Thalía Salmerón empezó a modelar casi por accidente. En un chasquido de dedos pasó de estar frente a la pizarra de una escuela primaria en El Vedado a desfilar por pasarelas y sonreír a las cámaras, con un virtuosismo que a ella misma la sorprendió.
Aunque parecen oficios distantes, Thalía siente que la experiencia en el magisterio fue esencial para conjugar las aptitudes que la han hecho destacarse en las rampas de la moda cubana. Hoy, bajo el alias “Salmerona” es la primera modelo de talla grande en la isla y cautiva a más de 20 mil seguidores en Instagram.
Cuando tuvo que pensar en un nombre para su marca personal, no hubo espacio para las dudas. Ni Thalía ni Salme: Salmerona, en superlativo: “A mi padre le decían Salmerón. Crecí escuchando a la gente llamándolo así. Cuando estaba con él me decían Salmeroncita o Salmeronita, y me encantaba, me sonaba a fuerza, a empoderamiento. Decidí que ese nombre me acompañaría”, contó a OnCuba.
Se formó como maestra en el pedagógico Enrique José Varona, pero hoy enseña en Ídola, su proyecto de modelaje inclusivo con sede en La Habana.
Además de profesora, modelo y empresaria, Thalía ha encontrado en las redes sociales un espacio para promover una estética usualmente desatendida por la moda mainstream: la oversized. Además, estimula a más marcas a diversificar sus tallajes, por un lado, mientras por otro ha hecho que más cubanas se interesen por la moda, el buen vestir y se vean reflejadas en un retrato en el que la ropa deportiva, la lencería atrevida, los colores neón y el pintalabios rojo vivo dejan de estar prohibidos en guardarropas y gavetas.
Los trajes que viste varían en cada imagen, y los personajes que caracteriza en su vitrina virtual son tan efímeros como una colección de temporada, pero la melena anaranjada y rizada, los ojos verdes y su imponente presencia son la carta de presentación en foto fija de la magnética, colosal, curvilínea, vanidosa a la medida y cubanísima Salmerona.
Fotos, videos y reels de looks, “orfis” (outfits) —como les dice en un intento de cubanizar la sonoridad de la palabra— convidan a los seguidores de esta modelo habanera a asomarse a una forma de la belleza femenina que todavía hoy, pese a los cambios en la mentalidad colectiva y el auge de la filosofía del body positive, se considera, en el mejor de los casos, disruptiva dentro del universo tradicional de la alta costura. En el peor, las modelos de tallas grandes se exponen a cíclicas olas de una moralidad sanitaria y estética bastante conservadora, que las despoja de cualquier posibilidad de hacer lo que mejor saben: despertar el deseo del público por consumir una prenda de ropa autoral, o lucirla de una determinada forma.
A pesar de esta realidad inobjetable, a nivel mundial el mercado de la moda plus size va despegando. En 2021 las ventas de ropa en esta sección crecieron un 18 % en Estados Unidos; tres veces más que lo que creció el mercado femenino en general en el sector. Aunque para el modelaje de pasarela los números siguen siendo bajos y en la primavera de 2022 las modelos plus size fueron apenas el 1.81 %, la cifra se cuadriplicó respecto al mismo período del año anterior.
En Cuba, la oferta para mujeres de talla grande parece haber aumentado, no solo en las pasarelas sino también en las tiendas y en las calles. Debe mucho al florecimiento de un sector privado que diversificó las opciones de vestuario para las cubanas y, según cree Thalía, al auge de la moda circular.
“Muchos negocios, marcas y emprendimientos le están dando importancia y visibilidad a la diversidad de tallas, sean grandes o pequeñas. A pesar de que algunas instituciones todavía no concientizan el tema, existen oportunidades”, razona Thalía, quien quiso poner su grano de arena a este movimiento y abrió en 2023 su propio emprendimiento para formar “modelos diversos”: Ídola.
La idea nació en noviembre de ese año tras el cierre de Meloza Model Agency, donde se formó y trabajó como profesora de pasarela. “Cuando Mel González, la directora, decide cerrar Meloza, nos dimos cuenta de que muchas personas talentosas iban a dejar de tener oportunidades; en aquel momento no existían otras agencias que abrazaran a personas diferentes. La misma Mel se me acercó y me dijo: ‘Salme, abre tu agencia’. Así nació Ídola”, contó a OnCuba.
¿Eres modelo de profesión?
Soy maestra. Cuando terminé mi licenciatura en Educación en el Varona trabajé como educadora en la escuela primaria Nicolás Estevanez Murphy, en El Vedado.
