Benedicte Bull es la directora de la Academia de Oslo sobre Gobernabilidad Global, profesora en el Centro de Desarrollo y Medio Ambiente de la Universidad de Oslo y directora de la Red Noruega de Investigación sobre Latinoamérica.
La Doctora en Ciencias Políticas ha publicado sobre teoría del desarrollo, economía política, gobernanza e instituciones de América Latina, y dentro de los temas de interés en la región aborda también los de Cuba. Sobre estos pudimos conversar en una tarde gris en la ciudad de Oslo.
Cuba y Noruega establecieron relaciones diplomáticas a nivel de Legación el 12 de mayo de 1909, y se elevaron a rango de Embajada en noviembre de 1961. Desde el año 1993 Noruega ha votado, ininterrumpidamente, a favor de la resolución cubana contra el bloqueo impuesto por Estados Unidos a Cuba. Teniendo en cuenta esto, ¿cómo se ve Cuba desde Noruega?
Lamentablemente domina una visión estereotípica de Cuba: tabacos, mojitos, salsa, playa; pero eso no impide la existencia de una imagen favorable. La gran mayoría de los noruegos, si conoce Cuba, es por temas de turismo.
Hay un grupo que es muy crítico en el tema de la democracia y los derechos humanos; y siempre que el tema de Cuba sale –sobre todo en los medios, como cuando la visita de Obama–, emiten opiniones muy hostiles contra el sistema político cubano. En oposición, hay un grupo no muy numeroso que se llama La Asociación Cuba, una organización que tiene muchos años y que siempre ha sido muy solidaria con el gobierno de Cuba, condenando la política estadounidense y expresando una postura de solidaridad.
Esa polarización condiciona el panorama político, pero en general la opinión es favorable y la cultura cubana es muy popular.
¿Por qué el interés en Cuba desde la universidad noruega?
Yo estoy coordinando algo que se llama: La red noruega de investigación sobre América Latina, que fue creada por el Ministerio de Relaciones Exteriores. Hicieron una convocatoria en 2007 porque querían acercarse un poco más a los países en América Latina en general y por eso querían elevar el conocimiento sobre estos países.
Mi interés personal es por el contexto. A mí me interesa fortalecer los enlaces con Cuba y otros países de América Latina. He estado involucrada en un proyecto de colaboración con CEPAL. Desde ahí hemos tratado de investigar, buscar, dialogar, sobre los diferentes caminos hacia el desarrollo pero con equidad, y hemos encontrado también que tenemos mucho en común en la manera en que ven el desarrollo economistas y académicos cubanos y por eso tenemos el interés de continuar intercambiando sobre cómo se puede desarrollar una economía, pero con bienestar para todos, en el marco de una economía más abierta.
Noruega siempre ha sido una economía abierta, en términos de comercio e inversiones, pero con un Estado que hace énfasis en políticas de regulación y bienestar. Cuba tiene otro modelo, pero con elementos en común.
¿Qué explica el interés noruego de colaborar con Cuba en los esfuerzos internacionales de promoción de salud? ¿Cree que esa colaboración en un área tan sensible de derechos humanos y desarrollo es aceptada hoy por los diferentes partidos del espectro político noruego?
La colaboración internacional de salud ha sido muy importante para Noruega. La experiencia de ambos países en Haití, trabajando en conjunto, ha sido muy importante.
El actual ministro de Relaciones Exteriores, Børge Brende, que es el del Partido Conservador –en general muy crítico hacía Cuba–, viene de una posición como Director de la Cruz Roja, después del terremoto en Haití, y tenía bastante experiencia personalmente de cooperar con los cubanos. Eso ha contribuido a un interés personal de seguir colaborando con Cuba, ha tenido otra perspectiva sobre Cuba, mucho mejor que la otra más ideologizada que tienen otros del mismo partido.
El gobierno noruego es bastante pragmático, colabora donde hay interés en colaborar, como es el tema de la salud en Cuba.
¿Qué impacto ha tenido tiene la relación entre Cuba y Noruega sobre el proceso de paz en Colombia?
Es más bien al revés, todo el proceso de negociación de la paz en Colombia en La Habana ha implicado una relación mucho más cercana entre el gobierno de Noruega y el gobierno de Cuba.
Es un proceso que ha sido muy importante para fortalecer los enlaces entre los dos países. Pero Noruega, antes de que comenzara este proceso, tenía un interés en una buena relación, y quizás una relación con Cuba diferente a otros países de la Unión Europea que han seguido la vieja política de los Estados Unidos.
