadores partidarios de la normalización de relaciones con Cuba, buscaba aliviar las restricciones comerciales de Estados Unidos en cuanto a exportación de equipos y servicios de telecomunicaciones.
Gracias a la DATA Act y a una serie de enmiendas que se aplicaron en marzo de 2016 a las sanciones contra la Isla, se evidenciaron algunos avances en el entorno de las tecnologías de las comunicaciones y la informática (TICs), incluidas las telecomunicaciones.
A partir de entonces, se autorizaron las exportaciones de productos y servicios a Cuba, el financiamiento para la creación de infraestructura, la posibilidad de establecer empresas mixtas con entidades cubanas, la importación a Estados Unidos de software producido en la Isla y el pago directo a un operador de telecomunicaciones localizado acá. Servicios importantes como los de almacenamiento en la nube se mantuvieron al margen de los cambios.
Como consecuencia de lo anterior, el gigante Google, que ya había comenzado a acercarse al país años antes, acortó el tiempo de acceso a sus contenidos desde la mayor de Las Antillas. Asimismo, ofreció al gobierno cubano un plan para llevar Internet a los cubanos con rapidez y de manera masiva, aunque las negociaciones no prosperaron en ese momento.
Además, Netflix permitió que sus productos fuesen consumidos directamente por los cubanos mediante tarjetas de crédito internacionales. AT&T y PayPal mostraron interés en el potencial mercado del archipiélago. Stripe, otra pasarela de pago muy utilizada a nivel mundial, anunció que su plataforma Stripe Atlas comenzaría a ofrecer servicios a emprendedores cubanos.
Aunque pequeños, los pasos de estas compañías auguraban un futuro ascendente. Sin embargo, la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca supuso un retroceso en estos y otros avances de la era Obama. La misma Stripe, por ejemplo, canceló en febrero de 2018 las cuentas de todos sus clientes que tuvieran vínculos con Cuba.
Mientras tanto, las principales plataformas y servicios web del mundo, lejos de abrirse, se mantienen bloqueados para los públicos y developers cubanos. Entre ellos destacan Amazon Web Services, Google Cloud, Heroku, DigitalOcean y GoDaddy. Debido a sus inmensas potencialidades, estos están considerados entre los mejores, más baratos y seguros para desarrollar software en la nube. Aunque desde Cuba puede accederse a algunas de sus páginas principales, no es posible solicitar servicios.
Como respuesta, las compañías alegan que, en pos de cumplir con las leyes y regulaciones estadounidenses sobre control de exportaciones y sanciones económicas, no brindan servicios a usuarios localizados en Cuba, Irán, Corea del Norte, Siria o Crimea, salvo previa aprobación del gobierno estadounidense. Las restricciones aplican incluso para los extranjeros que se encuentran de paso por dichos países.
Aunque las redes privadas virtuales (VPN, por sus siglas en inglés) y los proxys anónimos permiten burlar técnicamente el bloqueo a estos servicios y hacer uso de ellos, haciendo creer a las compañías que el acceso se produce desde otro lugar, los resultados no son los ideales. Ambos provocan notables retrasos en los tiempos de respuesta y, por consiguiente, un descenso de la productividad. El panorama empeora si tenemos en cuenta la limitada velocidad de conexión disponible en Cuba.
Otra alternativa para hacer frente al bloqueo de servicios es la utilización de herramientas libres de costo. No obstante, si bien es cierto que algunas cumplen bastante bien con las expectativas, tampoco se encuentran a la altura de Amazon Web Services y compañía, claras dominadoras del mercado.
Igual de importantes que las tecnologías de la nube resultan las pasarelas de pago. PayPal y Stripe se encuentran entre las más famosas y usadas en el mundo. Vetadas ambas para Cuba, las pasarelas son necesarias para contratar infinidad de servicios web, entre ellos los citados anteriormente. Sus prestaciones, más allá de facilitar transacciones monetarias online, permiten a los negocios hacerse accesibles desde cualquier lugar, internacionalizar sus productos y operaciones.
En este, como en otros casos, el bloqueo aplica también para extranjeros. Por ejemplo, si algún usuario de PayPal realiza una transferencia desde Cuba, su cuenta podría resultar bloqueada hasta comprobar que la transacción no guarda relación directa con bancos o empresas cubanas.
Otras tecnologías inaccesibles en condiciones normales desde Cuba son Adobe, Oracle y, parcialmente, Android. En conjunto, sostienen una parte importante de las soluciones de software del mundo. Facilitan los procesos de edición web, la gestión de bases de datos y el desarrollo de aplicaciones móviles, por solo citar algunas de sus respectivas facilidades.
También están Atlassian, Bitbucket y Jira, suits de herramientas muy cómodos y funcionales para quienes trabajan en equipo. Bitbucket, por ejemplo, dispone de un número ilimitado de repositorios privados donde los usuarios pueden hospedar sus códigos de manera gratuita. Por otra parte, Jira facilita la planificación, administración y supervisión de proyectos de manera remota.
Igual de prácticos para el trabajo en equipo resultan las plataformas TeamViewer y Zoom, muy utilizadas para reuniones online, sobre todo en tiempos actuales, cuando los equipos pueden estar disgregados por diferentes parte del mundo. Docker, tecnología muy popular entre developers, permite crear, probar e implementar aplicaciones en cualquier dispositivo que tenga instalada su tecnología.
Las mencionadas son solo un puñado de herramientas web bloqueadas para Cuba. Podrían citarse muchas más y todas para mal. Las restricciones al uso de estas frenan considerablemente el desarrollo de servicios y aplicaciones para Internet desde Cuba, incidiendo negativamente en los niveles de competitividad y visibilidad alcanzables por parte de la Isla. Además, dificultan la colocación de productos locales en mercados internacionales y disminuyen la credibilidad ante potenciales contratos o clientes.
Aunque la Isla apuesta por la llamada industria del software nacional y busca alianzas con países como China o Vietnam, el acceso a los servicios punteros es indispensable para escalar en la red. A pesar del talento humano existente, los desarrolladores tienden a coincidir en que no es posible construir productos a la altura de estos tiempos sin utilizar tecnologías de la nube, pasarelas de pago internacionales o herramientas de colaboración remota, por citar.
Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones, en 2017 Cuba ocupó el lugar 137 a nivel mundial en el empleo de las nuevas tecnologías, 34 si lo trasladamos a las Américas.
De tener acceso a estas y otras plataformas, el panorama de la Isla sería diferente en este sector. El desarrollo de sitios y servicios web desde y para Cuba aceleraría el proceso de informatización tan necesario para el país, algo que Díaz Canel ha establecido como prioridad para sus años de gestión. Además, Cuba podría empezar a pensar en apuntar hacia estándares internacionales y alcanzarlos, en potenciar un escenario de constante crecimiento, innovación y competencia.