Me encantaba el magisterio. Creo que muchas de las habilidades que tengo me las dio esa formación. Ser maestra me permitió acercarme a la metodología de la vida, como le suelo decir. Este oficio me ha hecho más proactiva, atenta y creativa. Los niños te enseñan más de lo que piensas que puedes enseñarles tú.
¿Cómo empezaste a modelar?
De forma casual. Durante la cuarentena participé en “Amarrados”, un concurso vía WhatsApp en el que creábamos retos diarios. Lo mismo confeccionábamos un vestuario, dibujábamos que recreábamos la versión de una fotografía o un cuadro famoso. La divisa era crear a partir de una idea.
Luego de entregadas, las creaciones de cada participante se ponían en un grupo donde había varios artistas involucrados, y te iban puntuando. Lo hacíamos por diversión. Pero un buen día muchos de estos artistas, entre ellos fotógrafos, me empezaron a contactar. Percibieron que tenía buena actitud ante la cámara.
Para crear los vestuarios para los desafíos me usaba a mí misma como modelo. No tenía ningún problema con mi cuerpo; había hecho las paces conmigo misma y mostrar mi imagen en esa época ya no era un problema para mí.
Algunos de estos artistas que me contactaron tenían ideas interesantes que incluían a personas de tallas grandes, pero a la hora de encontrarlas chocaban con la dificultad de que casi nunca esas personas se sentían lo suficientemente seguras para mostrar su cuerpo ante la cámara.
Así empecé a trabajar con fotógrafos. Después me contactaron marcas que veían mi trabajo en Instagram. Empezaron a abrirse las puertas.
Muchas de las marcas con las que modelé al principio se habían planteado trabajar con personas de talla grande, pero no entendían del todo lo que esto representaba. Yo misma tampoco sabía qué impacto iba a tener el modelaje en mi vida.
Desde el principio modelar fue algo casual, divertido y diferente. Lo fui aprendiendo por el camino.
¿Tenías alguna referencia cuando empezaste?
Conocía muy poco del mundo de la moda. Ni siquiera sabía que las personas de talla grande tenían espacio en este campo, así que no tenía referencias de modelos de mi talla. Ya luego fui encontrándolas. Empecé a estudiar y descubrí que algunas modelos plus size habían conseguido el que por aquella época era mi objetivo principal: convertirme en una modelo reconocida.
Que en Cuba no existieran modelos de mi talla, o que no se les diera la correcta visibilidad no me desanimó; al contrario. La idea de ser la primera persona en lograr algo así me atrajo. Me motivaba pensar en todas las mujeres a las que, como a mí, les gustaba vestirse bien, sentirse cómodas, pero a la vez expresarse a través de la ropa.
Las mujeres de talla grande necesitamos referencias. Yo siempre pasé mucho trabajo para encontrar ropa que me gustara y me sirviera, por eso me motivaba tanto estimular a las marcas a que nos tuvieran en cuenta.
En 2020, cuando empecé, no había agencia o academia en la que hubiera lugar para mí. Me presentaba a castings, pero no me visualizaban como parte del staff de modelos. Las tallas grandes no eran el objetivo principal de las agencias en aquel momento.
Así fue, hasta que en 2021 encontré a Meloza, que defendía el concepto de la moda inclusiva. Les interesaba trabajar con personas diversas. Ahí comenzó mi formación.
En Meloza viví una experiencia muy bonita, fui guiada por excelentes profesores. Pasé el taller de actuación y de pasarela básica. La directora, Mel González, vio en mí muchísimo potencial, y comenzó a tenerme más en cuenta para trabajos que se presentaban. Poco a poco fui ganando experiencia. Como parte del staff de Meloza participé en muchísimas pasarelas y a partir de entonces marcas y negocios de toda Cuba me contactaron.
La antigua agencia Actuar, hoy Caricato, que ha sido tradicionalmente la abanderada de la formación y gestión de modelos en Cuba, nos invitó a mí y a otros modelos de tallas grandes a formar parte de su academia en 2023. Esa fue una muy buena escuela en su momento, pero creo que han perdido un poco la fuerza y la calidad de su formación.
¿Qué es una modelo plus size?
Una modelo que no viste las tallas convencionales. En dependencia del diseñador esto puede ser una talla por encima de la S o de la M. Una modelo plus size, como otra cualquiera, posee habilidades y aptitudes para desempeñarse en esta profesión.
Sea cual sea nuestro tamaño, los modelos buscamos siempre la excelencia, no solo encima de las pasarelas, sino también en el día a día. Es un estilo de vida, una forma óptima de ser uno mismo.
¿Qué desafíos y oportunidades has encontrado en tu trayectoria en el universo de la moda en Cuba?
