Ileana Díaz, economista: “Las mipymes son vistas como un peligro”

La profesora titular del Centro de Estudios de la Economía cubana considera que la producción de bienes en el sector privado debería incentivarse con políticas de fomento y no con métodos administrativos.

Ileana Díaz, profesora titular de la Universidad de La Habana. Foto: Embajada de Bélgica en Facebook/ Captura de pantalla.

A casi tres años del surgimiento de las micro, pequeñas y medianas empresas en Cuba, las autoridades han aprobado nuevas regulaciones para el funcionamiento de los más de 11 mil negocios privados en la isla. Así estaba previsto en la legislación que les dio origen, pero ahora se busca “corregir distorsiones”.

Hasta el momento de publicación de esta entrevista, no habían aparecido en la Gaceta Oficial los decretos leyes en cuestión, que recibieron el visto bueno del Consejo de Estado el sábado último.

Sin embargo, el discurso gubernamental y las medidas adoptadas este año con relación a las mipymes indican que las normas podrían disminuir su margen de maniobra. Desde antes, tanto economistas como emprendedores ya daban cuenta del difícil contexto en que se desempeñan las empresas privadas, con casi todo en su contra.

No existe mercado cambiario oficial, ni fuentes de financiamientos, ni excepción fiscal para los nuevos negocios. En cambio, aumentaron los impuestos y se toparon precios de productos básicos importados por los privados, en la mayoría de las veces, con dólares o euros obtenidos informalmente.

Esta realidad es totalmente opuesta a lo que defiende la doctora Ileana Díaz, profesora titular del Centro de Estudios de la Economía cubana, quien considera que la producción de bienes en el sector privado debería incentivarse con políticas de fomento y no con métodos administrativos.

La experta, quien también coordina la Red de Emprendimiento de la Universidad de La Habana, conversó con OnCuba sobre este tema, en medio de los cuestionamientos que enfrenta el sector privado cubano.

¿A qué se refiere usted cuando habla de políticas de fomento?

Las políticas de fomento pueden ser muy amplias. Generalmente, no se realizan al libre albedrío, sino en dependencia de determinados intereses. Por ejemplo, se fomentan sectores de la economía. También se busca que aquellas empresas o microempresas, que son de subsistencia, se conviertan en negocios de mayor rango, que crezcan y tengan proyectos más creativos, más innovadores.

El fomento puede ser financiero, como cuando se exime del pago de algún tipo de impuesto o se ofrece una subvención, pero siempre contra un resultado. Incluso, muchas veces estos financiamientos no son completos, sino que se financia una parte y la otra se tiene que devolver. Existen muchas variantes.

Pero también hay formas no financieras de fomento, por ejemplo, cuando se entrega un área para producir determinados bienes. Esta área no se renta, sino que se promueven acuerdos y redes entre gobierno y privado para lograr objetivos sociales, pero sin perder los objetivos económicos.

En el libro “Fomento de mipymes en Cuba”, que usted coordinó, dijo que en Cuba no han existido políticas de fomento para el sector privado. ¿Por qué?

Sí. No ha habido una política de fomento ni para el trabajo por cuenta propia, ni ahora para las mipymes, ni para las cooperativas. Cuando nacieron las segundas existía la excepción fiscal, en dependencia de si venías de cuentapropista o de otra forma, o si eras nuevo. Pero eso, aunque ayudó, no era un fomento propiamente.

El gobierno, como tiene un déficit presupuestario tan elevado, no quiere meterse en esto, pero en realidad esto tiene un efecto contrario al que se cree.

Tiene que haber muchas más mipymes, muchas más cooperativas, más actores no estatales. Esto es necesario por múltiples razones.

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Primero, si se amplía la base imponible, con más privados, la recaudación vía tributo será mayor. Ese es un elemento favorable para el Estado.