Noruega es un país pequeño e independiente y siempre tiene el reto de hacer de estas condiciones, no un problema, sino una ventaja para su política exterior. Promover con Cuba la paz en Colombia sirve a Noruega para reforzar sus credenciales como Estado responsable en la comunidad internacional.
¿Cómo influye esta proyección con la Unión Europea y con Estados Unidos?
Noruega es un país independiente, pero a la vez es un aliado bastante cercano de los Estados Unidos, y la Unión Europea, obviamente. En este proceso de negociación colombiana se ha coordinado bien la mediación nuestra con los Estados Unidos. Un proceso de paz en Colombia está en el interés de Estados Unidos. Contribuir a este proceso, yo creo, es también para Noruega una manera de ganar alguna posición de prestigio frente a América Latina, y los Estados Unidos.
Noruega está cumpliendo un rol mediador que los Estados Unidos no pueden hacer por ser considerados un aliado muy cercano al gobierno colombiano y por considerar a las FARC un grupo terrorista, pero nuestra mediación no está haciendo algo contrario a los intereses de los Estados Unidos.
Es interesante analizar desde una perspectiva histórica la política de Noruega con América Latina en general, no solamente en Colombia y en Cuba. Noruega siempre ha sido aliado de los Estados Unidos, pero eso no implica que en América Latina a veces nuestras políticas y valores no hayan estado en contradicción. Por ejemplo: en los años 80, los gobiernos noruegos se opusieron muy fuertemente a la política estadounidense de intervención en Nicaragua y en El Salvador.
Eso se puede explicar a partir de una especie de acuerdo del Partido Laborista, que dentro de Noruega es el más fuerte que ha tenido el gobierno por el periodo más largo, después de la Segunda Guerra Mundial. Dentro del Partido había corrientes izquierdistas que querían acercarse a los gobiernos izquierdistas en América Latina que exhibían un paradigma pluralista. Había otros con una corriente más conservadora, muy a favor de la OTAN y de las políticas de Estados Unidos. Hubo un acuerdo informal entre las partes: las izquierdistas podían dirigir las políticas hacia América Latina, mientras que los más conservadores tomaban las decisiones que tenían que ver con Europa, hacia los grandes poderes que Noruega consideraba más importantes.
Noruega siempre ha jugado ese rol independiente. Se aleja de la política de los Estados Unidos, pero a la vez cuidando no provocar una reacción adversa fuerte de parte de este súper poder.
¿Qué importancia tiene el restablecimiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba desde su perspectiva?
La normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba no implica solamente una nueva fase en la historia de los dos países, sino que significa una nueva era en la política internacional de las Américas.
Hay una gran razón para creer que la normalización tendrá consecuencias de largo alcance, no menos importante para la cooperación política con y dentro de América Latina. Durante la última década la mayoría de los países de América Latina han sido gobernados por gobiernos de centro-izquierda, y han tenido un importante crecimiento económico, han progresado en la lucha contra la pobreza y la desigualdad y se aprecia una mayor cooperación en la región. Mientras tanto, EE.UU. se debilita como el actor económico y político dominante en Latinoamérica. China ha superado a Estados Unidos como socio comercial más importante de América del Sur, lo que representa la estrategia de inversión de mayor expansión en América Latina, mientras que Rusia se ha convertido en un socio militar.
La normalización ha sido recibida positivamente en América Latina. La mayoría de los países de la región tiene ahora una relación pragmática con los EE.UU., que se ve facilitada por la normalización de las relaciones con Cuba.
También hay retos. Aunque la fuerza de Miami y sus aliados en la región ha sido debilitado por esta nueva política de Obama hacia Cuba, todavía hay varias batallas que ganar. El proceso de Cuba ha demostrado que el diálogo ha de ir más allá que desmontar las políticas de agresión y el aislamiento. Hay que tener proyectos para construir el futuro.
¿Cómo cree que el diálogo entre Cuba y EE.UU. impacta la relación Cuba-Noruega?
Es sin duda es muy positivo. El comercio ya es más fácil porque se están levantando las restricciones al comercio con terceros países. Depende de lo que suceda en los años que vienen…
Puede ser que Noruega sea menos importante para los cubanos cuando los EE.UU. estén más presentes y las economías más integradas. Pero queda todavía mucho por ver en términos del modelo económico y político que se desarrollara en Cuba, y quizás también haya interés en el futuro por un socio pequeño pero independiente que tenga bastante conocimiento en sectores importantes como el petróleo, las cooperativas y la promoción de la pequeña y mediana empresa