El PIB de Cuba crecerá solo un 0,4 por ciento en 2016, su rango más bajo en las últimas dos décadas. Así lo afirma la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en su Balance Preliminar por el cierre del año.
En su informe, publicado este jueves en Santiago de Chile, CEPAL cataloga los últimos doce meses como un período “particularmente difícil para la economía cubana”, al tiempo que refiere la existencia de “un entorno internacional caracterizado por un todavía bajo crecimiento económico y el continuado debilitamiento del comercio exterior como motor de crecimiento”.
La comisión regional afirma que “el magro crecimiento económico está basado principalmente en un mayor consumo no estatal”, lo cual asocia a la gestión de los trabajadores por cuenta propia, cooperativas agropecuarias y no agropecuarias, y pequeños agricultores.
Entre otros datos, el balance sobre la Isla establece el déficit fiscal en 6 por ciento, la inflación en 2,8 por ciento, y el desempleo en 2,4 por ciento, estadísticas en el entorno de las registradas en 2015.
El informe reconoce la “expansión vigorosa” del turismo como actividad económica en Cuba, pero a la vez plantea que su contribución al ingreso nacional se ve reducida notablemente por la incapacidad de satisfacer localmente muchos de los bienes demandados, los cuales deben importarse.
Por otro lado, advierte sobre el impacto negativo para la economía cubana del bloqueo de los Estados Unidos, la gradual pero aún insuficiente presencia de la inversión extranjera, las dificultades que establece la dualidad monetaria, y el efecto del paso del huracán Matthew por el oriente de la Isla, extensible al menos hasta 2017.
La evaluación de la CEPAL corrobora el incumplimiento de los planes establecidos inicialmente por el gobierno de la Isla, que fijaban el crecimiento del PIB en el orden del 2 por ciento, apenas la mitad de lo crecido en 2015. Estos planes habían sido ya rectificados a mitad de año, cuando en las sesiones del Parlamente cubano se confirmó la contracción económica que experimentaba el país.
De acuerdo con lo dicho entonces, en el primer semestre de 2016 la economía creció solo un 1 por ciento, una cifra que podía repetirse o incluso empeorar para fines de año. El vicepresidente del Consejo de Ministros Marino Murillo citó como causas de esta situación “la caída de los precios del petróleo y el níquel, los incumplimientos de la producción azucarera y de los ingresos previstos en el plan”.
El hecho supuso la toma de un grupo de medidas destinadas a un ajuste macroeconómico, sin desproteger la seguridad social y los servicios básicos a la población, y tratando de evitar los molestos apagones, de acuerdo con las autoridades cubanas. Según lo previsto entonces, ese ajuste se apoyaría fundamentalmente en una disminución de las importaciones del 3,3 por ciento y una contracción del 17 por ciento en la inversión pública para, entre otras cosas, paliar los efectos de la reducción del petróleo procedente de Venezuela.
Precisamente Venezuela es uno de los países más afectados económicamente en el año que termina, de acuerdo con CEPAL. Su decrecimiento del 9,7 por ciento es el mayor de una región que incumple en sentido general los pronósticos establecidos para 2016. No obstante, el organismo evaluador espera una mejoría para el próximo año, cuando la contracción pudiera ser revertida.
En lo que respecta a Cuba, 2017 pudiera marcar un paulatino repunte económico en el orden del 0,9 por ciento. Ello pudiera producirse, según la comisión regional, debido a la presumible regularización del envío de combustible venezolano, al empuje de sectores como el turismo, las telecomunicaciones, la construcción y la agricultura, y al incremento esperado en los precios del azúcar y el níquel.