George Hinojosa sostiene en la palma de su mano un antiguo reloj enchapado en oro con una elegante correa de piel unida al mismo por cierres bordados artesanalmente en forma de cuentecillas semejantes a perlas. Este reloj de pulsera del año 1942, que comenzó su vida como un pre-revolucionario reloj de bolsillo, con mecanismo de escape Roskopf, forma parte de unas dos docenas de relojes antiguos de Cuervo y Sobrinos a la venta en el mercado de las pulgas de la Plaza de Antigüedades en La Habana. George está pidiendo por él 400 CUC, una cantidad principesca de dinero en un país donde el salario promedio mensual es de 28 CUC. Aunque no es que venda a los cubanos.
“Los italianos son mis mejores clientes. También los mexicanos y los españoles”, dice George, cuentapropista de 32 años. “Pero los estadounidenses están comenzando a conocer a Cuervo y Sobrinos. Un americano que trabaja para una gran compañía financiera viene a comprar con frecuencia”.
El tablero de exhibición de George es un verdadero revoltijo de Katchas, Poljots, Slavas y Wostoks de fabricación soviética de antaño. Pero son los clásicos y elegantes relojes de Cuervo y Sobrinos, los que deslumbran, como si fueran Cadillacs en un salón de exposiciones de Volgas y Ladas. Los realmente raros –los Longines, Roskopfs y Rolexes de la marca Cuervo y Sobrinos–son los más buscados por los coleccionistas. “El Longine era considerado el mejor”, dice George. “Ahora hay muy pocos… y no hay Rolexes. Han sido comprados por los aficionados”.
Fundada por Ramón Cuervo en La Habana, en 1882, como una joyería de lujo, Cuervo y Sobrinos rápidamente se convirtió en el equivalente en Cuba de Tiffany en Nueva York, o Cartier en París. Sus relojes fueron diseñados en casa y fabricados en La Chaux-de-Fonds, Suiza, a partir de componentes suministrados por Rolex, Longine y Patek Philippe. Los cubanos más viejos, tanto en Cuba como en la diáspora, recuerdan con afecto una de las referencias más relevantes de su cultura pre-revolucionaria.
“¡Coño, mi tío tenía un Cuervo y Sobrinos!”, exclama Jorge Alfonso García, propietario de la casa particular donde me hospedo, cuando le digo que estoy escribiendo un artículo sobre los relojes de marca icónica en Cuba. “Él logró sacarlo clandestinamente cuando se fue de Cuba en 1960”.
El calor tropical ha solidificado la mugre en la ruinosa y chabacana fachada de Praga, pintada en tonos de azul y rodeada de una telaraña de cableado improvisado. El interior es una muestra de gloria desvanecida. Los gatos descansan sobre el frío piso de lozas. Las desconchadas columnas corintias de mármol sostienen el techo estucado, parchadas donde el yeso se ha desprendido y caído al piso. Y en una pared forrada con madera de caoba hay tres gigantescas cajas de seguridad y un gran reloj con las manecillas detenidas en las doce, metáfora perfecta para esta nación de Cenicienta, atrapada en el tiempo. Las tres enormes cajas fuertes de Mosler están medio escondidas por recipientes y colgadores de ropa reciclada colocados arbitrariamente. Contemplar la esporádica clientela arrojados como cuervos sobre los bultos de deshechos me llena de tristeza.
“Cuando el reloj marcaba las 6 de la tarde, todas las cajas fuertes se cerraban automáticamente hasta las 8 de la mañana”, me dice la administradora de Praga, Jacquelín González Riverón.
“Había otra caja fuerte. Una independiente. Allí adentro”, señala la empleada de Praga Lucía Caridad Puente, indicando la oficina de Jacquelín.
En el 2002, el ex piloto de carreras y empresario español Marzio Villa compró la marca Cuervo y Sobrinos a la familia Cuervo y obtuvo permiso para abrir la caja independiente. Cuando se abrieron las chirriantes puertas, pesadas por la herrumbre de sus bisagras, Villa descubrió una hasta ese momento desconocida colección de veinticinco movimientos originales y esbozos de diseño de relojes, escondidos durante todos estos años. En ese mismo año, Villa revivió la marca que había permanecido en el olvido durante cuarenta años, volviendo a fabricar relojes de lujo –fieles herederos de los originales Cuervo y Sobrinos– con diseños influenciados por los maravillosos bocetos hallados en la caja de caudales.
“La única marca de lujo suiza con un alma latina”, dice Villa refiriéndose a los actuales relojes de su compañía, de inspiración retro, que recuerdan la época del art deco. “Todas nuestras piezas se basan en diseños originales que recrean la elegancia y el estilo de su herencia cubana”.
