El pasado martes, en la reunión del grupo temporal para la prevención y control de la COVID-19, el Primer Ministro cubano, Manuel Marrero Cruz, expresó: “hoy los peligros principales los tenemos concentrados en el dengue”. En la reunión, en la que también estuvieron presentes el presidente y el vicepresidente de la República, el Ministro de Salud, José Ángel Portal Miranda, informó que en la semana 35 —que cerró el 3 septiembre— presentaron trasmisión de la enfermedad “14 provincias, 41 municipios y 58 aéreas de salud”. Añadió que la tasa de incidencia —número de casos nuevos por cada mil habitantes— se incrementó en relación con la semana anterior y que los territorios con tasas superiores a la media del país son: Santiago de Cuba, La Habana, Guantánamo, La Isla de la Juventud, Camagüey, Las Tunas y Matanzas.
Como parte de lo que parece ser una “ofensiva contra el dengue”, el pasado jueves la viceministra del MINSAP, Dra. Carilda Peña García explicó que estamos “en un momento difícil” y mostró su preocupación porque históricamente la enfermedad “muestra sus mayores picos a finales de octubres y principios de noviembre”. La funcionaria añadió que “hoy se está fumigando en 71 municipios del país”, precisamente, en las provincias con mayor incidencia y reconoció que “lo que había que hacer —en los meses previos— dentro de la vivienda no fue posible”.
De la COVID-19 al dengue, la compleja transición epidemiológica
Asimismo, medios de prensa locales reportan acciones en tres provincias. Según Tribuna de La Habana, en la reunión de grupo temporal de la capital del país el 3 de septiembre, se informó que durante el día anterior se habían detectado 786 casos sospechosos, de ellos 4 reportados de grave y se contabilizaron 959 altas médicas, mientras que permanecían ingresados 6771 pacientes, 978 en hospitales. Por su parte, Escambray reportó que se está fumigando “el 85% del universo urbano”, en los municipios de Sancti Spíritus, Trinidad y Cabaigúan, donde los índices de infestación del mosquito están por encima de lo permisible. Finalmente, en la oriental provincia de Guantánamo fue necesario convocar a estudiantes de medicina y enfermería para que se unieran a la pesquisa activa, identificando “más de 150 pacientes sospechosos”. Según la Agencia Cubana de Noticias (ACN), en aquel territorio se confirmaron “992 casos de dengue y el aumento de las tasas de focos del mosquito”, dos estadísticas que van de la mano. Aunque no se cuenta con cifras oficiales sobre esta enfermedad, lo anterior puede dar una idea de la magnitud del problema que está enfrentado el país. Todo esto se da en un contexto en que según el decano de la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana, Raúl Ginovart lo esperado es que “se mantenga el control de COVID-19 en todos los territorios”.
En el mundo, 2500 millones de personas viven en riesgo de enfermar de dengue y, precisamente, son los meses de verano y otoño en los que, debido a las lluvias y el aumento de las temperaturas, la infestación del mosquito aumenta y el ciclo de vida del virus en el aparato digestivo del insecto se acortan, incrementándose, así, la trasmisión de la enfermedad. Paralelamente, en la región de Latinoamérica se ha reportado un incremento del 300% desde la primera semana del año y del 161% en relación a igual período del año pasado. Lo anterior habla de la transición de la COVID-19 al dengue, lo que pudiera verse como el regreso a “la normalidad epidemiológica” en la región y, por supuesto, también en el país.
En el caso de Cuba, sin embargo, la situación se ha complejizado por la crisis económica. En artículo anterior había hecho referencia al complejo escenario que existía en seis provincias donde a principios del verano se manifestó un incremento de la focalidad, del numero de sospechosos y de la trasmisión. También destaqué la afirmación de la directora nacional de Vigilancia y Lucha Antivectorial del Minsap, Dra. Madelaine Rivera Sánchez, de que “debido a la actual situación del país con el combustible no habrá fumigación intensiva como ocurría en otras campañas, que cada 6 días se alcanzaba todo el universo”. A esto último se refería la Viceministra de Salud Pública cuando dijo que “nosotros sabemos que tenemos responsabilidad con el tema”.
Este asunto tiene otra arista importante: la relativa a la afectación económica que puede implicar para el país que la endemia de dengue se salga de control. Más allá de los costos humanos de la enfermedad, los días de trabajo perdidos, todo lo relativo a la hospitalización y tratamiento de los enfermos, importantes emisores de turismo como España, Francia y los Estados Unidos están alertas ante el número de casos de dengue importados a esos países, procedentes de la Isla. En un artículo publicado en El País, de España, se señala que Cuba vive “la mayor epidemia de la enfermedad desde el 2019, agravada por la reducción de fumigaciones por restricciones de combustible”. Ese texto añade, además, que “cerca de las dos terceras partes del centenar largo de diagnósticos notificados este verano” en el país ibérico proceden de la isla y que es “el primer país de origen de los casos de dengue importados diagnosticados en Francia”, casi un tercio y en la Florida donde “193 de 216 turistas afectados” había visitado Cuba.
Otro aspecto, quizás no suficientemente explicado, es el hecho que la infección previa por uno de los cuatro serotipos del dengue confiere inmunidad para el mismo pero aumenta el riesgo de padecer una forma grave — dengue hemorrágico, shock por dengue— si la persona se infecta con un serotipo distinto. Tal es la situación actual del país, donde entre los años 2018 al 2021 predominó el serotipo 1, mientras que en la actualidad se aprecia un predominio del 3, presente en el 60% de los casos. Adicionalmente, la combinación 1-3 es de las más graves.
También esta semana se supo que un grupo de investigadores del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) avanzan en los trabajos para la obtención de candidatos vacunales, lo que tropieza con importantes dificultades técnicas. No sería esta la primera vacuna contra la enfermedad que existe en el mundo, donde ya se cuenta con la CYD-TDV, desarrollada por Sanofi Pasteur y comercializada en unos 20 países. Sin embargo, la misma se recomienda solo para personas de 9 a 45 años, residentes en zonas endémicas, que hayan tenido al menos un episodio de infección previa, debido a que su administración en otras condiciones ha conducido a un aumento del riesgo de padecer una forma grave de la enfermedad.
Como se ve, la situación es compleja y podría serlo aún más en los próximos meses, como bien explicaba la Viceministra de Salud Pública. El regreso a la normalidad epidemiológica y la circulación de varios serotipos de la enfermedad, —lo que aumenta la gravedad de los cuadros—, unido al difícil contexto económico que atraviesa la Isla, complejizan la situación. Los próximos meses serán tensos, no cabe dudas.