El Gobierno cubano está activando todos sus resortes para expandir, en el menor plazo posible, una dolarización de bienes y servicios, en momentos en que la isla sufre una profunda crisis económica y enfrenta la renovada agresividad de la nueva Administración Trump.
Aun cuando acotan que se trata de un proceso “parcial”, “gradual” y “cortoplacista”, las autoridades de la isla han venido anunciando la apertura de nuevos establecimientos y negocios que se ajustan al objetivo de capturar divisas frescas que circulan en la población.
De momento, “se han aprobado 15 negocios de comercialización mayorista y minorista” cuyo flujo de caja son los dólares estadounidenses, ya sea en cash o codificados en tarjetas de débito —como la cubana Clásica y otras internacionales— operadas por el dispositivo financiero del país.
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De esos negocios, ocho están vinculados con el sistema empresarial atendido por el aparato de comercio interior y uno se realiza mediante un contrato de asociación económica internacional, según explicó esta semana Aracelys Cardoso Hernández, viceministra del sector.
Tres de los mismos están dedicados a la comercialización mayorista, y cinco son empresas mixtas que tienen aprobada la comercialización mayorista y minorista de bienes de consumo y productos varios para la población, señaló la directiva en el programa Mesa Redonda.
“Los ocho proyectos en el Comercio Interior provienen de siete países”, confirmó Cardoso Hernández sin entrar en más detalles.
En su intervención, la funcionaria reconoció que hay una oferta deficiente en moneda nacional a partir de la contracción de la producción y el déficit de divisas. Tal escenario, que es crónico, atenta contra el reaprovisionamiento del comercio, muy golpeado durante la pandemia, pero que durante las últimas tres décadas lidió con severos problemas de solvencia, entre otros males.
Para montar los nuevos negocios, a cuyo mercado tendrán acceso todos los actores de la economía, se utilizará la red de almacenes convencionales y especializados en todo el país, una fuerza de trabajo calificada y la creación de sociedades mercantiles que facilitan las asociaciones, refirió.
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Una lógica repetida
Según las aspiraciones del Gobierno, estos modelos de negocios permitirán reanimar las capacidades instaladas y colocar en ellos productos de primera necesidad, “como artículos de higiene y aseo, útiles del hogar y productos alimenticios”.
“Se están realizando procesos inversionistas en las instalaciones que no solo mejoran las condiciones de las instalaciones, sino que crean empleos y proporcionan insumos para las cámaras de frío de las 31 empresas de frío que hay en el país”, apuntó Cardoso Hernández.
La lógica de estos negocios es la misma argumentada por las autoridades desde los años 90 y luego repetida en otros momentos, como cuando se abrieron las ahora en declive tiendas en MLC. La pretensión es “obtener ingresos en divisas para el país, con el fin de ofrecer en el futuro ofertas en moneda nacional que beneficien a la población”, sostuvo la funcionaria.
“Hay proyectos para todo el país, pero se ejecutarán por etapas, progresivamente. Ya hay proyectos aprobados para Villa Clara, Cienfuegos, Sancti Spíritus, Matanzas, Camagüey, etc.”, detalló.
Otra vuelta de tuerca
Todo este proceso fue descrito en X por el economista cubano Pedro Monreal como “una nueva vuelta de tuerca a la dolarización en Cuba”, en la que el Ministerio de Comercio Interior (MINCIN) se suma vigorosamente al reemplazo del peso cubano por divisas, segmentando mercados, debilitando la política monetaria y favoreciendo desigualdades”.
Para el académico, “no se trata solamente de que tradicionales entidades ‘recaudadoras de divisas’ hayan fortalecido su infraestructura para transacciones internas directamente en divisas (incluyendo efectivo), sino que el MINCIN se lanza a fondo anunciando 50 tiendas dolarizadas”.
2/11 No se trata solamente de que tradicionales entidades “recaudadoras de divisas” hayan fortalecido su infraestructura para transacciones internas directamente en divisas (incluyendo efectivo), sino que el MINCIN se lanza a fondo anunciando 50 tiendas dolarizadas
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En efecto, según confirmó en la Mesa Redonda Sonia Rivero Batista, gerente de la Empresa Mixta Alma Caribe S.A., en la segunda etapa del proyecto pretenden llegar al medio centenar de comercios en todo el país, 48 de las cuales serán nuevas construcciones, además de lanzar una plataforma de comercio en línea.