Segundo, también se promovería una mayor competencia entre los actores no estatales y la empresa estatal. Eso tributará a que los precios sean menos altos, lo cual hoy se está tratando de hacer a través de una medida descolocada y sin ningún fundamento, como es topar precios. Se hizo con los productos agrícolas y no resolvió nada, y ahora tampoco lo hará. Además, contribuye a un mayor encadenamiento entre los actores.

La empresa

Por otra parte, el fomento es bueno porque se pueden promover aspectos específicos como la innovación, la responsabilidad social, el empleo a personas en situación de vulnerabilidad, entre otros. 

Entonces, me llama poderosamente la atención que en la información pública sobre los nuevos decretos leyes para regular el sector no estatal no aparezca la palabra “fomento”.

Eso da mucho que pensar, porque el eje central debería ser este, cómo el Estado se pone en función de hacer crecer el sector no estatal en beneficio de los intereses de la economía.

Pero, como usted ha dicho, la percepción es que no es posible fomentar financieramente al sector privado debido a la crisis económica….

No puede verse como un gasto. Tiene que entenderse como una inversión.

Si se incentivara la producción de alimentos y, por ejemplo, los que producen, en vez de entregar un 35 % de las utilidades, entreguen un 15 %, o presenten proyectos de innovación que se financien en un 60 %, ¿qué ocurriría? Se va generar un incentivo a la producción y, por tanto, ofertas.

También se tendría más rentabilidad, las empresas podrían aportar más, crecerían. Eso sería beneficioso para la economía.

Claro, desde un punto de vista muy simplificado se podría decir que el fomento es un gasto porque el presupuesto va a recibir menos ingresos en un primer momento. Pero, ¿qué va a representar esto desde el punto de vista productivo? Es una inversión para el país.

Ileana Díaz, profesora titular de la Universidad de La Habana. Foto: Embajada de Bélgica en Facebook/ Captura de pantalla.

Hablando de inversión. Existen otras fuentes de acceso a ingresos. ¿Esto también se consideraría dentro del paraguas del fomento?

Claro, ese es otro de los elementos. Debería haber una mayor diversificación de las fuentes de financiamiento, que puedan ser empleadas para el fomento. 

Hoy está el crédito bancario. Con este se obtiene un monto, ya sea para capital de trabajo o inversión, pero se da el mismo tratamiento a quien es productor de alimentos y a quien trabaja en la construcción, o si eres micro, pequeña o mediana empresa, o si eres de Guantánamo o La Habana. No hay diferenciación, cuando los contextos y las características de los actores no son las mismas.

Lo otro es poder utilizar otras fuentes. El crowdfunding, por ejemplo, que se hace, pero a un nivel más personal. Sin embargo, esto debería poder hacerse a través del sistema financiero del país.

También acabar de ofertar los microcréditos.

Los inversores ángeles, quienes invierten en un negocio a cambio de acciones o para obtener utilidades, también podrían ir dentro de esta lógica. Igual que la inversión extranjera directa a privados, lo cual todavía no se ha resuelto. Es un tema pendiente desde hace más de dos años.

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¿La empresa estatal, considerada el actor más importante de la economía, se ha beneficiado de políticas de fomento por el Estado?

El modelo de funcionamiento económico que tiene el país está hecho para la empresa estatal. Este modelo ha mal funcionado, vamos a decirlo así.

La empresa estatal nunca ha sido realmente eficiente, rentable, ni ha funcionado como una empresa. Siempre ha sido una variable de ajuste permanente a las necesidades del país en determinadas situaciones económicas.

¿Qué sucede? Tiene recursos que le entrega centralmente el Estado. Hoy son mínimos, pero combustible y divisas se mantienen. Y le ponen un plan.

Tenemos más de 300 empresas en pérdida. Si la empresa no cumple, a veces no lo hace porque le ponen precios administrados (regulados por el Estado). Ese es un problema.

Por otro lado, le dan subsidios para que sobreviva. La subvencionan para que pueda mantener un precio para la población, más social. Es decir, no quiebra.

