Al alcanzar niveles sin precedentes, el precio del huevo en La Habana bien puede tomarse como un indicador fiable de la crisis de la economía cubana.
Cada huevo cuesta por estos días en La Habana entre 90 y 110 pesos y el cartón de 30 unidades oscila mayormente entre 2700 y 3330 pesos, tarifas inalcanzables para la mayoría de la población, e incluso supera la pensión mensual de muchos jubilados antes del aumento recién anunciado.
En Cuba, aproximadamente el 33,1 % de los jubilados reciben la pensión mínima, que actualmente está fijada en 1528 pesos mensuales. Además, casi el 40 % de los pensionados se encuentra en esta situación de percepción de la pensión mínima, según fuentes oficiales previas.
El incremento aprobado, y que entrará en vigor a partir de septiembre, multiplicará ese monto mínimo hasta los 4 mil pesos mensuales, en un intento del Gobierno por aliviar la desesperada situación económica de los adultos mayores.
En medio de esta crisis alimentaria y económica, la producción avícola cubana enfrenta un escenario crítico, donde la clave para la recuperación parece radicar en la asociación entre el sector estatal y actores privados con capacidad financiera, según indica un reportaje del diario Granma.
El huevo, fuera del alcance de muchos
“El huevo jamás se ha vuelto a ver de forma normada, ni a precios medianamente accesibles”, lamentó el reportaje, al preguntarse de dónde salen las posturas que se venden en las mipymes.
La cuota per cápita que se entregaba mediante la canasta regulada se fue recortando hasta detenerse en cinco unidades cada dos meses en todo el país.
Sin embargo, en La Habana esa programación es papel mojado, pues desde el año pasado no ha vuelto a surtirse el producto en las bodegas y carnicerías estatales.
Más allá de los vendedores furtivos de huevos que se mueven el mercado “sumergido”, aunque voceado en las calles, el producto puede adquirirse legalmente en los puestos de mipymes, cuyos precios se elevan al punto de resultar impagables para la mayoría de los cubanos.

Además, una proporción significativa de esta oferta proviene de importaciones, principalmente desde República Dominicana, mientras que la producción nacional ha menguado drásticamente.
En los mercados digitales dolarizados, donde siempre no están disponibles y cuyos pagos solo pueden efectuarse en línea desde el extranjero, el precio toma la referencia promedio del mercado estadounidense, entre unos 13,75 y 15,58 dólares, sin contar los costos de envío. Sin embargo, una de esas tiendas virtuales, Nercado, fijaba este 22 de julio el cartón en 16.80.
Deterioro de la producción avícola nacional
Desde 2024, la producción nacional ha sufrido impactos severos debido a la falta de financiamiento y escasez de materias primas, sobre todo para la elaboración de pienso —el alimento fundamental para las gallinas— que depende casi íntegramente de importaciones de maíz, soya y premezclas vitamínicas y minerales.
A la par, la falta de combustibles para el traslado del pienso, los cortes de electricidad en las granjas avícolas y hasta problemas en la fabricación de bandejas de cartón conspiran contra la producción de huevos, reconoció Jorge Luis Parapar López, presidente del Grupo Empresarial de Alimentos y Aves (Gealav), adscrito al Ministerio de la Agricultura.
Del cuadro de carencias, escapan las vacunas para las aves. “De las siete que llevan, seis se producen en el país”, se ufanó el directivo.
Parapar López explicó a Granma que la crisis alcanzó su punto álgido a finales del año pasado. La insuficiencia de pienso provocó la muerte de más de 1,3 millones de gallinas ponedoras, lo que ha incidido directamente en la caída de la producción de huevos.
En total, “perdimos por muerte, el año pasado, más de dos millones de gallinas”, reconoció.
Para 2025, la masa avícola ha disminuido considerablemente, lo que se traduce una oferta limitada y de alto costo.
El funcionario apuntó, además, que el actual esquema productivo, 100 % estatal, en el que se cubren con precios simbólicos —dos pesos por huevo normado— , los costos de producción que en realidad alcanzan los 8.65 pesos.
Ello, asegura, es insostenible y obliga al Estado a asumir pérdidas continuas.