Los primeros cuatro estilos tienen nombres de destacados diseños de cigarros: Espléndidos, Prominente, Robusto, y Torpedo, utilizando colores de las cajas de tabacos (puros) evocadores de la Cuba sensual. El próximo modelo fue el Historiador, fabricado en acero inoxidable e inspirado en la década de los 50, presentado en honor a Eusebio Leal Spengler, Historiador de la ciudad de La Habana, quien fue encargado de rescatar La Habana Vieja –la parte colonial de la ciudad designada por la UNESCO como Patrimonio Mundial de la Humanidad– de décadas de abandono y decadencia.
“Somos una compañía suiza sin ningún vínculo con el gobierno cubano”, dice Marzio Villa. “Pero siempre mantendremos lazos con la Isla, con nuestra orgullosa herencia habanera y con nuestro perdurable espíritu cubano y raíces históricas”.
Hoy en día, la compañía tiene su sede en Capolago, en las orillas del lago Lugano en Suiza. Sin embargo, justo al lado de la exquisitamente restaurada Plaza Vieja, en la esquina de las adoquinadas calles Oficios y Muralla, se encuentra la relojería Cuervo y Sobrinos (también conocida como Tienda Museo El Reloj), en el sitio donde Cuervo y Sobrinos originalmente tenía su oficina antes de trasladarse a la calle San Rafael en los 1930. La reluciente boutique, que abrió sus puertas en 2009 como la primera tienda de venta de una marca exclusiva de relojes de lujo en la Cuba posrevolucionaria, está amueblada al estilo de fin de siglo con asientos de piel, mostradores de caoba, alfombras tejidas a mano y piezas art deco de tonalidades de tabaco. Descansando sobre el piso de lozas en color bronce se encuentra la caja de caudales original, de color marfil, que había mencionado Lucía Caridad Puente.
Al examinar sus iluminados estantes, encuentro un elegantísimo Historiador Clásico, con una esfera de cobre atravesada por la inscripción “Clou de Paris” guilloche, y una esfera secundaria con la fecha “1882”. Hoy en día, el Historiador está disponible en 22 modelos diferentes, pero no todos mantienen la conexión única con el puro cubano. Ahora vienen también en estilos propios del siglo XXI, en colores azules, rojos y verdes, mientras los modelos de la serie “Tierra, Sol y Mar” (Tierra, Sol y Mar) cuentan con diales y correas combinados, de manera predecible, naranja, amarillo y verde azulado. Y sobrepasando, incluso, a Piaget por su ostentación está el cronógrafo Historiador Vuelo Crono, un irresistiblemente brillante ejemplar de haute horlogerie con incrustaciones de gemas y de diseño inspirado en el art deco, con correa de piel de cocodrilo de Luisiana, de color rojo sanguina.
“El señor Villa regaló un Historiador a Eusebio Leal”, me dice la dependiente Yanelis Estupiñán Rivalta. También han recibidos relojes Cuervo y Sobrinos como regalos el campeón de tenis Rafael Nadal, el actor cubano-estadounidense Andy García, el pianista cubano de jazz Chucho Valdés, y el Papa Francisco II recibió en su visita a La Habana en 2015 un Historiador Clásico de un purísimo color blanco.
“Vendemos un promedio de tres por semana”, dice Yanelis. “Los mexicanos son los principales clientes. Y también los chinos. Son los principales compradores del mundo, pero ahora existe una tienda Cuervo y Sobrinos en China, por lo que los chinos no compran como antes”.
“¿Y los cubanos?”, le pregunto.
Su asistente hace un mohín: “¡Fffffppphhh… Ojala!”.
“No, ninguno hasta ahora”, Yanelis responde más diplomáticamente. “Pero hemos vendido varios a los cubanoamericanos, y más recientemente hemos vendido un par de relojes a pasajeros de cruceros… ¡estadounidenses!”.
Lamentablemente, en 2017 la administración Trump incluyó la tienda en el listado de establecimientos donde se les prohíbe a los ciudadanos estadounidenses hacer cualquier tipo de transacción comercial.
Este texto pertenece a la edición 51 de la revista OnCuba Travel:
Buenas noches, me parece un gran articulo sobre la firma de relojes Cuervo y Sobrino, pero no leo por ningún lado que Ramon Cuervo fue un español de origen asturiano y por tanto fundador de la firma. Al Cesar lo que es del Cesar…. Saludos desde España
Impresionante!!
Holà, yo compre un cuervo y sobrinos lonsdale, que llevo todos los dias, soy mexicano pero vivo en Canada, muy bonito reloj.