Lo que hacen es sostenerla, mantenerla, ampararla. Pero, en realidad no la fomentan tampoco.

Esto hasta ahora había funcionado de alguna forma. Si el país tenía más dinero, le podía dar más recursos a la empresa estatal y esta podía producir más, pero a niveles que tampoco podemos decir que fueran competitivos o productivos.

Si el país tiene menos dinero, le puede dar menos recursos y la empresa produce menos. Esa es la situación que tiene hoy la estatal.

Cuando ves las transferencias que hace el presupuesto del Estado al sector empresarial como subsidio, no como inversión de capital, te das cuenta que ese 18,5 % de déficit fiscal no sale de la nada.

Tenemos un modelo que fractura a los actores económicos. Unos (el sector privado) funcionan en condiciones de mercado, y otro, la empresa estatal en todas sus variantes, con un modelo administrado.

Existe una incompatibilidad que trae como consecuencia que los encadenamientos, muchas veces, no sean ni virtuosos ni sostenibles, que sea difícil lograr las alianzas público-privadas.

Hay que cambiar el modelo. Eso significa crear mercados, que los precios no sean administrados, que se elimine la planificación de asignación de recursos.

Cuando usted habla de cambiar el modelo económico, ¿qué rol jugaría el sector privado?

El modelo tiene que cambiarse, sobre todo, para que la empresa estatal sea fuerte y logre funcionar como empresa. Si eso se logra, alcanzaríamos un modelo que se basaría en mercados regulados por el Estado para buscar incentivos para la empresa estatal y la no estatal.

Entonces, se lograrían unas condiciones donde las reglas de juego van a estar claras para todo el mundo. Y, por tanto, permitiría que la economía se integre, con los consecuentes mayores niveles de producción.

Lo que tenemos que buscar es eso. Hoy gastamos mucha energía en perseguir a las mipymes, topar los precios, controlarlas en extremo. Esas energías deberían estarse poniendo en lograr que todo se articule, pero a través de mecanismos económicos y no administrativos.

Existe un matriz de opinión, compartida por medios y personas dentro y fuera de Cuba, de que el Estado está promoviendo la privatización en el país. ¿Es correcta esa afirmación, teniendo en cuenta que, como usted ha dicho, no hay fomento para el sector privado?

No. A veces, esas opiniones existen porque Cuba es un país que eliminó prácticamente toda la pequeña y mediana empresa existente en el año 1968.

Durante mucho tiempo, nunca se abrió ni nunca se dijo que una forma de propiedad factible dentro del socialismo era la privada. Eso surge a partir de la conceptualización y de la actualización del modelo en 2011, lo cual se refrenda en la Constitución de la República.

Es por eso que la ultraizquierda plantea que se está privatizando. Pero simplemente se abrió una puerta, una con limitaciones, porque está claro por la Constitución que los medios fundamentales de producción en Cuba son de propiedad socialista de todo el pueblo. El único problema es que no hemos logrado definir cuáles son esos medios.

Entonces, hay una larga lista de actividades prohibidas. Aunque es mejor que la lista de permitidas que existía antes en la época del trabajo por cuenta propia, pero realmente no tiene ningún sentido que se prohíban muchas de las actividades  para el sector privado y cooperativo.

Por tanto, si el país estuviese realmente en una postura de privatización, habría hecho como China. Diría: “estos son los sectores que a me interesa que sean del Estado y el resto que se privatice o cooperativice”. Aquí no se ha hecho esto.

Otra idea muy repetida es que las mipymes son las responsables de la crisis económica. ¿Usted qué cree?

No. Las mipymes nacieron en un contexto de recesión e inflación.

Hagamos un análisis. El 1 de enero del año 2021 se inició la Tarea Ordenamiento. Esta desordenó la precaria estabilidad monetaria que tenía el país. Y generó distorsiones muy fuertes desde el punto de vista monetario.