Cuando empecé todavía existían muchísimos tabúes y cánones estrictos. La referencia era la modelo convencional y no había forma de explorar posibilidades más allá de ese patrón. Eso hacía que muchas personas que ya llevaban tiempo en el medio, dígase organizadores de eventos, coreógrafos, directores creativos, etc., no concibieran la idea de trabajar con modelos diferentes.
A mí no solo me rechazaron muchas veces, también me maltrataron. En los primeros castings a los que asistí no sabían cómo tratarme. Eso pasa todavía; en los principales circuitos de la moda aún hay resistencias a aceptar la diversidad entre los modelos.
Muchas veces estos mismos espacios incluyen en sus desfiles a modelos de tallas grandes, pero solo para cumplir con el concepto de la inclusión. Detrás de camerinos se siguen viendo el maltrato, la discriminación y el uso de términos inadecuados para referirse a los modelos de talla grande.
Eres embajadora de Innatus, una marca que se ha definido como inclusiva y auténticamente cubana desde su creación. ¿Hay una oferta variada para mujeres de tallas grandes en Cuba?
Convertirme en embajadora de Innatus ha sido un honor, primero porque admiro muchísimo a su diseñadora, Day Hernández. Es una mujer que ha sabido tener en cuenta las necesidades de la mujer cubana actual y para eso ha creado piezas básicas y no tan básicas, pero muy llamativas. Todas cumplen con la estética de la cubana promedio, pero también elevan su imagen.
Antes de ser embajadora fui consumidora activa de las piezas de Innatus. Me encantaban sus diseños. Antes de esta fase en la que estamos ahora fui modelo de una de sus colecciones, “Very Perry”, y me sentí muy bien trabajando con ellos.
Innatus acompaña a cualquier cuerpo. Sus prendas van desde la XS hasta la XL.
La sensualidad, la belleza y la elegancia no son exclusivas de ningún tamaño o talla. ¿Cómo combinas y comunicas estos tres atributos en un campo que los valora, pero que ha sido tradicionalmente poco inclusivo?
La sensualidad, la belleza y la elegancia no dependen de la talla. Están al alcance de todos y dependen más de nuestra esencia y actitud que de atributos físicos. Creo que estas cualidades son relativas; dependen de quien las está observando. Para algunos ojos puedo ser linda y para otros no.
Por eso creo que todo es una cuestión de cómo te percibes, cómo te ves a ti misma. Sé que el medio de la moda siempre ha sido poco inclusivo y en ese contexto puede ser difícil que una misma se vea linda y empoderada, pero siempre hay espacios en los que podrás sentirte adecuada, en los que vas a encajar. Encontrarlos es cuestión de ser fiel a lo que piensas y sientes, y defenderlo. En mi caso, es algo que hago también cuando modelo.
Hoy día no siento que se me vea de otra forma que no sea esa: como una mujer sensual, elegante, bella. Lo tengo tan arraigado en mi actitud, en mi día a día, que cuando llego a un lugar, conozco a personas o me presento a un casting, me proyecto de esa forma, porque me siento así. Creo que es lo que hace reaccionar a quien me observa; solo pueden ver en mí lo que yo siento de mí misma. Es el consejo que daría a cualquier persona, no solo a una modelo: proyéctate como te sientes.
¿Qué buscas comunicar cuando compones un look? ¿Vestirse es una forma de expresarse?
Sí. Siempre me ha gustado mucho hablar, comunicarme, decir quién soy, qué hago, cómo lo hago, cómo vivo. Soy una persona expresiva, comunicativa y carismática, y la moda se ha vuelto una herramienta más para comunicar todo eso. Cada vez que me visto o compongo un look busco que refleje exactamente lo que quiero que los otros vean de mí.
Hay días en los que estoy desanimada, y la moda me ayuda a generar contraste, a contrarrestar ese estado de ánimo a través de una caracterización que hago conmigo misma. Busco los colores adecuados, las texturas, las formas. Me refugio mucho en la moda para hablar de mí. Me interesa que a través de mi forma de vestir se entienda cómo me siento: empoderada, imponente.
Me gusta mucho lo que comunica la ropa clásica; me encantan los vuelos, las mangas abullonadas y los patrones exagerados. Si tuviera que definirlo, diría que mi estilo es maximalista, pero depende mucho de mi estado de ánimo, del lugar al que vaya o simplemente de lo que quiero comunicar.
De algún modo el papel de una modelo es despertar el deseo por consumir/vestir determinada marca y/o contar una historia a través del maridaje entre el vestuario, los accesorios, el maquillaje y la gestualidad. ¿Cómo percibes ese proceso? ¿Modelar es un arte?
Sí, para mí el modelaje es un arte. Sobre todo porque busca que quien observa no se lleve apenas una pieza de ropa pensada por el diseñador, sino la experiencia que representará comprar y usar esa prenda, destacar algo especial en ella.
