Las camionetas particulares se han convertido en Cuba en un medio de transporte que, si bien ha aliviado un poco la precaria situación, es uno de los medios más peligrosos, por las altas velocidades a las que conducen los choferes, la sobresaturación de pasajeros y el estado
técnico defectuoso de muchos de esos vehículos.
Hace unos años, apenas se veían estas camionetas en La Habana. Han sido, desde el inicio, un medio de transporte más bien en el interior del país, para viajes interprovinciales. Ahora siguen incluso algunas de las rutas de los ómnibus estatales en la capital, cobrando por lo
general 5 pesos (0.20 dólares) más económico que los almendrones, cuyos precios oscilan entre los 10 y los 20 pesos.
A estas camionetas se les permite llevar tantos pasajeros como asientos tenga. Pero los choferes y los conductores transportan a las personas como vacas, después de recoger tantas como haya en la calle. La avaricia, como veremos más adelante, también rompió el saco esta
vez.
El 26 abril de 2012, alrededor de las 7 de la mañana, Bibi se montó en una de esas camionetas particulares que transportan pasajeros de Artemisa hasta La Habana. Como la mayoría de los estudiantes, no podía pagarse un taxi de 30 pesos para ir a la Universidad. Ella y Lucía, una amiga del aula, se fueron juntas. 10 pesos cada una.
Bibi y Lucía habían alcanzado asientos. En Artemisa, la camioneta no estaba tan llena. Pero cuando llegó a Guanajay, antes de coger la autopista que llega al Lido (Marianao), subió mucha más gente. Más de la que cabía y debía viajar.
A partir de aquí la historia la cuenta Bibi, quien aún hoy lleva en la frente una cicatriz por una herida de 37 puntos, suturada en el Hospital Militar de La Habana.
“Me cuesta mucho recordar la parte del accidente como tal, porque fue algo muy raro, de pronto yo sentí como un frenazo y cuando abrí los ojos me vi dando vueltas. Luego, un golpe muy fuerte y todo el mundo estaba encima de mí.
“Cuando la camioneta terminó de dar vueltas y cayó en la hierba, a un lado de la carretera, yo tenía el pelo enredado en el techo y no podía salir. Estaba medio adormecida, y veía a la gente saliendo y gritando. Lo primero que hice fue mirarme las manos, las tenía llenas de sangre,
luego me toqué la frente y sentí un hueco.
“Comencé a desesperarme, quería salir de ahí, pero no podía porque tenía el pelo trabado. Un muchacho me dijo que no me preocupara, que él me iba a ayudar. Buscó una navaja y me cortó el pelo. Cuando salí, la gente me miraba y decía: “!Ay, pobrecita, mira como tiene la
frente”.
“Lucía y yo nos paramos en la carretera y ella pidió ayuda al primer carro que pasó. En el hospital de Guanajay solo me hicieron una placa y me pusieron un suero. No podían suturarme allí, porque tenía que verme un especialista. Entonces me remitieron para La Habana. Estuve
en un salón del Hospital Militar casi dos horas. Me dieron 37 puntos”.
“Fueron segundos que me parecieron horas. Después del accidente estuve días teniendo pesadillas y me la pasaba pensando que por poco me había muerto. Otra muchacha de Artemisa terminó con una herida en la cabeza mucho más grande que la mía. Incluso luego tuvo problemas de mareo, y se le afectó un oído. Por suerte, no venían niños ni embarazadas”.
“Gracias a dios el chofer no iba tan rápido, si no, nos hubiéramos matado muchos. Al chofer no le pasó nada, se comprobó que era un desperfecto técnico, algo de la dirección, no sé bien… y no le paso absolutamente nada, creo que ni siquiera una multa, pero no estoy segura”.
“Después de ese día, volver a montarme en una camioneta no fue cosa fácil. De hecho, paso trabajo para montarme en lo que sea. No he vuelto a dormirme jamás en un carro y siempre que puedo evito las camionetas”.
? Acaso los hijos de los ministros o de cualquier alto dirigente de la cacareada Revolución necesita de alguno de estos medios de transporte para movilizarse? Para ellos nunca hubo periodo especial, ni ha existido crisis del transporte o falta de combustible. Siempre lo mismo con lo mismo: HAZ LO QUE YO DIGO PERO NO HAGAS LO QUE YO HAGO.
Yo viajo a diario en ese tipo de transporte, y la verdad que no paso un día en que esté asustado, lo mismo que una camioneta trata de llegar primero que la otra para tener más pasajeros a recoger, o que las altas velocidades en las curvas y todo eso.
En el año 1996, iba de San José a La Habana, en una camioneta y se explotó una goma y nos volcamos, cuatro muertos y yo recibí una herida en la cabeza de 30 puntos y contunción en la cervical “libré”, pero es cierto, tengo mucho temor cada vez que voy a ese municipio habanero y le he tomado el tiempo a las camionetas y algunos en solo 20 minutos se han puesto en San José, desde la terminal de trenes en La Habana, en ciertas ocasiones he sugerido al chofer disminuir la velocidad pues es cierto que los nervios se me ponen de punta cuando veo tanta veocidad y esos carros están llenos de adaptaciones y sordaduras que en un mal momento provocan accidentes y por la velocida que llevan no dan tiempo a nada.