Un nuevo modelo de gestión: la alianza público-privada
Ante la gravedad de la situación, a finales de 2024 se implementó un novedoso modelo de gestión que involucra a empresas mixtas, mipymes y formas cooperativas no estatales, las cuales aportan liquidez para la importación de insumos, especialmente el alimento para aves, mientras que el Estado mantiene la propiedad y manejo de la masa avícola y la tecnología.
“Ellos ponen el alimento, y nosotros ponemos la gallina, la tecnología y la mano de obra”, afirmó Parapar López, al describir este modelo cooperado con entidades como TabaCuba, un actor esencial en la financiación.
Si bien la avicultura sigue siendo estatal, las ganancias se reparten según los gastos de cada parte, con un fuerte peso en el costo del pienso, explica la publicación.
Este esquema ha logrado detener la caída libre de la producción, sustituyendo parte de la masa perdida y reactivando las entregas priorizadas al consumo social, programas materno-infantiles y tratamientos médicos para pacientes infantiles con enfermedades crónicas.
En cifras, a partir de enero de este e año, se han destinado a tal sector más de 23 413 500 huevos. De ese total, al Programa Materno Infantil se dirigieron más de 3 700 300, y a las dietas médicas para los pacientes con enfermedades crónicas en la infancia poco más de 91 000, refiere Granma.
Obstáculos persistentes y retos para la recuperación
Aunque el nuevo modelo ha revertido en parte la crisis, persisten varios desafíos. La producción de pienso nacional, surgida de un acuerdo mixto con una compañía brasileña, está actualmente paralizada, lo que impone una dependencia total en importaciones y genera ciclos de tensión por la naturaleza sensible del ciclo productivo de las gallinas, que no pueden esperar largos períodos sin alimentación adecuada.
Además, las gallinas exigen una alimentación estrictamente balanceada para mantener la producción regular de huevos y problemas provocados por piensos “mutilados”, carentes de alguna vitamina esencial, redujeron notablemente la puesta de posturas en 2024.
La incorporación de animales jóvenes desde junio de 2025 marca un paso importante hacia la reparación de la masa aviar, pero la ampliación de la producción requiere mantener el flujo de recursos y mejorar la capacidad local para producir alimento balanceado.
Perspectivas y demandas para el futuro
Parapar López enfatiza que la prioridad máxima es aumentar el número de gallinas ponedoras para que la producción de huevos crezca. Sin un incremento en la masa aviar, no puede esperarse una mejora sustancial en la disponibilidad del producto básico.
El Ministerio de Economía y Planificación tiene previsto ampliar la distribución a grupos vulnerables de la población en los próximos meses, incluidos niños hasta nueve años, siempre que los esquemas de financiación se mantengan estables.
No obstante, la ecuación actual es clara: producir huevos a precios asequibles solo será posible si el costo de producción se ajusta para no generar pérdidas constantes, lo cual demanda una revisión profunda del modelo estatal y una mayor implicación del capital privado que pueda aportar liquidez y capacidad de importación.
Un llamado a la transformación
Muchos cubanos adultos recuerdan con nostalgia y frustración que en menos de un lustro la presencia del huevo se ha esfumado del menú más básico y su apelativo de salvavidas ya le queda grande.
En octubre de 2024, el ministro de Agricultura, Ydael Pérez Brito, reveló que de producir entre cuatro y cinco millones de huevos por día, solo se llega a 1 200 millones cuando logran alimentar a la masa animal.
Pérez Brito informó que en 2020 el programa de avicultura registraba 8 millones de gallinas entre las ponedoras, los reproductores y los reemplazos; sin embargo, en 2023, solo se computaban 3 millones. “Hemos decrecido en 5 millones de gallinas en cuatro años”, admitió alarmado entonces.
Mientras tanto, el difícil equilibrio entre recuperación e inflación se mantiene. La combinación de esfuerzos estatales y privados parece ser hasta ahora el único camino posible para superar la crisis que golpea a un alimento básico, cuya ausencia, entre otras no menos importantes, pone en jaque la seguridad alimentaria de los cubanos.