El anteproyecto del nuevo Código de las Familias ha provocado polémica al interior de la sociedad cubana, desde que el documento se hizo público para que, según el diseño del gobierno, la población opine sobre el texto y lo enriquezca antes de su aprobación.
Los criterios van desde la oposición rotunda por parte de comunidades religiosas y grupos conservadores que rechazan las uniones entre personas del mismo sexo, hasta las suspicacias de parejas homosexuales en desacuerdo con que sus derechos sean sometidos a referendo.
Un reportaje de The Associated Press (AP) recoge la opinión de la pareja conformada por Adiel González y Lázaro “Lachi” González, dos hombres que esperan ansiosos la posibilidad de casarse vestidos de negro a la orilla del mar y que, de acuerdo con la agencia estadounidense, son fervientes cristianos y no desean adoptar hijos.
También reproduce el criterio del pastor Moises de Prada, quien no está de acuerdo con la unión de dos personas del mismo sexo y que, como muchos de sus feligreses, se estremece ante la idea de los embarazos subrogados.
Desde su apartamento en Matanzas, Adiel y Lachi siguieron de cerca la evolución de la normativa que, de acuerdo con la Constitución aprobada en 2019, debe ser llevada a un plebiscito.
El primero, graduado en lenguas y teólogo de 31 años, opina que la consulta popular podría enriquecer el texto, aunque no ve correcto someterlo a referendo. “Se estaría sometiendo a la votación de una mayoría heterosexual, heteronormativa, los derechos de una minoría”, dijo Adiel, citado por AP.
“Dios no tiene hijastros, por lo tanto, todos somos hijas e hijos de Dios y lo que hacemos Adiel y yo es tener una vida con amor. Estamos en una vida correcta y estamos felices”, explicó Lachi. Ambos trabajan en el Seminario Evangélico de Matanzas —a unos 100 kilómetros de la capital—, una institución creada en 1946 del siglo pasado por varias denominaciones protestantes.
El anteproyecto del Código de Familias fue redactado por un comité de 30 expertos y contiene más de 480 artículos, en los cuales se intenta reflejar la diversidad de instituciones y de la vida familiar de la Cuba actual, buscando resolver posibles conflictos.
Entre las novedades del texto se encuentra un papel legal más destacado de los abuelos, la posibilidad de establecer pactos prematrimoniales sobre el futuro del patrimonio, consecuencias negativas —por ejemplo, a la hora de repartir bienes— para los culpables de cometer violencia de género, o la alternativa para los padres de acordar el orden de los apellidos de sus hijos. También, entre otros aspectos, desaparece el concepto de patria potestad y se sustituye por el de “responsabilidad parental”, al tiempo que se otorga a los menores autonomía paulatina de sus decisiones o un mayor reconocimiento de la unión de hecho.
Pero la definición del matrimonio, que abre la puerta a la unión entre personas del mismo sexo por primera vez en la Isla, la posibilidad de adopción para esas parejas y los “embarazos solidarios” pasaron de inmediato a ocupar el centro de los debates.
Moises de Prada cree que el nuevo código no va a traer ningún beneficio. Citado por The Associated Press, el superintendente de las pentecostales Asambleas de Dios –que integra más 2.000 templos en Cuba y, según sus directivos, representa a un millón de personas–, el pastor afirma que la familia “concebida como está estructurada en la palabra de Dios es la que se concertó entre un hombre y una mujer y los hijos que se derivan o que puedan más tarde adoptarse”.
La oposición al matrimonio igualitario no proviene sólo iglesias de denominaciones protestantes, sino también de sectores de religiones afrocubanas como la santería, de católicos, espiritistas, musulmanes y hasta de presuntos ateos, aunque los evangélicos han sido muy activos en manifestar su postura.
En 2018 y 2019 algunas iglesias cristianas mostraron públicamente su reacción a las uniones entre personas del mismo sexo, mediante una campaña que apostaba por lo que llaman “la familia original”. Entonces, los religiosos desafiaron al gobierno llamando abiertamente a votar en contra de otro plebiscito en aquella ocasión para aprobar la Constitución, que entre otras cosas no reconoce la objeción de conciencia, indica el reporte.
“Como iglesia tenemos un patrón de familia”, dijo a la AP el pastor Julio César Sánchez, secretario de las Asambleas de Dios, que consideró las alternativas al modelo heterosexual como “el resultado del pecado” y para quien no se vale la explicación de que esas uniones son una realidad. “No es válido el argumento de regularizar lo que existe, porque también existe el asesinato… ello no significa que sea bueno”, manifestó.
En las calles las voluntades se encuentran divididas y aunque un grupo grande de personas ven con buenos ojos la norma, otros tienen resquemores.
“Hay gente que va a estar en contra de que parejas del mismo sexo se unan en matrimonio, pero yo opino que es algo normal”, dijo consultado al azar por la agencia el jubilado Alberto Dausá, de 68 años, mientras Carola Reyna, una ama de casa de 25 años y madre de dos hijos, opinó que “a los niños (adopciones) no los deben meter en eso”.
Entre tanto, el gobierno se esfuerza en desalentar pasiones insistiendo que la lógica religiosa no debe impedir la normatividad jurídica que aplicará a 11 millones de cubanos, creyentes o no.
“Estamos proponiendo un nuevo Código de las Familias, con todas las instituciones del derecho familiar”, dijo en declaraciones a AP, el Ministro de Justicia Oscar Silveira Martínez. “El Código no construye realidades sociales, procura prever soluciones jurídicas, amparo a esas realidades sociales que existen”.
AP / OnCuba
Lo que faltaba espero que no permitan tanta barbaridad que nuestro comandante jamás permitió