En el momento en que se realizó, no se creó un mercado cambiario. Y ahí empieza un proceso terrible.

Los precios empezaron a crecer a partir de la Tarea Ordenamiento. Un diseño inadecuado en un mal momento.

Acá va un ejemplo que parece muy simple, pero no lo es. El pasaje en guagua en La Habana antes costaba 40 centavos. Pasó a 2 pesos, 5 veces su precio.

También se multiplicaron los salarios y las jubilaciones, aunque no por igual para todo el mundo, como sabemos.

Eso contribuyó a una presión inflacionaria, desde el punto de vista de la demanda, que se incrementa, y con una reducción de la oferta por la pandemia. Eso no ha parado.

En medio de todo eso nacen las mipymes, con la intención de que estas produzcan, oferten y complementen a la empresa estatal. Pero, lógicamente caen dentro del mismo contexto de recesión e inflación. Además, las primeras 35 empresas privadas realmente comienzan a operar en diciembre de 2021.

Ahora, las mipymes ponen precios altos porque tienen que ir al mercado informal para comprar las divisas. Como sabemos, la bancarización ocurre de un lado, pero no del otro.

Si los empresarios ponen todo su efectivo en el banco, ¿cómo compran entonces la divisa? Si los hacen poner su dinero en el banco, este tiene que darles la posibilidad también de que la compren allí. 

Tampoco hay respeto por el dinero. Si depositan dólares u otra moneda, esta se esfuma. Cuando la quieren ir a buscar la moneda no existe tal como se entregó. El MLC no sirve para nada más que comprar algunos productos aquí, pero no para importar.

Es un mecanismo del país, no es la mipyme la que quiere ir al mercado informal. Si no hay confianza en el sistema financiero, por supuesto que se busca la manera de no poner el dinero ahí.

Por tanto, decir que los privados traen todo este trastorno o esta situación económica es bastante impreciso.

Usted ha sido una especie de testigo de la evolución del sector privado, desde la Red de Emprendimiento de la Universidad de La Habana. También ha visitado países de la región para intercambios sobre mipymes. ¿Considera que es posible su desarrollo en Cuba bajo las condiciones en las que nacieron y se desenvuelven hoy?

Lo que ha venido sucediendo es que, en vez brindarles condiciones de apoyo a las mipymes, se ha apostado por un mayor control, más restricciones y procedimientos extremadamente burocráticos.

¿Por qué? Porque, a los ojos del gobierno, las mipymes se ha convertido en un peligro para las empresas estatales y para el socialismo. Eso hay que revertirlo.

Si en estos más de dos años, en vez de poner más restricciones, nos hubiésemos dedicado a cambiar ese modelo de funcionamiento de la economía paulatinamente, hoy estaríamos en mejores condiciones para producir, a pesar de todas las limitaciones económicas, el bloqueo y demás.

Pero no hemos ido en esa dirección. No se logra entender esa necesidad de hacerlo. Y como se ve como un peligro que las mipymes crezcan, entonces las restringen.

Públicamente nunca se ha dicho, pero lo deduzco porque veo que, de alguna manera, constantemente se está marginando a las mipyme, a pesar de que se ha dicho que no hay nada en contra de estas, que no hay una guerra o una persecución, pero es notable.

No las prohíben, no las quitan del escenario, pero, lo que es peor, tampoco fortalecen la empresa estatal. Es un contrasentido.

¿De este contexto sale algún beneficiado?

Si lo miras desde un punto de vista, se puede decir que la empresa estatal goza de un beneficio, pues no quiebra, está amparada, subsidiada. Se va a mantener ahí de por vida, aunque trabaje mal.

La empresa estatal debería ser más fuerte, lograr ofertas en el mercado junto a las de las mipymes, las cooperativas, los cuentapropistas, la empresa mixta, todos los que estén.

Sin embargo, lo cierto es que en este contexto actual no hay un beneficio para la sociedad.

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