Alma Caribe S.A. tiene como objeto la comercialización mayorista y minorista de productos alimenticios y no alimenticios, tanto de la producción en Cuba como de la importación. En una segunda etapa, la firma incorporará “una variada gama de otras líneas de productos”.
Otro objetivo, según la directiva, es garantizar el suministro estable de materias primas, de bienes de consumo e insumos para que el sector no estatal consolide una industria doméstica.
Basada en el modelo de negocio imperante en el nuevo mercado de 3era y 70, en Playa, la empresa anunció una primera tienda.
El establecimiento está ubicado en 23 y 6, en el Vedado habanero, con “un diseño de ciclo logístico que nos permita mantener una estabilidad en la oferta, y así evitar baches de abastecimiento”, un mal endémico del sistema cubano.
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Expandir desde el Estado el mercado mayorista de alimentos
Otra de las apuestas en el sector mayorista es Mercalhabana S.A., una sociedad mercantil diseñada para “impulsar el desarrollo de negocios en el comercio mayorista y minorista”, sobre todo en el sector de los alimentos, según su vicepresidenta, Yaimara Pérez Barrera.
De hecho, se trata de un monopolio que agrupa a 22 empresas mayoristas, y su función es intervenir como accionista nacional en inversiones extranjeras, así como gestionar importaciones y exportaciones autorizadas para abastecer el canal mayorista de la isla.
Mercalhabana S.A., según Pérez Barrera, cuenta con una infraestructura logística que incluye almacenes distribuidos en todo el país, además de la Empresa Nacional de Frigoríficos, que aporta capacidades de refrigeración y congelación esenciales para el esquema de negocios en inversiones extranjeras.
Sin embargo, en una aparente contradicción, la funcionaria dijo que la infraestructura actual es altamente vulnerable al presentar un notable deterioro y obsolescencia tecnológica, lo que dificulta los procesos productivos y de comercialización.
Ante este escenario, la empresa “ha priorizado en su estrategia la recuperación de infraestructuras, la incorporación de tecnología y la modernización del equipamiento”, según relató Cubadebate,
La directiva de Mercalhabana S.A. dijo que la sociedad mercantil aspira a garantizar un flujo constante de productos, inicialmente en divisas, pero “con el objetivo final de abastecer de manera sostenible al sistema mayorista y, por ende, a la población”.
Dolarización parcial de la economía: lugares comunes y discurso con poca sustancia
Solo parches, no una reforma total
Entre las observaciones realizadas en X al respecto de lo explicado en la Mesa Redonda, Monreal señaló que la “expansión del comercio interno dolarizado no parece ser tanto un mecanismo para potenciar la recepción de remesas, sino una vía para redireccionarlas desde el mercado cambiario informal hacia grandes “holdings” estatales”.
En su opinión, “afirmar que las divisas recaudadas servirían para aumentar ofertas en moneda nacional a la población es, cuando menos, una idea desacreditada por la práctica reciente, sobre todo cuando se anuncia una considerable inversión en la propia infraestructura comercial”.
Además, considera “problemática” la narrativa oficial de que el comercio mayorista en divisas garantizará insumos para fomentar la producción nacional. “El funcionamiento de eslabonamientos requiere otros factores, por ejemplo, suministro estable de energía e incentivos a productores nacionales”, acotó.
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Para Monreal, “la dolarización le pone otro ‘candado’ a las desniveladas reglas de juego de los ‘actores’ económicos”, pues “no solamente los privados están excluidos del comercio mayorista, sino que el redituable comercio minorista dolarizado es monopolizado por pocos ‘holdings’ estatales”.
Julio Carranza, otro experto que sigue atentamente la evolución de la economía cubana y las políticas gubernamentales, percibe que la economía cubana está siendo “parcheada”, cuando lo que se necesita es “una reestructuración fundamental e integral”.
“Cualquier medida que se tome por fuera de este marco es ineficaz; cuando más, soluciona cuestiones puntuales en el corto plazo, pero acentúa los problemas y enredos en el mediano y largo plazo”, consideró el coautor de Cuba, la reestructuración de la economía, un texto de 1995 que retrató entonces la crisis del Período Especial y que 30 años después conserva actualidad.