El modelaje es una forma de representar al cliente potencial, y de conectarse con él, no solo físicamente. Se trata de poner la ropa en un contexto de vida, dentro de una experiencia.
¿Los cubanos tenemos tradición en la moda?
Hace años en Cuba teníamos mucha cultura del buen vestir. Todavía podemos ver esas tendencias en las personas mayores, en la forma en que los abuelos usan camisetas debajo de las camisas, por ejemplo, o en cómo combinan algunas prendas con los accesorios: cintos, relojes, etc.
En algún punto nos empezamos a desinteresar por esto, a crear cierta apatía, en gran parte por las crisis que vivimos. Eso le restó calidad a nuestra forma de vestir. Empezamos a priorizar la comodidad, lo práctico, el día a día. Eso nos ha llevado a optar, por ejemplo, por prendas básicas para momentos de formalidad.
Pero esta última década nos ha demostrado que es posible vestirse bien en Cuba. Están en tendencia la moda circular y las piezas de segunda mano. Hemos aprendido a crear con ellas.
Hoy los más jóvenes están defendiendo sus estilos en las calles, y de alguna forma esta tradición casi perdida se está rescatando. Pero creo que nos falta mucha cultura al respecto. La recuperación de ese interés está apenas empezando.
¿Hay oportunidades en Cuba para modelos de tallas grandes o has tenido suerte?
Si te acompañan la formación, la profesionalidad, una actitud adecuada y una buena imagen es muy probable que consigas trabajo como modelo de talla grande en la Cuba de hoy.
¿Cómo construye Salmerona una marca de belleza y estilo auténticamente cubana?
Salmerona defiende que somos bellas por cómo nos sentimos y nos expresamos, ya sea a través de la ropa o de nuestras actitudes. Mi marca ha ayudado a que más mujeres cubanas sientan que tienen oportunidad no solo de hacer una carrera en el mundo de la moda, sino a que sepan que ellas también pueden lucir una prenda bonita, que existe ropa para su talla y que pueden expresarse a través de su forma de vestirse. Creo que el impacto de Salmerona está en defender una estética inclusiva.
Ídola es tu emprendimiento de modelaje y además un espacio para la formación y la promoción de la moda en Cuba. ¿Qué expectativas tienes con este emprendimiento? ¿De donde nació la idea de crear un espacio como este en La Habana?
Ídola nació de la necesidad de demostrar que, a pesar de que es un hecho que no todo el mundo nace para ser modelo, las oportunidades no las define el físico, sino el talento o la falta de él.
En nuestro proyecto buscamos satisfacer esa necesidad; demostrar el potencial de personas a las que usualmente no se les da esa posibilidad en el universo de los desfiles y las pasarelas.
Antes de Ídola, este trabajo lo hacía Meloza. Nuestro emprendimiento es similar, pero con rasgos diferentes, más auténticos.
Queremos formar a todo tipo de personas. Nos atrae la diversidad. Nos cautiva explorar lo que la naturaleza puede hacer con formas, tamaños, colores. Creemos que hoy casi todos los negocios y marcas quieren comunicar esa diversidad en sus redes sociales, en sus campañas.
Con Ídola me he propuesto concientizar a los cubanos sobre lo que es realmente la moda en el mundo, brindar una experiencia diferente no solo al modelo, que está dentro, con nosotros, sino al espectador de los desfiles, al consumidor de moda, que está buscando referencias de cómo vestirse.
Me gustaría tener un espacio en el futuro en el que pueda hacer espectáculos de moda y brindar experiencias junto a los diseñadores emergentes cubanos, que me han apoyado muchísimo en esta aventura y cuyo trabajo merece toda la visibilidad posible.
Me gustaría que existiera un espacio serio para la moda en Cuba.
¿Qué te motiva a emprender en Cuba en este sector?
Emprender en Cuba requiere muchísimo esfuerzo, a veces supone comenzar de cero, sin mucha referencia, e ir construyendo a medida que vas avanzando. Pero siento que es una experiencia grandiosa y a la vez una oportunidad de darle más valor a tu esfuerzo y a tus logros.
A veces me gusta parar lo que estoy haciendo y contemplar todo lo que hemos logrado, ver lo que alguien con deseos y sueños es capaz de hacer.
Aunque ha sido difícil siento que le estamos ofreciendo a Cuba algo que no tenía. Calidad de vida, culturalmente hablando. También estamos aportando al bienestar de todo aquel que sigue o se encanta por la moda y no había tenido la oportunidad de entrar en contacto con ella en nuestro país. Tengo muchas ganas de continuar y espero que sea igual de grandioso a como lo visualizo en mi mente.